www.cubanet.org/ Mario J. Viera
Yo era muy joven cuando soñaba con una América
Latina unida en una poderosa federación que sirviera de contrapeso
natural a la poderosa federación del norte. Era la época de las
dictaduras de Batista, Trujillo, Stroessner, Somoza, Pérez Jiménez,
Duvalier y del momento álgido de la Guerra Fría. Estados Unidos
respondiendo a los intereses de la realpolitik y a su seguridad nacional
apoyaba a aquellos regímenes como contén al avance del comunismo. En
Cuba crecía el movimiento insurreccional en contra del régimen de
Batista, Venezuela se convertía en una esperanza con el derrocamiento
del gobierno de Marcos Pérez Jiménez.
jornada.unam.mx/ Salinas de Gortari con Fidel
en la Cumbre de Guadalajara [1991]
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Se avistaban tiempos de cambios… La Revolución cubana sería un sueño
frustrado en los paredones de fusilamiento; Cuba se sometía a los
dictados del imperio soviético. América Latina rompería sus vínculos con
el gobierno de Castro y Castro replicaría con la Tricontinental
(OSPAAAL) y la formación de focos guerrilleros en numerosos países
latinoamericanos.
La táctica de los focos guerrilleros funcionó a favor del gobierno
castrista. Muchos gobiernos de la región decidieron comprarse ─ con el
restablecimiento de relaciones con el gobierno de Cuba ─ una “póliza de
seguros” contra riesgos de actividad guerrillera, como Argentina en 1973
bajo el gobierno de Perón. El México del PRI no solo votó en contra de
la expulsión del gobierno castrista de la OEA, sino que fortaleció sus
vínculos diplomáticos con la isla. Regímenes de izquierda que surgieron
en el subcontinente iniciaron relaciones diplomáticas con el castrismo.
En 1970 el gobierno de Salvador Allende restablece las relaciones
diplomáticas con el de Cuba; Perú bajo el régimen de Juan Velazco
Alvarado lo hace en 1972. A esta troika comenzaron a unirse el resto de
los países latinoamericanos. Brasil en 1986 bajo el gobierno de José
Sarney reinicia las relaciones con el régimen cubano, más por intereses
comerciales que por razones ideológicas. En 1975, Alfonso López
Michelsen, presidente de Colombia, restablece las relaciones
diplomáticas con el castrismo, aunque en 1981, Turbay Ayala interrumpe
esas relaciones debido al incidente de la toma de la Embajada de la
República Dominicana por terroristas del M-19 que eran sustentados por
el gobierno de Fidel Castro; estas relaciones no se restablecieron hasta
después de un encuentro privado entre Fidel Castro y César Gaviria y a
la conclusión de la Cumbre Iberoamericana de Guadalajara en 1991.
Salvo alguna tímida crítica al régimen castrista por algún que otro
gobierno latinoamericano, todo fue una larga luna de miel con la
dictadura cubana. El sentimiento antinorteamericano que prevalece en
prácticamente en toda la América Latina fortaleció los lazos de
colaboración de los gobiernos latinoamericanos con el gobierno de Fidel
Castro. La gran mayoría de esos gobiernos votaban siempre a favor del
castrismo en la Comisión de Derechos Humanos o se abstenían cuando se le
enjuiciaba por las violaciones a esos derechos y condenaban como
criminal el embargo comercial de Estados Unidos al régimen totalitario
de Cuba.
Con la llegada al poder de Hugo Chávez en Venezuela se inició un
nuevo planteamiento de las relaciones diplomáticas latinoamericanas
hacia el régimen de los Castro que se fortaleció con la creación de la
Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) en la que
Fidel Castro jugó, junto a Chávez, un papel de primera línea, al igual
que en la fundación de Telesur como vocero del socialismo del siglo XXI.
Tras la aprobación en 2009 del reingreso del gobierno castrista a la
Organización de Estados Americanos surgió una ola de solidaridad
latinoamericana a favor del régimen de los Castro. La Cuba castrista
recibió el respaldo continental con Venezuela y Brasil a la cabeza.
Muchos de los presidentes elegidos democráticamente no dudaron en
visitar la isla y peregrinar hasta el santuario de la Zona Cero donde
reside el anciano Castro y hacerse fotografiar muy sonrientes con el
decrépito tirano caribeño, sin prestar oído a las denuncias de la
oposición cubana sobre los actos de repudio y represión y la muerte de
Orlando Zapata en medio de una huelga de hambre.
El castrismo ha recibido tribuna en organismos regionales como,
además de su puesto en ALBA, en el CELAC (Comunidad de Estados
Latinoamericanos y Caribeños), el Sistema Económico Latinoamericano y
del Caribe (SELA), la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI) ─
junto a Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México,
Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Uruguay, Venezuela ─, la Asociación
de Estados del Caribe ─ junto a Antigua y Barbuda, Bahamas, Barbados,
Belice, Colombia, Costa Rica, Dominica, El Salvador, Granada, Guatemala,
Guatemala, Haití, Honduras, Jamaica, México, Nicaragua, Panamá,
República Dominicana, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, San Vicente y
las Granadinas, Surinam, Trinidad y Tobago, Venezuela.
El último acto de respaldo al régimen castrista fue la propuesta
lanzada por Rafael Correa de admitir a Raúl Castro como si fuera un
presidente electo democráticamente a la Cumbre de las Américas y que ha
recibido el apoyo de la gran mayoría de los gobiernos latinoamericanos.
A diferencia de los gobiernos latinoamericanos, los gobiernos de
Europa que también mantiene relaciones diplomáticas con los usurpadores
del poder en Cuba, han sido persistentes en condenar al castrismo en la
Comisión de Derechos Humanos y mantenido unas tímidas sanciones de
carácter moral en contra del régimen. No obstante, Europa sostiene
relaciones comerciales con los Castro, ha condenado el embargo económico
de Estados Unidos y le conceden el trato de gobernantes legítimos.
Ante de la celebración de la Cumbre de las Américas se produjo la
vergonzosa visita del presidente mexicano Felipe Calderón a Cuba. Con
esta visita, como afirmara el candidato a doctor en filosofía en la
Escuela de Estudios Internacionales de la Universidad de Denver, Arturo
López Levy, “ambos países buscaran resolver los problemas de la deuda
cubana y el acceso cubano a créditos frescos a cambio de oportunidades a
grupos empresariales mexicanos interesados en aprovechar las aperturas
que tienen lugar en la isla. Permitir la participación de PEMEX en la
explotación conjunta de los recursos petroleros cubanos es una vía
apropiada, no la única, para esos propósitos”. Son los intereses
mexicanos puestos al servicio de la continuidad del régimen usurpador.
López Levi señala además: “A diferencia de Fox y Castañeda, renegado
de posiciones juveniles de izquierda, el actual inquilino de Los Pinos
no ha considerado un deber de identidad exhibir simpatías por los
opositores cubanos que se deducen de su trayectoria e ideología”.
Para Calderón la oposición cubana no existe; él declararía que
“México y Cuba (entiéndase los Castro) han emprendido una renovada etapa
en su relación bilateral” y no conforme con ello afirmó que en lo
personal condena y seguirá condenando “el bloqueo injustificado”, como
coincidente con el castrismo calificara al embargo de Estados Unidos en
contra del gobierno totalitario de la isla; además le expresó a los
periodistas que cubrieron su llegada a la isla: “Queremos ampliar el
comercio y la inversión entre Cuba y México”.
El régimen castrista agoniza ya dio de sí todo lo que pudo dar; su
fin se producirá ineludiblemente bajo acciones endógenas y se desplomará
como un edificio viejo y agrietado que cae por su propio peso. Aquellos
que se han dado a la caza de oportunidades aprovechando la crisis del
castrismo serán los grandes perdedores. La República renacida de entre
sus cenizas no aceptará como suyos las deudas y compromisos contraídos
por los usurpadores. Será entonces el momento del recuento. Cuba nada
tendrá que agradecerle a la América Latina, no volveremos a reconocernos
como naciones hermanas; Abel no puede abrazar a Caín.
Tal vez, un día pudiéramos rencontrarnos pero solo cuando todo el
subcontinente le ofrezca excusas a los cubanos por haberles abandonado
coqueteando con sus tiranos.
Hoy en mis años maduros he abandonado muchas de las ilusiones
pueriles de mis años mozos, una de ellas la Federación de Estados
Latinoamericanos.
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