miércoles, junio 27, 2012

Golpes de Estado disfrazados… de revoluciones

Golpe de Estado es la sustitución por la fuerza de un Gobierno legítimo. Cualquier acción de este tipo es condenable en apego al Estado de Derecho, con independencia de dónde se produzca o quién lo encabece.
Sin embargo, la “dialéctica” bolivariana, hija de la “sabiduría” castrista, tiene una manera muy peculiar de interpretar las cosas. Así, mientras el 11 de abril de 2002 “la oligarquía” venezolana dio un golpe de Estado contra Chávez, el 4 de febrero de 1992 Hugo Chávez no intentó un golpe de Estado en Venezuela, sino comenzó una revolución.
Con esa misma “dialéctica” se enfocan los recientes acontecimientos en Paraguay. Veamos los hechos, antes que los papagayos comiencen a repetir sandeces en vez de argumentar.
El poder legislativo (la cámara de representantes y la de senadores, ambas electas democráticamente), en base a la Constitución paraguaya, acordó por abrumadora mayoría el pasado jueves acusar de “mal desempeño de sus funciones” al Presidente, Fernando Lugo, y celebrarle un juicio político. El mandatario aceptó someterse a tal juicio. En el desarrollo del mismo, al día siguiente, se presentaron las acusaciones contra el gobernante, y sus abogados expusieron los argumentos de defensa del mandatario.
A continuación, el Senado, única institución autorizada para hacerlo, procedió a la votación: 39 senadores, de 45 posibles (87 %), votaron por la destitución del Presidente, aunque bastaba con 30. El ya ex mandatario habló ante las cámaras: “Me someto a la decisión del Congreso”. El vicepresidente, electo junto a Lugo en 2008, pasó a ocupar la presidencia de la nación. Le dijo al ya ex presidente que utilizara todo el tiempo que necesitara para mudarse del palacio de gobierno. Ninguna cacería de brujas.
Los acontecimientos se desarrollaron pacíficamente. Manifestaciones a favor o en contra demostraban que se respetó la libre expresión, y tras la natural conmoción informativa los paraguayos regresaron a sus actividades cotidianas. Los periódicos paraguayos destacaban el martes la saga del proceso, pero también noticias de fútbol. El máximo organismo electoral del país no modificó la fecha de las elecciones previstas para abril, ni el traspaso de poderes en agosto de 2013: una situación normal, regida por las leyes.
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