Desde el sitio de Ichikawa
Arnaldo M. Fernández/
Quizás todas las fallas capitales de enfoque del problema cubano —desde «el pueblo» presto a revirarse contra Castro hasta la agitpro anti-castrista como arma eficaz— se encuentran ya en la planificación y desarrollo de las acciones que desembocaron en el fiasco de Girón. La resaca indica que ni siquiera se sacaron lecciones. Por ejemplo, Sergio Rojas Santamarina —ex embajador de Castro en Londres: renunció en junio de 1960 y se enroló en la Brigada de Asalto 2506, pero no desembarcó, ya que tomó parte en acción diversionista— decidió continuar su propia guerra contra Castro por otros medios y presentó a la CIA un plan (Operación Fantasma) de arrojar volantes sobre la Isla, como si eso sirviera para algo, que se presupuestó en tres partidas de $80 mil.
Tanto Rojas Santamarina como su lugarteniente, Frank Gutiérrez, tenían pensado utilizar parte del dinero en acciones de comandos que atacarían objetivos costeros y marítimos. El medio hermano de Rojas Santamarina, Sergio Bruwell, compró en Norfolk (Virginia) una lancha patrullera de uso, que se acondicionó y quedó a la espera cerca de Vero Beach (Florida). Un exiliado dio $25 mil para comprar otra lancha a nombre de Pedro Díaz Lanz. La primera incursión por mar quedó fijada para enero de 1962, desde Islas Cayman contra Santa Cruz del Sur (Camagüey), pero había que regar los volantes primero para justificar la asignación de fondos. A tal efecto se contrataron pilotos americanos. Frank Fiorini (Sturgis) cumplió la primera misión sobre Matanzas (octubre 21, 1961) por $500 e igual suma para su copiloto. Sólo que la incursión siguiente (diciembre 13, 1961) con volantes sobre Santiago de Cuba se tornaría fantasmagórica.
Continuar leyendo Aqui >>
No hay comentarios:
Publicar un comentario