martes, septiembre 11, 2012

Maravilla Vs. Chavez Jr.-NI EL ODIO NI EL CAPRICHO DECIDIRÁN EL SÁBADO EN LAS VEGAS

Por Andrés Pascual
La “oxidación” deportiva es la sumisión del cuerpo a poca actividad oficial, en el boxeo, a pelear poco.
En la vida rutinaria, la mejor recomendación médica para mantenerse alejado de enfermedades es el ejercicio: “tiene que hacer ejercicios o…”, eso, para evitar enfermarse del corazón, de neurocerebrales…
Para un boxeador de 37 años, la edad biológica equivalente, necesitada de ejercicio con disciplina, es a partir de los 50 años, con una salvedad, el pugilista tiene que mantenerse activo peleando además de entrenando.
Últimamente, entre quejarse y protestar porque una jugarreta los despojó de una faja y vagar por cualquier esquina exigiendo la “buena”, muchos boxeadores consumen el tiempo que deberían invertir peleando contra cualquier oponente, esos a los que el fanático que no le importa la historia para poder hablar con base llama “muertos o don nadie”, como ha sido siempre y son los que abundan, porque, 3 o más buenos contemporáneos en cada división no ha habido nunca. Entonces pierden tiempo de ring (rounds) y facultades físicas…
La edad es un factor que pesa a la hora de evaluar las posibilidades de un boxeador contra otro, pero, si le pone al lado el poco ring oficial…
Cuando suceden acontecimientos como el del próximo sábado en Las Vegas, en que una miserable pelea de peso mediano le generará millones a los mercaderes de la decadencia del deporte de hoy y atará a sus asientos a todo el público hispano dividido en dos grandes grupos contrarios (ridícula caricatura del 2do pleito Louis vs Schmelling por la rivalidad enfermiza regional), es cuando se ratifica que, entre “la hermandad hispana”, lo primero que no hay es hermandad, bueno como propaganda política, pero inservible para controlar el odio y la baja pasión con que comentan (reflejo imposible de evitar) sobre el pleito el 98 % del fanático que, por lo general, se ciega ante lo que debe ver, muy ajeno al calenturiento concepto de “unos más grandes y mejores que otros, no en el boxeo, sino como ciudadanos”.
Si la pelea entre Julito y Maravilla hubiera sido dos años atrás, yo no hubiera dudado en hacer mi pronóstico favorable al argentino, a quien considero uno de los pocos virtuosos de los últimos tiempos por su velocidad, por su defensa amurallada, por su precisión al golpear, por la forma astuta al desplazarse, con total conocimiento de cómo se camina el ring y porque, a pesar de que no tiene nocao punch (que no es noquear y mucho menos hoy, con el fuera de combate técnico aplicado de forma indiscriminada y frecuente, sino tirar con un solo golpe sin recuperación a corto plazo), porque en el pugilismo se considera noqueador a quien anestesie al 50 %, pues, por su 52.8, el tipo clasifica para el concepto.
Sus últimas 3 peleas el argentino las ha resuelto después del 9no y, dándole crédito al Maestro cubano René Molina, ya que “si un boxeador puede noquear en las postrimerías del combate hay que tomarlo muy en serio, porque significa que las fuerzas y la resistencia le alcanzan hasta cuando no pueden levantarse los brazos por el cansancio”, pues debe ser un factor favorable a Maravilla, que se ha impuesto por anestesia general en 10 de sus 53 encuentros después del 8vo. Mientras, Julio César en solo dos de 48.
El 12 de marzo del 2011 el paisano de Locche le ganó por nocao técnico en el 8vo a Serguei Dzinziruk; el primero de septiembre a Darren Barker por nocao en el 11no y en marzo pasado a Matthew Macklin por detención del pleito, después que lo tiró dos veces también en el 11no. En esta pelea Barker envió a la lona a Maravilla en el 7mo y, al momento de producirse el cese, los magistrados llevaban muy pareja la anotación: uno 103-103 y los otros dos 105-101.
Con 5´10 y 75 de alcance, Sergio “Maravilla” Martínez (49 ganadas, 28 por KO´s, 2 perdidas, 1 por KO y 2 tablas en 53 batallas), va a la más grande y peligrosa pelea de sus carrera de 15 años el sábado en Las Vegas, no solo porque pudiera recuperar el cinturón mediano que tanto ha reclamado, sino porque, si pierde, no regresaría jamás al nivel de consideración que ha logrado en el ring.
Mientras, Julio César Chávez jr, del que he escrito con cautela en los últimos materiales, tiene la juventud para ganar y está en el momento justo para las grandes cosas, como que “solo boxea contra bultos”, pues tiene el ring que le ha ido aportando confianza y seguridad en sí mismo y su determinación y codicia ante la victoria, aspecto de importancia a la hora de conseguir resultados notables, ha crecido.
Este pugilista, al que no le voy a añadir colaterales inútiles para el sábado como que dio positivo o dejó de hacerse una prueba, ha mejorado muchísimo y su resistencia es evidente, así como su pegada.
Aunque hasta ayer sacrificaba la defensa a la búsqueda del combate infight, herencia del padre que, a ambos les fue inmejorable, porque ganaron, se supone que haga uso del recurso defensivo obligatorio contra un boxeador zurdo el sábado, que además, no es un zurdo cualquiera. Sin embargo, hay que ver cómo se comportará después del 8vo si el pleito pasa a rounds finales o llega al límite.
Julito, (46 ganadas, 30 KO´s y un empate en 48 peleas), de 6´pies de alto y 73 de alcance, ha noqueado al 66.7 % sobre combates efectuados, magnífico aun si los hubiera dado contra niños de 1 año de nacidos.
Al modo mío de ver la pelea, por su juventud, por su resistencia, por su determinación y por las ganas de imponer su nombre, que lo demeritan menos por su clase que por, baja pasión escondida, ser mexicano e hijo de su padre, el junior va a defender con éxito su faja de campeón de la mejor manera posible: ganándole al favorito que “le robaron” para beneficiarlo y, de paso, callarle la boca a todo el mundo. Julio César cobrará 3 millones y medio, mientras que el argentino se llevará 1 y medio.

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