jueves, mayo 24, 2012

Otras maneras de asesinar ideas y hombres/ Espinaxiones

nalocos.blogspot.com
Despues de muchos mas de 40 años cuando aun se creia en cuentos de hadas y de un futuro de progreso y hombres nuevos.

Habia una vez una isla con todo un pueblo poseido por el demonio...

INSTRUCCIONES PARA INGRESAR EN UNA NUEVA SOCIEDAD
un paso al frente, y dos o tres atrás:
pero siempre aplaudiendo.

EL DISCURSO DEL MÉTODO



Párate ante el espejo más alto de la sala, tranquilamente,
y contempla tu vida, y contémplate ahora como eres porque ésta será la última vez.
Ya están quitando las barricadas de los parques. Ya los asaltadores del poder están subiendo a la tribuna.
Ya el perro, el jardinero, el chofer, la criada
están allí aplaudiendo.


Nunca fueron tan actuales muchos de los poemas. Victimas no han faltado. El mismo Lezama Lima fue una de tales victimas por otros medios mientras que al dia siguiente de su muerte con el cadaver aun caliente e insepulto comenzaron como las auras a disponer de sus despojos y recaudar las malditas divisas con "Paradiso" y otras obras y eventos hipocritas acerca del ilustre intelectual que no habian respetado ni homenajeado en vida.

"La dirección de la UNEAC no renuncia al derecho ni al deber de velar por el mantenimiento de los principios (a mas de 40 años seguimos buscando tales principios) que informan nuestra Revolución, uno de los cuales es sin duda la defensa de ésta, así de los enemigos declarados y abiertos como –y son los más peligrosos– de aquellos otros que utilizan medios más arteros y sutiles para actuar."


PARA ACONSEJAR A UNA DAMA
¿Y si empezara por aceptar algunos
hechos como ha aceptado –es un ejemplo–
a ese negro becado
que mea desafiante en su jardín?
 
Meta a un becado en la cama.
Que sus muslos ilustren la
lucha de contrarios.
Que su lengua sea más hábil
que toda la dialéctica.
Salga usted vencedora
de esta lucha de clases.

 


Heberto Padilla

Fuera del juego
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Heberto Padilla
Fuera del juego
Premio Julián del Casal 1968
Edición íntegra
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Premio de Poesía Julián del Casal, 1968
El jurado estuvo integrado por:
J. M. COHEN
CÉSAR CALVO
JOSÉ LEZAMA LIMA
JOSÉ Z. TALLET
MANUEL DÍAZ MARTÍNEZ
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DICTAMEN DEL JURADO DEL PREMIO DE POESÍA "JULIÁN DEL CASAL" 1968
LOS MIEMBROS DEL jurado del género Poesía que hemos actuado en el concurso UNEAC de 1968, acordamos unánimemente conceder el Premio «Julián del Casal» al libro intitulado Fuera del Juego, de Heberto Padilla. Puesto que ningún otro libro, a nuestro juicio, tuvo méritos suficientes para disputarle el premio al que resultó vencedor, acordamos, además, no otorgar menciones honoríficas.
Consideramos que, entre los libros que concursaron, Fuera del Juego se destaca por su calidad formal y revela la presencia de un poeta en posesión plena de sus recursos expresivos.
Por otra parte, en lo que respecta al contenido, hallamos en este libro una intensa mirada sobre problemas fundamentales de nuestra época y una actitud crítica ante la historia. Heberto Padilla se enfrenta con vehemencia a los mecanismos que mueven la sociedad contemporánea y su visión del hombre dentro de la historia es dramática y, por lo circulodepoesia.com 4

Cuba: el archivo de Connie

mismo, agónica (en el sentido que daba Unamuno a esta expresión, es decir, de lucha). Padilla reconoce que, en el seno de los conflictos a que los somete la época, el hombre actual tiene que situarse, adoptar una actitud, contraer un compromiso ideológico y vital al mismo tiempo, y en Fuera del Juego se sitúa del lado de la Revolución, se compromete con la Revolución y adopta la actitud que es esencial al poeta y al revolucionario: la del inconforme, la del que aspira a más porque su deseo lo lanza más allá de la realidad vigente.
Aquellos poemas, cuatro o cinco a lo sumo, que fueron objetados, habían sido publicados en prestigiosas revistas cubanas del actual momento revolucionario. Así, por ejemplo, el poema En tiempos difíciles había sido publicado en la revista Casa de las Américas, bajo el rótulo «Veinte poemas hablan desde la Revolución», sin que en el momento de su publicación se engendrara ningún comentario desfavorable. Otros poemas habían sido publicados en la revista del Consejo Nacional de Cultura y de la UNEAC así como en revistas extranjeras que muestran un apasionado entusiasmo por nuestra Revolución.
La fuerza y lo que le da sentido revolucionario a este libro es, precisamente, el hecho de no ser apologético, sino crítico, polémico, y estar esencialmente vinculado a la idea de la Revolución como la única solución posible para los problemas que obsesionan a su autor, que son los de la época que nos ha tocado vivir.
J. M. COHEN
CÉSAR CALVO
JOSÉ LEZAMA LIMA
JOSÉ Z. TALLET
MANUEL DÍAZ MARTÍNEZ
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DECLARACIÓN DE LA U.N.E.A.C.
EL DÍA 28 de octubre de este año se reunieron en sesión conjunta el comité director de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y los jurados extranjeros y nacionales designados por ella en el concurso literario que, como en años anteriores, tuvo lugar en éste. El fin de dicha reunión era el de examinar juntos los premios otorgados a dos obras: en poesía, la titulada Fuera del Juego, de Heberto Padilla, y en teatro, Los siete contra Tebas, de Antón Arrufat. Ambas ofrecían puntos conflictivos en un orden político, los cuales no habían sido tomados en consideración al dictarse el fallo, según el parecer del comité director de la Unión. Luego de un amplísimo debate, que duró varias horas, en el que cada asistente se expresó con entera independencia, se tomaron los siguientes acuerdos, por unanimidad:

1. Publicar las obras premiadas de Heberto Padilla en poesía y Antón Arrufat en teatro. circulodepoesia.com 6

2. El comité director insertará una nota en ambos libros expresando su desacuerdo con los mismos por entender que son ideológicamente contrarios a nuestra Revolución.
3. Se incluirán los votos de los jurados sobre las obras discutidas, así como la expresión de las discrepancias mantenidas por algunos de dichos jurados con el comité ejecutivo de la UNEAC.
En cumplimiento, pues, de lo anterior, el comité director de la UNEAC hace constar por este medio su total desacuerdo con los premios concedidos a las obras de poesía y teatro que, con sus autores, han sido mencionados al comienzo de este escrito. La dirección de la UNEAC no renuncia al derecho ni al deber de velar por el mantenimiento de los principios que informan nuestra Revolución, uno de los cuales es sin duda la defensa de ésta, así de los enemigos declarados y abiertos como –y son los más peligrosos– de aquellos otros que utilizan medios más arteros y sutiles para actuar.
El IV Concurso Literario de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba, tuvo lugar en momentos en que alcanzaban en nuestro país singular intensidad ciertos fenó-menos típicos de la lucha ideológica, presentes en toda revolución social profunda. Corrientes de ideas, posiciones y actitudes cuya raíz se nutre siempre de la sociedad abolida por la Revolución, se desarrollaron y crecieron, plegándose sutilmente a los cambios y variaciones que imponía un proceso revolucionario sin acomodamientos ni transigencias.
El respeto de la revolución cubana por la libertad de expresión, demostrable en los hechos, no puede ser puesto en duda. Y la Unión de Escritores y Artistas, considerando que aquellos fenómenos desaparecerían progresivamente, barridos por un desarrollo económico y social que se reflejaría en la superestructura, autorizó la publicación en sus ediciones de textos literarios cuya ideología, en la superficie o subyacente, andaba a veces muy lejos o se enfrentaba a los fines de nuestra revolución.
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Cuba: el archivo de Connie

Esta tolerancia, que buscaba la unión de todos los creadores literarios y artísticos, fue al parecer interpretada como un signo de debilidad, favorable a la intensificación de una lucha cuyo objetivo último no podía ser otro que el intento de socavar la indestructible firmeza ideológica de los revolucionarios.
En los últimos meses hemos publicado varios libros, en los que en dimensión mayor o menor y por caminos diversos, se perseguía idéntico fin. Era evidente que la decisión de respetar la libertad de expresión hasta el mismo límite en que ésta comienza a ser libertad para la expresión contrarrevolucionaria, estaba siendo considerada como el surgimiento de un clima de liberalismo sin orillas, producto siempre del abandono de los principios. Y esta interpretación es inadmisible, ya que nadie ignora, en Cuba o fuera de ella, que la caracte-rística más profunda y más hermosa de la revolución cubana, es precisamente su respeto y su irrenunciable fidelidad a los principios que son la raíz profunda de su vida.
Como dijimos en dos de los seis géneros literarios concursantes, Poesía y Teatro, la Dirección de la Unión encontró que los premios habían recaído en obras construidas sobre elementos ideológicos francamente opuestos al pensamiento de la Revolución.
En el caso del libro de poesía, desde su título: Fuera del Juego, juzgado dentro del contexto general de la obra, deja explícita la auto-exclusión de su autor de la vida cubana.
Padilla mantiene en sus páginas una ambigüedad mediante la cual pretende situar, en ocasiones, su discurso en otra latitud. A veces es una dedicatoria a un poeta griego, a veces una alusión a otro país. Gracias a este expediente demasiado burdo cualquier descripción que siga no es aplicable a Cuba, y las comparaciones sólo podrán establecerse en la conciencia sucia del que haga los paralelos. Es un recurso utilizado en la lucha revolucionaria que el autor quiere aplicar ahora precisamente, contra las fuerzas circulodepoesia.com 8
revolucionarias. Exonerado de sospechas, Padilla puede lanzarse a atacar la revolución cubana amparado en una referencia geográfica.
Aparte de la ambigüedad ya mencionada, el autor mantiene dos actitudes básicas: una criticista y otra antihistórica. Su criticismo se ejerce desde un distanciamiento que no es el compromiso activo que caracteriza a los revolucionarios. Este criticismo se ejerce además prescindiendo de todo juicio de valor sobre los objetivos finales de la Revolución y efec-tuando transposiciones de problemas que no encajan dentro de nuestra realidad. Su antihistoricismo se expresa por medio de la exaltación del individualismo frente a las demandas colectivas del pueblo en desarrollo histórico y manifestando su idea del tiempo como un círculo que se repite y no como una línea ascendente. Ambas actitudes han sido siempre típicas del pensamiento de derecha, y han servido tradicionalmente de instrumento de la contrarrevolución.
En estos textos se realiza una defensa del individualismo frente a las necesidades de una sociedad que construye el futuro y significan una resistencia del hombre a convertirse en combustible social. Cuando Padilla expresa que se le arrancan sus órganos vitales y se le demanda que eche a andar, es la Revolución, exigente en los deberes colectivos quien des-membra al individuo y le pide que funcione socialmente. En la realidad cubana de hoy, el despegue económico que nos extraerá del subdesarrollo exige sacrificios personales y una contribución cotidiana de tareas para la sociedad. Esta defensa del aislamiento equivale a una resistencia a entregarse en los objetivos comunes, además de ser una defensa de su-peradas concepciones de la ideología liberal burguesa.
Sin embargo para el que permanece al margen de la sociedad, fuera de juego, Padilla reserva sus homenajes. Dentro de la concepción general de este libro el que acepta la socie-dad revolucionaria es el conformista, el obediente. El desobediente, el que se abstiene, es el
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visionario que asume una actitud digna. En la conciencia de Padilla, el revolucionario baila como le piden que sea el baile y asiente incesantemente a todo lo que le ordenan, es el acomodado, el conformista que habla de los milagros que ocurren. Padilla, por otra parte, resucita el viejo temor orteguiano de las minorías selectas a ser sobrepasadas por una masividad en creciente desarrollo. Esto tiene, llevado a sus naturales consecuencias, un nombre en la nomenclatura política: fascismo.
El autor realiza un trasplante mecánico de la actitud típica del intelectual liberal dentro del capitalismo, sea ésta de escepticismo o de rechazo crítico. Pero si al efectuar la transposición, aquel intelectual honesto y rebelde que se opone a la inhumanidad de la llamada cultura de masas y a la cosificación de la sociedad de consumo, mantiene su misma actitud dentro de un impetuoso desarrollo revolucionario, se convierte objetivamente en un reaccionario. Y esto es difícil de entender para el escritor contemporáneo que se abraza de-sesperadamente a su papel anticonformista y de conciencia colectiva, pues es ése el que le otorga su función social y cree –erróneamente–, que al desaparecer ese papel también será barrido como intelectual. No es el caso del autor que por haber vivido en ambas sociedades conoce el valor de una y otra actitud y selecciona deliberadamente.
La revolución cubana no propone eliminar la crítica ni exige que se le hagan loas ni cantos apologéticos. No pretende que los intelectuales sean corifeos sin criterio. La obra de la Revolución es su mejor defensora ante la historia, pero el intelectual que se sitúa críticamente frente a la sociedad, debe saber que, moralmente, está obligado a contribuir también a la edificación revolucionaria.
Al enfocar analíticamente la sociedad contemporánea, hay que tener en cuenta que los problemas de nuestra época no son abstractos, tienen apellido y están localizados muy con-cretamente. Debe definirse contra qué se lucha y en nombre de qué se combate. No es lo
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mismo el colonialismo que las luchas de liberación nacional; no es lo mismo el imperialismo que los países subyugados económicamente; no es lo mismo Cuba que Estados Unidos; no es lo mismo el fascismo que el comunismo, ni la dictadura del proletariado es similar en lo absoluto a las dictaduras castrenses latinoamericanas.
Al hablar de la historia "como el golpe que debes aprender a resistir", al afirmar que "ya tengo el horror / y hasta el remordimiento de pasado mañana" y en otro texto: "sabemos que en el día de hoy está el error / que alguien habrá de condenar mañana", ve a la historia como un enemigo, como un juez que va a castigar. Un revolucionario no teme a la historia, la ve, por el contrario, como la confirmación de su confianza en la transformación de la vida.
Pero Padilla apuesta sobre el error presente –sin contribuir a su enmienda–, y su escepticismo se abre paso ya sin límites, cerrando todos los caminos: el individuo se disuelve en un presente sin objetivos y no tiene absolución posible en la historia. Sólo queda para el que vive en la revolución abjurar de su personalidad y de sus opiniones para convertirse en una cifra dentro de la muchedumbre para disolverse en la masa despersonalizada. Es la vieja concepción burguesa de la sociedad comunista.
En otros textos Padilla trata de justificar, en un ejercicio de ficción y de enmascaramiento, su notorio ausentismo de su patria en los momentos difíciles en que ésta se ha enfrentado al imperialismo; y su inexistente militancia personal; convierte la dialéctica de la lucha de clases en la lucha de sexos; sugiere persecuciones y climas represivos en una revolución como la nuestra que se ha caracterizado por su generosidad y su apertura, identifica lo revolucionario con la ineficiencia y la torpeza; se conmueve con los contrarrevolucionarios que se marchan del país y con los que son fusilados por sus crí-menes contra el pueblo y sugiere complejas emboscadas contra sí que no pueden ser índice
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más que de un arrogante delirio de grandeza o de un profundo resentimiento. Resulta igualmente hiriente para nuestra sensibilidad que la Revolución de Octubre sea encasillada en acusaciones como "el puñetazo en plena cara y el empujón a medianoche", el terror que no puede ocultarse en el viento de la torre Spaskaya, las fronteras llenas de cárceles, el poeta "culto en los más oscuros crímenes de Stalin", los cincuenta años que constituyen un "círculo vicioso de lucha y de terror", el millón de cabezas cada noche, el verdugo con tareas de poeta, los viejos maestros duchos en el terror de nuestra época, etcétera.
Si en definitiva en el proceso de la revolución soviética se cometieron errores, no es menos cierto que los logros –no mencionados en El abedul de hierro–, son más numerosos, y que resulta francamente chocante que a los revolucionarios bolcheviques, hombres de pureza intachable, verdaderos poetas de la transformación social, se les sitúe con falta de objetividad histórica, irrespetuosidad hacia sus actos y desconsideración de sus sacrificios.
Sobre los demás poemas y sobre estos mencionados, dejemos el juicio definitivo a la conciencia revolucionaria del lector que sabrá captar qué mensaje se oculta entre tantas sugerencias, alusiones, rodeos, ambigüedades e insinuaciones.
Igualmente entendemos nuestro deber señalar que estimamos una falta ética matizada de oportunismo que el autor en un texto publicado hace algunos meses, acusara a la UNEAC con calificativos denigrantes, y que en un breve lapso y sin que mediara una rectificación se sometiera al fallo de un concurso que esta institución convoca.
También entendemos como una adhesión al enemigo, la defensa pública que el autor hizo del tránsfuga Guillermo Cabrera Infante, quien se declaró públicamente traidor a la Revolución.
En última instancia concurren en el autor de este libro todo un conjunto de actitudes, opiniones, comentarios y provocaciones que lo caracterizan y sitúan políticamente en tér-
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minos acordes a los criterios aquí expresados por la UNEAC, hechos que no eran del conocimiento de todos los jurados y que alargarían innecesariamente este prólogo de ser expuestos aquí.
En cuanto a la obra de Antón Arrufat, Los siete contra Tebas, no es preciso ser un lector extremadamente suspicaz, para establecer aproximaciones más o menos sutiles entre la realidad fingida que plantea la obra, y la realidad no menos fingida que la propaganda imperialista difunde por el mundo, proclamando que se trata de la realidad de Cuba revolucionaria. Es por esos caminos como se identifica a la "ciudad sitiada" de esta versión de Esquilo con la "isla cautiva" de que hablara John F. Kennedy. Todos los elementos que el imperialismo yanqui quisiera que fuesen realidades cubanas, están en esta obra, desde el pueblo aterrado ante el invasor que se acerca (los mercenarios de Playa Girón estaban convencidos que iban a encontrar ese terror popular abriéndoles todos los caminos), hasta la angustia por la guerra que los habitantes de la ciudad (el Coro), describen como la suma del horror posible, dándonos implícito el pensamiento de que lo mejor sería evitar ese horror de una lucha fratricida, de una guerra entre hermanos. Aquí también hay una realidad fingida: los que abandonan su patria y van a guarecerse en la casa de los enemigos, a conspirar contra ella y prepararse para atacarla, dejan de ser hermanos para convertirse en traidores. Sobre el turbio fondo de un pueblo aterrado, Etéocles y Polinice dialogan a un mismo nivel de fraterna dignidad.
Ahora bien: ¿a quién o a quiénes sirven estos libros? ¿Sirven a nuestra revolución, calumniada en esa forma, herida a traición por tales medios?
Evidentemente, no. Nuestra convicción revolucionaria nos permite señalar que esa poesía y ese teatro sirven a nuestros enemigos, y sus autores son los artistas que ellos necesitan para alimentar su caballo de Troya a la hora en que el imperialismo se decida a
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poner en práctica su política de agresión bélica frontal contra Cuba. Prueba de ello son los comentarios que esta situación está mereciendo de cierta prensa yanqui y europea occidental, y la defensa, abierta unas veces y entreabierta otras, que en esa prensa ha comenzado a suscitar. Está en el juego, no fuera de él, ya lo sabemos, pero es útil repetirlo, es necesario no olvidarlo.
En definitiva, se trata de una batalla ideológica, un enfrentamiento político en medio de una revolución en marcha, a la que nadie podrá detener. En ella tomarán parte no sólo los creadores ya conocidos por su oficio, sino también los jóvenes talentos que surgen en nuestra isla, y sin duda los que trabajan en otros campos de la producción y cuyo juicio es imprescindible, en una sociedad integral.
En resumen: la dirección de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba rechaza el contenido ideológico del libro de poemas y de la obra teatral premiados.
Es posible que tal medida pueda señalarse por nuestros enemigos declarados o encubiertos y por nuestros amigos confundidos, como un signo de endurecimiento. Por el contrario, entendemos que ella será altamente saludable para la Revolución, porque significa su profundización y su fortalecimiento al plantear abiertamente la lucha ideológica.

Comité Director de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba
La Habana, 15 de noviembre de 1968
"Año del Guerrillero Heroico"


LOS QUE SE ALEJAN SIEMPRE SON LOS NIÑOS Los que se alejan siempre son los niños,
sus dedos aferrados a las grandes maletas
donde las madres guardan los sueños y el horror.

CANTAN LOS NUEVOS CÉSARES
Nosotros seguimos construyendo el Imperio.
Es difícil construir un imperio cuando
se anhela toda la inocencia del mundo.
Pero da gusto construirlo con esta lealtad
y esta unidad política con que lo estamos construyendo nosotros.
Hemos abierto casas para los dictadores y para sus ministros,
avenidas para llenarlas de fanfarrias en
la noche de las celebraciones, establos para
las bestias de carga, y promulgamos leyes más espontáneas que verdugos,
y ya hasta nos conmueve ese sonido que hace
la campanilla de la puerta donde vino a instalarse el prestamista.
Todavía lo estamos construyendo con todas las de la ley
con su obispo y su puta y por supuesto muchos policías.


La autocritica

http://ytodolodemas.blogspot.com/2007/09/heberto-padilla-en-la-unin-de.html

HEBERTO PADILLA: Desde anoche a las doce y media la dirección de la Revolución me puso en libertad y me ha dado la oportunidad de diri¬girme a mis amigos y compañeros sobre una serie de aspectos... Ustedes saben que desde el pasado 20 de marzo yo estaba detenido por la Seguridad del Estado... por contrarrevolucionario... Esa acusación estaba fundamentada por una serie de actitudes, por una serie de críticas... No, no, no. Críticas no es una palabra adecuada a mi actitud, sino por una serie de injurias y difamaciones a la Revolución que constituyen y constituirán siempre mi vergüenza...
"Yo, bajo el disfraz de un escritor rebelde, lo único que hacía era ocultar mi desafecto a la Revolución... Se me dirá que eran críticas pri¬vadas, que eran críticas personales, que eran opiniones, pero eso para mí no tiene importancia... Porque no podía ser que se mantuviera esa duplicidad, que en público yo me manifestase como un vulgar contrarrevolucionario objetivo... Esos fueron mis errores, de los que yo he hablado durante este mes en la Seguridad del Estado. .. Yo asumí posiciones y, además, lo que es peor, llevé esas posiciones al terreno de la poesía… Ustedes saben que me estoy refiriendo a Fuera de juego… ¿Ustedes piensan, si pueden leer este libro, que es un libro revoluciona¬rio?... Ese libro está lleno de amargura, está lleno de pesimismo... Ese libro expresa un desencanto... Yo he tenido muchos días para discutir esos temas, y los compañeros de la Seguridad del Estado no son policías ele¬mentales, son gente muy inteligente, mucho más inteligentes que yo ... y así me fui separando de mis amigos Fernández Retamar, Lisandro Otero, Edmundo Desnoes, Ambrosio Fornet, para citar sólo algunos.... Después, ¿quiénes fueron mis amigos? Periodistas extranjeros que venían a Cuba (como K. S. Karol). ¿Y qué buscaban esos periodistas? ¿Venían a admi¬rar la grandeza de la Revolución? No. Ellos buscaban al desafecto Heberto Padilla, al resentido marginal. .. Ellos sabían el juego en que yo estaba, me halagaban, me entrevistaban, hacían de mí semblanzas adorables, y yo me beneficiaba con este juego, mi nombre estaba en circula¬ción… Yo me consideraba un intocable típico, como esos escritores en los países socialistas que escriben libros, los publican clandestinamente fuera de su país y se convierten en intocables, en hombres que el Estado no puede tocar... Y no digamos las veces que he sido injusto e ingrato con Fidel, de lo cual nunca realmente me cansaré de arrepentirme...
"Estoy convencido de que muchos de los que yo veo aquí delante de mí, mientras yo he estado hablando, se han sentido consternados de cuánto se parecen sus actitudes a mis actitudes; de cuánto se parece mi vida, la vida que yo he llevado, a la vida que ellos llevan; de cuánto se parecen mis defectos a los suyos, mis opiniones a las suyas... Y estoy seguro de que, al oír estas palabras ahora dichas por mí, pensarán que con igual razón la Revolución no puede seguir tolerando esa situación de conspiración venenosa de todos los grupitos desafectos de las zonas intelectuales y artísticas... Porque si yo mencionara, por ejemplo, ahora, a mi propia mujer, Belkis, que tanto ha sufrido con todo esto, y le dijese, como le podría decir, cuánto grado de amargura, de desafecto y de resentimien¬to ella ha acumulado inexplicablemente durante estos años, ella sería incapaz de ponerse de pie y desmentirme. Porque ella sabe que yo estoy diciendo la verdad.
"Y lo mismo podría decir de un amigo entrañable, que tantas cosas positivas ha hecho por la Revolución en otros momentos, pero que últimamente se ha mostrado amargado, desafecto y contrarrevolucionario, como es Pablo Armando Fernández. Y yo sé que Pablo Armando, qué está aquí, sería incapaz de levantarse y desmentirme, porque Pablo Armando sabe que muchas veces hemos hablado de estos temas...
"Y lo mismo, compañeros, podría decir de otro querido amigo como es César López, a quien yo admiro y respeto. César López ha hecho conmigo análisis derrotistas, análisis negativos de la Revolución. ¡Qué ya a pararse César a contradecirme! Se pondría de píe para decirme que tengo la razón. (César López dice algo ininteligible.) Sí, César, ahí está. Y me alegra que lo haya dicho, César, tú sabes que tengo la razón. .. Lo mismo que digo de César lo puedo decir de muchos otros amigos en quienes pensaba, porque en Seguridad del Estado tuve muchos días para pensar, porque los, días son largos en un mes... Por ejemplo, yo pensaba en ,cuánto se diferencia la poesía de aquel formidable José Yanes de hace dos años, de ese Yanes que reaparece con una poesía indigna de su época, una poesía derrotista, una poesía parecida a la de César, parecida a la mía, por la misma línea enferma... Yo pensaba en Yanes y yo decía: qué lástima no poder ir ahora y decide: ¿Tú no te das cuenta, Yanes? ¿Tú no comprendes que la Revolución a ti te lo ha dado todo? Y yo decía: Sí, sí, sí, se va a dar cuenta. Y yo pensaba: Si yo dijera esto en público, Yanes diría: 'Sí tienes razón, chico... '
"Y yo pensaba en otro joven, en un joven de talento excepcional, un joven al que quiero mucho, en Norberto Fuentes, al que acabo de ver hace un momento... Porque yo sentía, allí donde estaba, cuánta diferencia había entre los cuentos apasionados y llenos de cariño de Norberto por los combatientes revolucionarios, y las opiniones que él y yo habíamos compartido. El, que había vivido tan estrechamente unido a la Seguridad del Estado. El, en quien la Seguridad del Estado había depositado una confianza absoluta. .. Pensaba, sin embargo, que, no sé, la Revolución había construido una especie de maquinaria contra él, contra nosotros, para devorarnos. Y yo recuerdo que justamente estuvimos un día antes de mi detención juntos, hablando siempre sobre temas en que la Seguridad aparecía como la gente que nos iba a devorar...
"Compañeros, la Revolución no podía tolerar esta situación, yo lo comprendo. Ya, por ejemplo, pensaba, recordaba a Manuel Díaz Martínez, y yo decía: ¿Cómo es posible que Manuel, a quien tanto admiro, se dé a este tipo de actitud desafecta, triste, amargada? Yo sé, yo estoy convencido de que tampoco Manolo sería capaz de contradecirme. Yo sé que puedo mencionar a José Lezama Lima. Los juicios de Lezama Lima no han sido siempre justos con la Revolución. Y todos estos juicios, compañeros, todas estas actitudes y estas actividades a que yo me refiero, son muy conocidas, y además muy conocidas en Seguridad del Estado. Yo no estoy dando noticias aquí a nadie, y mucho menos a Seguridad del Estado. Yo pensaba en todos estos compañeros en esa celda, que no era una celda precisamente sombría... como me había dicho el compañero Buzzi, a quien no veo por aquí. ¿Está aquí? Ah, sí. Allí está el compañero Buzzi. Yo no vi aquella atmósfera que él me decía...

"Compañeros, yo tengo que ser sincero para terminar eso. Yo tengo que decirles que llegué a la conclusión, pensando en el sector de nues¬tra cultura, que si hay un sector políticamente a la zaga de la Revolución, es el sector de la cultura y del arte. Nosotros no hemos estado a la altura de esta Revolución... Es increíble los diálogos que yo he tenido con los compañeros de Seguridad del Estado... quienes ni siquiera me han interrogado, porque ésa ha sido una larga e inteligente y brillante y fabulosa forma de persuasión conmigo. Me han hecho ver claramente cada uno de mis errores. Y por eso yo he visto cómo la Seguridad no era el orga¬nismo férreo; el organismo cerrado que mi febril imaginación muchas veces imaginó y muchísimas veces infamó, sino un grupo de compañeros esforzadísimos que trabajan día y noche para asegurar momentos como éste, para asegurar generosidades como éstas, comprensiones casi injustifi¬cables como ésta: que a un hombre como yo se le dé la oportunidad de que rectifique radicalmente su vida, como quiera rectificarla."

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