Como la materia, el mercado negro cubano no se
destruye, se transforma. Pero algunas transformaciones le afectan el
bolsillo al consumidor común.
Cuando hace dos años refundó el
cuentapropismo en Cuba, el gobierno de la isla se propuso primeramente
crear empleos para más de un millón de trabajadores que necesitaba sacar
con urgencia de las plantillas estatales; y en segundo lugar, asestar
un golpe mortal al mercado negro legalizando a sus legiones y
poniéndolas a pagar impuestos, licencias y ocasionales multas.
En la práctica, la porción de asalariados del Estado que se acogió al trabajo en el sector “no estatal”, no fue la esperada. En julio pasado el diario Granma reportó que en poco más de año y medio se había pasado de 157,371 cuentapropistas a 387,275, para un incremento de casi 230,000 personas, Pero el diario admitió que 68 por ciento no tenía anteriormente vínculo laboral, 16 por ciento habían sido contratados por otros “cuentapropistas”, y 15 por ciento eran jubilados.
Y si bien han crecido significativamente las cifras de los trabajadores privados que aceptaron pagar licencias, impuestos y el “barato” que cobran los corruptos inspectores estatales, todavía hay un ejército de “luchadores” que prefieren seguir corriendo el riesgo de trabajar por la izquierda, en la ilegalidad.
El veterano periodista independiente Iván García presentó esta semana en un reportaje para martinoticias los casos de Alfredo, quien se gana entre 120 y 160 pesos diarios vendiendo café por las noches desde una silla plegable y una mesita de plástico; y Danilo, que recauda entre 50 y 60 pesos diarios vendiendo cucuruchos de maní a peso. Ninguno de los dos ha sacado licencia.
Muchos de estos rebeldes actúan ahora enmascarados entre los particulares con licencia o incluso amparándose tras sus licencias. Como la materia, el mercado negro cubano no se ha destruido: se ha transformado.
En la práctica, la porción de asalariados del Estado que se acogió al trabajo en el sector “no estatal”, no fue la esperada. En julio pasado el diario Granma reportó que en poco más de año y medio se había pasado de 157,371 cuentapropistas a 387,275, para un incremento de casi 230,000 personas, Pero el diario admitió que 68 por ciento no tenía anteriormente vínculo laboral, 16 por ciento habían sido contratados por otros “cuentapropistas”, y 15 por ciento eran jubilados.
Y si bien han crecido significativamente las cifras de los trabajadores privados que aceptaron pagar licencias, impuestos y el “barato” que cobran los corruptos inspectores estatales, todavía hay un ejército de “luchadores” que prefieren seguir corriendo el riesgo de trabajar por la izquierda, en la ilegalidad.
El veterano periodista independiente Iván García presentó esta semana en un reportaje para martinoticias los casos de Alfredo, quien se gana entre 120 y 160 pesos diarios vendiendo café por las noches desde una silla plegable y una mesita de plástico; y Danilo, que recauda entre 50 y 60 pesos diarios vendiendo cucuruchos de maní a peso. Ninguno de los dos ha sacado licencia.
Muchos de estos rebeldes actúan ahora enmascarados entre los particulares con licencia o incluso amparándose tras sus licencias. Como la materia, el mercado negro cubano no se ha destruido: se ha transformado.
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