sábado, julio 14, 2012

'ARTE Y OFICIO'/ Heberto Padilla

A los censores
Se pasaron la vida diseñando un patíbulo
que recobrase —después de cada ejecución­—
su inocencia perdida.
Y apareció el patíbulo,
diestro como un obrero de avanzada.
¡Un millón de cabezas cada noche!>
Y al otro día más inocente
que un conductor en la estación de trenes,>
verdugo y con tareas de poeta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario