jueves, agosto 30, 2012

Eleccion o traicion: cual es la diferencia

desdelahabanaivan.wordpress.com
Estaba en un lugar que pudo ser cualquiera de esta ciudad de glorias acumuladas en basureros y calles masacradas por el desorden social implantado por la dictadura castrista. A un lado unos jóvenes conversaban  de oscuros negocios, al frente sobre la acera unos niños acompañados de adultos jugaban cartas con dinero, en una casa aledaña traficaban bolsas  que después de mirar a todos lados un señor las introducía en un auto Lada, mientras otros salían con maletines repletos, un anciano cruza por la vía renqueando, vendiendo botellas de vino “para poder comer -me dice- así recorro muchas cuadras todos los días”. Una señora negra se acerca,  coloca sobre un muro cerca de los niños que juegan a las cartas unos panfletos y le pregunta al señor que habla conmigo los datos de identidad, “para llenar el registro de electores:”-le dice. Uno de los sacos traficados quedó abierto y los paquetes de galleticas dulces robados de algún lugar asomaron.
Medito entonces en las bolsas de contrabando, y los niños que juegan a las cartas con la adultez del dinero, en los jóvenes negociando, buscando la ganancia del menor esfuerzo  y el anciano que debía estar tranquilo disfrutando de la asistencia social o la retribución de la sociedad por haber existido en ella en los basureros en cualquier parte de la ciudad, y las calles masacradas; en la activa y revolucionaria  cederista que llena el registro electoral y en las “Elecciones”.
Una vez más comienza el proceso electoral en Cuba, ese acto vil y simbólico en que se ha convertido la responsabilidad de elegir a quien nos gobierna, gestión que se realiza cada 4 años  según la Constitución para legitimar el poder indefinidamente. Nuevamente alguien  elegirá un victimario, y el pueblo verdugo tomara  el hacha de la traición y guillotinará la justicia sin el más mínimo pudor. Volverán a urnas de mentiras, adornadas con niñas o niños  pioneritos víctimas de la manipulación de la inocencia, aprendices de infames que unos años más tarde repetirán la alevosía tiñendo la historia del lodo de porquerizas. Domesticados y serviles como esclavos los cubanos  asistirán al aquelarre  escoltados  del miedo al poder y a convertirse en hombres, justificando su cobardía en la intimidación del Estado como si estuviesen obligados, pero a nadie durante estos 52 años de dictadura le han colocado una pistola en el pecho para asistir a las urnas, si bien es cierto que han prevalecido las amenazas despidos y exclusiones sociales, ninguno ha ido a prisión, ni al paredón por ser un ausente.
El fraude en una urna electoral se convierte en el látigo que cuartea la piel de los humildes, si torpe, necio y misantrópico es el poder que lo practica, el pueblo que se acomoda y lo acepta lo es mucho más.

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