Por Andrés Pascual
Cuando
la Organización de los Marlins contrató a Ozzie Guillén como manager del club
para la importante campaña inaugural del estadio, escribí un artículo cuyo
título es “La mejor adquisición es Guillén”, porque creía, entonces como ahora,
que el venezolano podía hacer que un par de jugadores rindieran para el club
sin que los asfixiara la vagancia originada en la constante exageración de su
clase deportiva que, por tal circunstancia, no puede manejarse con normalidad
por cuestiones de “super-ego”, alimentado por la guataquería periodística y
otros estímulos nocivos.
Entonces escribía yo para Bleachers Report, un sitio americano de fuerte
competencia, porque ahí escriben también muchos cronistas americanos de
“punch”.
Como
resultado de la gestión periodística deportiva, pues he podido relacionarme con
“cuartos bates” de la crónica americana del sector, “vacas sagradas” del oficio
que, tal vez porque me agradecen mi “asesoría en asuntos de historia del
beisbol cubano”, para lo que siempre he estado dispuesto a ayudarles en la
construcción de criterios justos, ajenos a militantes o sobornados por el
castrismo, pues leen todo cuanto escribo en inglés que, por lo general, es lo
que también escribo en español.
Cuando
hice el comentario sobre la contratación de Guillén por los Marlins para otro
sitio en inglés, Seamheads.com, uno de ellos me envió un post demoledor sobre
mi material, que fue su opinión del paisano de Hugo Chávez, traducido fue esto:
“Andy, Ozzie Guillén es uno de los 10 peores managers que ganaron una Serie
Mundial; su actividad es de reality show y se ha llegado a creer que por eso le
pagan, pero no es más que una caricatura pesada de Lipidia Durocher y del Viejo
Profesor Casey Stengel, el público americano, incluido el de Chicago, no
soporta esa actitud ni al payaso”.
Sin
embargo, en un país donde no te pueden encarcelar ni ahorcar por hablar lo que
te dé la gana, el tipo ha ganado notoriedad como “comedor de azúcar sin
masticar”, es decir, de “valiente porque suelta lo que tiene adentro”.
¿Qué
tan comprometedoras para su integridad civil son esas expresiones “bravas” de
Guillén, que quieren imponer como dignas de un libro de Mitos y Leyendas del Beisbol
Americano? Primero, el peligroso apoyo a la “fiesta brava” (“la bestia también
tiene la oportunidad de matar al diestro”); segundo, llamar a un cronista de
Chicago, columnista de Sports Illustraded, homosexual (no es norma, dicen que
por ética ciudadana que, en este país, alguien ofendido así le dispare 80
patadas por el hocico a cualquiera, ¡Si hasta el califa de la Casi Blanca se lo
aguanta al presidente del “niño lindo de Loria”!) por último, la que pone sobre
el tapete la esencia guerrillera e irreductible del tipo, al estilo Che
Guevara: “no me gusta tu ropa (o tu perfume)”, dicho con gallardía y
marcialidad épicas a su esposa.
Pero
“amar a Castro” y hacerlo público en el punto neurálgico de nuestra tragedia,
donde más del 70 % de los cubanos han sufrido, incluso sufren por la
separación, algún acto criminal de la tiranía, son otros cinco pesos. Y resulta
que la ofensa se la ha hecho a una comunidad exiliada a la que sí le ha sobrado
el valor, comprobado en la lucha de 54 años, contra una tiranía que mata y
encarcela, que esta marioneta de su propia militancia escondida y de la
gerencia del club, no tiene.
Eso
que dijo Guillén, acostumbrado a ganar batallas de terciopelo como “macho 10-1”
cuando abre la boca, le equivocó el rumbo, porque aquí se encontró la patada
por el culo que no le dieron en Chicago, a fin de cuentas, como cualquier
elemento pro comunista de la Venezuela de hoy, de los de allá y de los que
están por acá, este tipo no tiene los cojones que hacen falta para mantener sus
provocación y, aunque pidió disculpas, no se puede terminar así ni por
diplomacia; porque, aunque la politiquería se lo pretenda arreglar aceptando
disculpas que todo el mundo saben que son falsas con intención de “tapar la
letra”, elementos que no sufrieron o sufrieron muy poco la represión de los
Castro, el problema no se puede manejar como tal vez crean los falsos cubanos
que, desde cómodas oficinas en las alcaldías o desde el downtown, posiblemente
estrechen manos sucias y, muy de moda hoy, archivarán la grosería-atentado en
el file “borrón y cuenta nueva”. No señores, esto ofendió, agredió al pueblo
exiliado, que son palabras mayores y nunca desechables a la hora cero…
A
pesar de que los Marlins se disculparon con el desmarque político de Guillén,
por su fidelidad a solo contratar a cubanos consentidores de oficina, para
quienes se sabe que “todo está bien mientras suene la contadora” y “lo cubano
al carajo, que no es mi problema”, la historia anticubana del club, a pesar del
“I love Miami” de Liván o de un par de contrataciones más en 19 temporadas, ha
sido evidente.
Loria
fue capaz de traer al Sur de la Florida su mala fama, su background de fullero
que lo vinculaba a dos escándalos que nadie sabe por qué no explotaron, uno de
su propiedad absoluta y el otro relacionado, en los casos de Montreal y
Minnesotta, ambos bajo la responsabilidad de Bud Selig, que hace poco escuchó
la acusación de Lance Berkman (se
arrepintió después, quizás por amenazas veladas –remember Canseco-), de que había
autorizado la venta de los Astros de Houston al grupo que los compró si aceptaban
el traslado de liga y eso se llama extorsión parta los federales que practican
una especie de concesión de autonomía inexplicable contra estos gangsters.
A los
Marlins no se les puede aceptar ninguna disculpa ni a Guillén, porque se sabe
que la dieron por puros intereses y, si se le aceptan, estilo político, mañana
cometerán otra tropelía como revancha y después otra y otra…
El
boicot sostenido es la única medida posible, hacerlos perder el dinero que
cubanos desleales, más alguna que otra “minoría” no cubana, les ayudaron a
robarle al pueblo de Miami por la construcción del estadio por medio de la
mentira en la declaración de ganancias, que informaron como pérdidas. Para
castigarlos por la incomodidad que le han creado a los barrios aledaños al
estadio con lo del parqueo, que también les regalaron.
Y para que
Ozzie Guillén entienda cómo es la reacción de los valientes en su carde de
gallina.
Pero ya
tienen defensores, este domingo pasado el Nuevo Herald presentó, a la manera
anticubana de siempre, una “encuesta” en su página principal de Internet que es
una oda de apoyo a Guillén, es decir, contra el pueblo cubano; una falta de respeto más del libelo que esconde
su esencia castro-comunista tras telones como “objetivo y balance de la
información” que, en este caso, no es sino una declaración abierta de
principios.
Para
cerrar el día, el editor Jorge Ebro no comenta, sino que presenta la
información como cualquier ajeno al problema al que le molesta no lo que dijo
Guillén, sino que se le critique (ese es un periódico de excepcional respeto
por la libertad de opinión, pero en una sola dirección), a pesar de que, como
le escuché decir una vez, “mi padre estuvo en el castillo de San Severino”,
para quienes no lo saben, una prisión en Matanzas.
Marino
Martínez, que me ha dicho que fue reprimido por la tiranía, pero sin la causa,
que hasta le impidieron estudiar periodismo en el paraíso del “amor platónico
de Ozzie Guillén”, sin embargo, cerró las hostilidades del sábado en Grandes
Ligas entretenido en medir las distancias de los batazos de Céspedes y en
informar que Kendry bateó de 4-4, vaya, un gran representante del liberalismo a
través de “lo político no se mezcla con lo deportivo”, premisa del editor
deportivo, del director y de los dueños del periódico, nociva izquierda que
está acabando con este país.
Observe
la encuesta del Nuevo Herald y vea qué manera más hijeputesca de apoyar la
posición procastrista de Guillén, en la que 1420 dijeron que le molestaban las
palabras del mentecato para un 61 %, mientras que a 503, o sea, el 22 %, no les
molestó y un 17 % de indiferentes (apáticos), 386 ni fi ni fa. Sume los
indiferentes, que es exactamente igual que “no les molestó” y el total es de
889 castro-chavistas declarados o encubiertos y el porciento entonces será de
39, es decir, brutalmente alto para quienes, supuestamente, tienen a Miami como
refugio de tiranías como la que ama el “guapo” de los Marlins:
ENCUESTA:
¿Te
molestaron las palabras de Ozzie Guillén dirigidas hacia Fidel Castro?
¿Te
molestaron las palabras de Ozzie Guillén dirigidas hacia Fidel Castro?S�span>1420
61%
No503
22%
Me fue indiferente386
17%
Votos
Totales: 2309
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No creo que haya más que decir, solo
actuar” el boicot se impone sin alternativas posibles.
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