hook de izquierda
Por Andrés Pascual
Ahora es cuando
Manny Pacquiao necesita a sus seguidores, a sus ciegos y fanaticos aduladores,
ahora que el pulpo lo quiere destruir…antes de que lo haga Bradley.
No acostumbro
defender ni justificar a nadie que crea que juegue sucio en el deporte, no es
mi estilo. Una vez alabé a un peleador de la divisón pluma importado de
Filipinas que se desplazaba, a pesar de su técnica rudimentaria y su estilo
feo, con la superioridad necesaria para brillar en ese peso, quizás hasta capaz
de discutirle lo mejor de todos los tiempos a Willie Pep; pero, por obra y
gracia de malhechores, lo sometieron a un proceso de “crecimiento” raro, con lo
que ganó seguidores, pero perdió su encanto natural, entonces inició la subida
de una cúspide que solo podía con la ayuda de sustancias ajenas a la naturaleza
humana, porque ningún tipo de entrenamiento, ningún trainer, puede lograr con la rutina decente y
diaria lo que Freddie Roach con Manny Pacquiao y ese cambio espectacular le
produjo dividendos al entrenador, por varios premios como Preparador del Año y
a la agencia Top Rank y a su jefe bastante dinero.
Cuando el
Senador comenzó a molestarse ante la evidencia de que aparecía más veces en la
prensa que Floyd Mayweather jr, pero ganaba menos, cuando supuso que era mejor
que el Niño Feísimo, pero sus contratos eran por menos de la mitad, tal vez, de
los que firmaba aquel , entonces le protestó a los mismos que inflaron su
leyenda, gente que, nadie lo dude, sabían bien la razón por la que al Moreno
había que pagarle más y no estaban a la disposición de cambiar nada ni porque
el asiático no entiendiera ni por caprichos infantiles, a fin de cuentas,
también se “mojaban” de vez en cuanto con el río de dólares que había que
pagarle al convicto por violencia doméstica.
Manny Pacquiao
no sospechaba que una sola razón decidía el Mercado a favor de Mayweather jr:
la rentabilidad es enorme entre uno y otro y no sé si ya entendió lo triste del
caso que, popular, lo que se dice poder de convocatoria general por
circunstancias de personalidad y clase, es el “Money”. Si todavía no ha sido
capaz de entender algunas cosas de su estado real, los tiempos, que se le están
poniendo tormentosos, lo van a despertar…
Hubo una
historia paralela de Pacquiao, facturada posiblemente con el dinero que hiciera
falta para callar a la prensa o para comprar a quien fuera necesario que
pudiera dar noticias de su comportamiento como persona común y corriente cuando
no estaba en el ring; entonces echó a andar el guión del super buen samaritano,
del extraordinario individuo, tan artificial como su condición para moverse en
el ring, que atendía individualmente la pena y la aliviaba, de todos sus
compatriotas, así de grande fue aquella campaña.
Pero los
intereses de los hombres que dirigen el boxeo pueden cambiar radicalmente si se
les molesta y, aunque el tipo que representa a un gladiador no pierda su
sonrisa cuantas veces sea necesario para la fotografía, ya es el monstruo cuyo
único objetivo sera desaparecerlo del nivel de importancia que le fabricó, para
lo que hoy no obligan a tirarse en un round, alternativa chapucera del buen
tiempo ido, no correspondiente con la marcha vertiginosa de la tecnoclogía del
mundo actual. En las formas de destruir a un boxeador que han inventado en los
últimos 25 años, es en lo único que se
ve el avance “tecnologico” del pugilismo.
Para Pacquiao
comenzaron los problemas cuando dejaron que la prensa hablara libremente de
actitudes delictivas como evadir impuestos, malo, pero no suficiente como para
restarle popularidad y sentarlo en el banquillo de los acusados por quienes
ayer lo veneraron; sin embargo, como la carta marcada, bien guardada, sacaron
la que lo puede enterrar de verdad donde gana el dinero: Estados Unidos.
La acusación de
homofobia contra el boxeador, a pesar del desmentido personal, posiblemente
haya sido preparada en las oficinas de los sesudos de Arum como otro paso
peligroso hacia su desprotección con la prensa, quizás sea el signo inequívoco
de que al filipino se lo echaron a los leones. Para que funcione mejor,
escogieron el momento idóneo, cuando el presidente acaba de darle todo su apoyo
personal a las bodas entre homosexuales y la euforia triunfalista por esa
decisión es superior en Estados Unidos a cuando se informó el fin de la Guerra
Mundial II.
Nadie debe dudar
de que, posiblemente, el epitafio lo escriba Bradley en breve, por esa razón,
en igual medida que se debe condenar la forma como lo colocaron en niveles
inmerecidos, se debe escribir, protestar, porque sobre esos bandidos debe pesar
la denuncia de que, por lo menos, se sabe que son una crápula humana que, si se
les deja y acepta como ahora, seguirán empañando el deporte hasta destruirlo
con la factura anual de otros Pacquiaos y el resto de actos indecentes que,
diariamente, cometen contra el boxeo.
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