Desde el sitio de Ichikawa
Arnaldo M. Fernández
En su panfleto La vocación sacerdotal en Cuba, monseñor
Carlos Manuel de Céspedes y García-Menocal (CMCGM) tocó la clave
bayamesa: «Si la clerecía no difunde entre sus miembros que el
sacerdocio no se puede asumir como actitud evasiva, sino como respuesta
posible a las necesidades espirituales de la patria, la vocación
sacerdotal en Cuba estará condenada a muerte». Así la noción conciliar
de «pueblo de Dios» se reajusta como iglesia encarnada por obra y gracia
de su clerecía, pero el contexto vital mundano proseguía siendo la Isla
de Cuba pintoresca. La tensión política cardinal afloraba con el
exilio: la iglesia cubana está en la Isla, pero no puede desentenderse
de la comunidad de emigrados, en tanto la iglesia cubano-americana
radica en Miami, pero se arroga optar por todos los cubanos, a pesar de
ser evidente que sólo cabe alinearse con la feligresía local. CMCGM
buscó evadir la falacia de concreción fuera de lugar y llamó a
«reconocernos miembros de esta comunidad humana concreta». Para lidiar
con ella —los índices de religiosidad se han detectado en el 85% de la
población, pero casi todos se acuerdan de Jesucristo ya sólo cuando
truena— hilvanó hasta la serie de artículos «Concretando» en la sección
«Mundo Católico», a partir del 4 de septiembre de 1966.
Antes había eslabonado otra cadena —del 20 de marzo al 29 de mayo de 1966— contra el documental húngaro ¿En seis días?,
que desde la «ciencia soviética» echaba tierra y daba pisón a la vía
bíblica para llegar a orígenes del universo. El profesor de filosofía
marxista-leninista y «libre pensador» católico Aurelio Alonso
(Universidad de La Habana) ese bajaría hacia octubre de 1966 en El Caimán Barbudo con «Mundo Católico y Teilhard de Chardin» para enredarse en polémica con CMGM.
Esta polémica acreditaría que Alonso —como señaló CMCGM— «confunde fe
y sentimiento religioso y fe y teología. Más aún, que confunde fe y
filosofía cristiana», pero también que la cautela de CMCGM llegaba
despachar la represión secular de la iglesia contra los hombres de
ciencia y hasta sus condenas a muerte como simple «tensión» entre
ciencia y religión. Para colmo CMCGM soltó que la reacción airada de
muchos creyentes ante el pensamiento científico traía su causa de
«inocente despiste». A la postre El Mundo sacó hasta una carta
anónima de otro «católico común» que demandaba a los obispos no sólo
respetar, sino aceptar a incorporar el orden sociopolítico vigente a la
prédica y acción eclesial. CMCGM cerró su sección (marzo 5, 1967) con
diálogo —real o supuesto— con cierto amigo ateo que entrañaba «un test a
nuestra conciencia».
El ateísmo oficial se afianzaría con las Tesis y Resoluciones del I
Congreso del único partido y hasta se refrendaría en la Constitución
Socialista (1976), pero el partido único tiene mucho de iglesia y
abandonó con prudencia su tesitura atea en el IV Congreso (1991) para
abstenerse incluso de confirmarla en la Constitución reformada (1992).
Los Padres de la Iglesia católica pensaron había llegado el
apocalipsis predicho al derrumbarse el Imperio Romano. La sobrevivencia
de la propia iglesia demostraría hasta qué punto estaban equivocados. El
giro actual de la iglesia católica en Cuba hacia el concordato
implícito con el Estado totalitario indica que los jerarcas católicos se
convencieron ya de que, al venirse abajo el Muro de Berlín, incurrieron
en el mismo error de aquellos padres. La persistencia del castrismo
puede antojárseles eclesial.
-Ilustración: Vladimir Tatlin, Un cráneo en libro abierto (1950)
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