Por Andrés Pascual
Bueno, lo primero que se hace es ponderar las virtudes de un gran
peleador joven, del que los “sesudos” esperaron una eternidad para clasificarlo
como una de las sensaciones de la actualidad, quién sabe por qué.
De nada servía que el ganador de anoche le hubiera ganado
apabulladoramente a Erick Morales, a Kendall Holtz o a Nate Campbell, no, como
el público aquel que le exigió tanto a Manolete que lo aplaudió como debía
cuando el miura lo hirió de muerte, al hombre que anestesió a Kahn le demoraban
la entrada triunfal a las oficinas de prensa como esperando que alguien lo
quitara del camino. Se equivocó todo el mundo y lo demostró que el británico
salió como amplio favorito en las apuestas, tal vez porque tiene detrás ese
globo que cada día se desinfla más: Freddie Roach.
A los 2:28 del cuarto, el referí le pidió respuesta al perdedor y no
pudo levantar los brazos en actitud de “ready”. Fue a tiempo, lo hubieran
podido matar en ese, en el próximo o en el otro, porque ya no tenía piernas…
Resulta que Amir Kahn cae noqueado por segunda vez, cuando parecía que
el fantasma de la primera contra Breidis Prescott se había esfumado.
¿Es el inglés el fenómeno que han pretendido imponer con la ayuda de
la prensa? No, es un globo como Pacquiao, como Julio C Chávez jr que, como ya
no está Alex Ariza con ellos, pues la cosa se pone difícil porque, si bien nada
se ha podido probar en análisis, no es menos cierto que en Las Vegas solo se
hacen para detectar esteroides y no hormonas de crecimiento, posible solo a
través de pruebas o conteos de sangre. Fuera de la Ciudad de los Casinos, se ha
visto cómo las han evadido huyendo.
Yo creo que Danny García será un tremendo campeón junior welter,
porque es uno de los más fuertes y asimiladores pugilistas del momento, porque
es obsesivo tras la victoria y porque tira sin cuentos y a los lugares que más
duele.
Sin embargo y sin pretender demeritar al nuevo monarca del CMB y del
AMB, digno y merecedor de las fajas que ganó por nocao técnico, anoche Khan fue
el mismo peleador de aquella época cuando Prescott lo noqueó, del que nadie
podía decir que sería un fenómeno ni ocho cuartos; pero al que le forjaban un
nombre, quizás inmerecido, en una herrería que, a pesar de que todavía no hay
resultados acusatorios, es una indecencia por los
resultados tan sospechosos que logra.
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