Hace pocos días atrás, el diplomático estadounidense Otto Reich hacía un llamado de atención sobre los peligros de las relaciones entre la República Islámica de Irán y los países de la denominada ALBA. Realmente, este tema se ha convertido en un plato común para la prensa hemisférica, no obstante las advertencias de Reich tenían la particularidad de que llamaban la atención sobre la posibilidad de que Irán, haciendo uso de los múltiples convenios y mecanismos bilaterales establecidos con la Alianza Bolivariana, estuviera efectuando operaciones de lavado de dinero en la región.
Los puntos clave aquí son tres: En primer lugar la procedencia de ese dinero. Para que exista lavado de dinero debe existir previamente la ejecución de una actividad comercial ilícita, esto es, la procedencia del dinero debe tener orígenes ilegales, sino, simplemente, no podría hablarse de tal figura. En segundo lugar, el mecanismo específico que se estaría empleando para realizar tal actividad y, finalmente, el destino final del dinero presuntamente lavado.
Sobre el primer y último punto, algunas advertencias han sido realizadas. El problema es que, precisamente, y como apuntamos al principio, estas serían actividades netamente criminales. De hecho estas operaciones serían más bien del tipo realizado por el crimen organizado transnacional, lo que tiene graves implicaciones en el ámbito internacional.
Si bien lo anteriormente expuesto podría lucir como una exageración o como una acusación tremendista de los enemigos del régimen iraní, en realidad no lo es. Si existe consenso en un aspecto entre los conocedores del campo del lavado de dinero es, precisamente, en la similitud de los procedimientos empleados por los elementos del crimen organizado transnacional y los grupos terroristas internacionales para ejecutar este tipo de operaciones. Obviamente que cualquier lector medianamente informado conoce las acusaciones, que datan ya los 20 años, sobre el apoyo de Irán a grupos terroristas del medio oriente, por lo que se cerraría el círculo sobre el destino del dinero lavado.
Simplemente de lo anteriormente planteado, podría inferirse la existencia de una imbricada red, que enlazaría tanto al gobierno de Irán como a grupos terroristas del medio oriente, en complejas operaciones de ingeniería financiera, con dinero ilícito proveniente o bien del narcotráfico o la venta de armas. Si lo anterior, repetimos, suena exagerado, solo es necesario recordar un hecho, de alguna manera bastante similar, como lo fue el denominado affaire Irán-Contras, en la cual el gobierno de los Estados Unidos financiaba a los grupos insurgentes nicaragüense contra el régimen de Daniel Ortega, con dinero obtenido por la venta, ilegal, de armas a Irán.
Adicionalmente, a finales de 2009 el Fiscal del Distrito de Nueva York, Robert Morgenthau, destacó las posibles operaciones de lavado de dinero que realizaría Irán dentro del sistema bancario venezolano para apoyar a grupos terroristas en el Medio Oriente. Esto es lo que actualmente intenta confirmar Otto Reich.
La tremenda presión ejercida por la comunidad internacional contra Irán, resultado de sus ambición de desarrollar armamento nuclear, puede traer severas consecuencias, en la forma de sanciones políticas, comerciales y financieras, a aquellos países que de alguna manera soporten las acciones de Teherán, mas aún si estas involucran a grupos terroristas.
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