lunes, abril 23, 2012

Los sicarios de Fidel y Latell

Desde el sitio de Ichikawa
Arnaldo M. Fernández
Brian Latell
Los heraldos anglo e hispano de Miami dieron entrada este fin de semana al ex analista de la CIA Brian Latell en el género folletinesco. La primera de una serie trina sobre los sicarios de Castro revela que otros además del propio Latell se encargan de matar la historia y hasta la lógica. Son desertores de la Dirección [antes General] de Inteligencia (DGI) castrista que guardaron sus testimonios para después de pasar la ocasión más propicia. Florentino Aspillaga Lombard, por ejemplo, desertó a mediados de 1987 y dice haber informado enseguida a la CIA que Castro sabía con antelación que Lee Harvey Oswald iba a matar al presidente Kennedy. Sin embargo, Aspillaga y sus interlocutores de la CIA brillaron por su ausencia en las sesiones (1992-98) de la Junta de Revisión de Archivos del Asesinato, que se formó tras el alboroto armado por Oliver Stone con su película JFK (1991).
Aspillaga habría vuelto a contar su «secreto» ya sólo a Latell, quien de cajón tendría que incluir en su libro Castro’s Secrets (Palgrave Macmillan, 2012, 288 páginas) el debriefing original del mayor Aspillaga por la CIA. Quienes tacharon a la profesora Marifeli Pérez Stable de colaborar con la DGI castrista no se quedaron en la historia oral, sino que presentaron el debriefing del capitán de la DGI José Raúl Pérez Méndez por el FBI.
Sin embargo, la primera entrega levanta ya la sospecha de que Latell no incluirá tal soporte documental. Latell repica las campanas de que Castro planeó —hacía 1973— secuestrar a Fulgencio Batista al estilo del Mossad y Shin Bet israelíes con Adolf Eichmann (Operación Finale), por haberlas sonado «informadas fuentes del exilio» [¿contadictio in adjecto?] y «un desertor de alto rango de la DGI que ahora vive en Estados Unidos bajo una identidad falsa» [¿argumento de autoridad fantasmagórica?] . Hace rato anda por ahí el mismo cuento en unas cartas manuscritas atribuidas al general Patricio de la Guardia Font. Latell hubiera podido dilucidar la autenticidad con prueba caligráfica elemental. Mas >>

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