Previa y durante la visita del Sumo Pontífice el gobierno cubano realizó una ola de arrestos y detenciones arbitrarias con el objetivo de aplastar cualquier legítimo reclamo, crítica o acusación desde la ciudadanía a la vez que intentaba
mostrar un país marcado por la uniformidad. Las detenciones se
dirigieron no solo contra opositores, disidentes y activistas políticos
sino también contra artistas, periodistas independientes y todo aquel
que el gobierno consideró que podía afectar un “armonioso” libreto previamente diseñado.
La labor de férreo control, conocida como Operación Voto de Silencio, incluyó
cortar la comunicación con el mundo exterior y desarticular todo
contacto entre los activistas sociales dentro de la isla. Esto mediante
la interrupción de teléfonos fijos y celulares y con la connivencia de
la empresa telefónica (ETECSA/ CUBACEL).
Todas
estas acciones se realizaron con total impunidad e irrespeto de los
derechos y garantías individuales. Lamentablemente ha existido hasta
ahora, un silencio cómplice por parte de la jerarquía eclesiástica
cubana.
Los
firmantes a continuación condenamos estas nuevas violaciones.
Repudiamos la hipocresía y manipulación con la que el gobierno cubano
intenta engañar a la comunidad internacional y pedimos la solidaridad
ante estos actos abusivos y violatorios.
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