miércoles, septiembre 12, 2012

VIAJE A MIAMI con una carta de recomendación de Carlos Aldana, Roberto Robaina o Abel Prieto

algo de conspiracion, mas de conspiranoia y mierda, muchisima mierda kubiche.
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Desde el sitio de
 
Emilio Ichikawa
“Yo no soy fácil”, decía ayer un cubanazo de Alberro mientras argumentaba que tuvo suficientes motivos para abandonar la isla. No menos pensada y maquillada es también esa otra frase, que parece tomada de un set de Laura Bozo, que reza: “Yo vine aquí a echar pa’lante”. Como se trata de un cubano (identidad mata política) no está pensando en un carrito sandwichero sino en la gerencia general de General Motors. Hace unos años un reportero asaltó a una mulata que había llegado a una playa de Miami y cuando hizo la pregunta fatal: “¿Y usted a qué viene a EEUU?”, la precavida le arañó en el rostro: “¡A comer pan con jamón como todos ustedes!”.
Las historias son muchas y a esta altura del juego, si no se tiene esclerosis enervante, dejan la piel de lo trágico y empiezan a sonar como muy simpáticas. Entre profesores, artistas e intelectuales cubanos residentes en el exterior o exiliados existe cierta inclinación a señalar a Fidel Castro como el responsable de la salida de Cuba. Es un modo simbólico de decir las cosas, ya que en verdad de lo que se ha escapado es de la situación creada en el medio profesional a partir, eso sí, del tipo de sociedad emergido de la revolución de 1959, comandada (o simplemente “mandada”) por Fidel Castro. Son poco creíbles la mayoría de los relatos de salidas de Cuba vinculados a una rivalidad personal con Castro; aunque se entiende la lógica: el carisma exiliar es mayor, en la medida en que crece la altura del motivo.
Pero realmente es la envidia de un colega de fila, o el resquemor de un jefe de departamento, o la severidad de un decano o un rector, lo que tiene rodando por el mundo a parte del claustro de profesores universitarios cubanos, a maestros y metodólogos del MINED, a monaguillos y curas católicos, a funcionarios del MINREX o del ISRI, a docentes de la Ñico Lopez y el ITM, etc.
Pues bien, resulta que a fuerza de acumulación demográfica, existe ya fuera de Cuba una situación bastante alarmante: se ha logrado reproducir la circunstancia, el medio, el mismo ambiente intelectual opresivo (considero específicamente los años 80-90) que supuestamente intelectuales y artistas cubanos habían buscado dejar atrás. Más peligroso es aun que, producto del oportunismo o el tipo de astucia en que entrena la sobrevivencia o “escape” totalitario, algunos de aquellos dirigentes de la cultura y la educación (epistemócratas) hayan logrado en el exilio-emigración una posición de alguna manera equivalente a la que poseían en Cuba.
Otro signo preocupante: lo que en Cuba se identificaba como “relaciones internacionales”, es decir, el vínculo (o “guara”) con aquellos profesores de Universidades extranjeras bien ubicados en la estructura burocrática, y que eran los eslabones necesarios para conseguir una invitación a Seminarios o Congresos en el exterior, siguen dependiendo de los mismos nombres; a quienes hay que volver a apelar ya una vez residenciados fuera de Cuba. El exilio-emigración, que debe ser una resurrección, es en el caso cubano una simple permuta. Eso significa que, en cuanto a los intelectuales se refiere, una gran parte no ha podido “irse” de Cuba aún cuando se haya ido de Cuba. Y es que las condiciones se han clonado: se sigue sujeto al mismo sistema de relaciones, a similar jerarquía de poder y por consiguiente a la misma autocensura. Esta continuidad avasalladora explica (parcialmente) que la mayoría de los intelectuales y escritores que achacaban a la censura dictatorial la imposibilidad de hacer una obra en Cuba, continúen en el exilio-emigración atascados en la poquedad; o incluso, repitan y auto plagien aquello que habían hecho en la isla. En lo que a Miami respecta, lo más interesante que se está produciendo en literatura, arte e ideología proviene de  personas que en Cuba poco tenían que ver con el mundo intelectual canónico. La causa: están libres de esa rémora esclavizadora que es el “contacto” y la “influencia”.
Pero hay algo más. Tampoco se cae en una posición burocrática favorable (digamos en Miami) si, por ejemplo, el jefe de un centro de estudios cubanos local no opta por avalar al burócrata venido de la isla, con el que ya tiene una relación de subordinación u obediencia probada. El resultado de esto, como decía, es la duplicación fuera de Cuba de la horma que rige la vida intelectual. Herta Müller lo vio en Alemania y un amigo me ha pasado un texto de Juan Abreu que demuestra que también lo verificó en una reciente visita a Miami. Es una de las partes más graves del “intercambio”: la complicidad de los burócratas culturales y docentes de dentro y de fuera se prolonga más allá de las movidas migratorias; por lo que puede crearse incluso una situación paradójica: mientras en la isla se cambian los Ministros y los ideólogos del Partido Comunista, en Miami van ocupando puestos de influencia (fijos o itinerantes) ex subordinados de Carlos Aldana, Roberto Robaina, Abel Prieto y hasta de José Ramón Balaguer. El resultado político-ideológico de esto es que el anticastrismo internacional está cayendo en manos de los (ex)castristas; los anticastristas históricos pasan a la resistencia enfrentados ahora a un enemigo que maneja el mismo lenguaje que ellos y que tiene hasta la habilidad de rentarle sus propios mártires. Porque al final, después de tantas escaramuzas, ha quedado claro: la huelga de hambre en la historia de las luchas cubanas la representan Mella y Boitel, cada uno para las previsibles partes.
-ILUSTRACION: chicagoweekly (online)

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