Por Andrés Pascual
“Del
grupo de los 4 que una vez fue repudiado en Miami por el exilio, que después
los catapultaron (sobre todo a Martha Beatriz Roque) como paladines de lo que
ya nadie sabe por lo de “pa’lante y pa’trá”, observé que esta señora es la
tercera vez que recae por su inestabilidad político-ideológica enfermiza: lo de
La Patria es de todos fue una bobería; el llamamiento a impedir cualquier
acción en la lucha por la calle contra la tiranía fue más peligroso; pero la
firma del último documento contra la tiranía “partió el bate”, lo que me
preocupa es que, conociendo todo el mundo esto, nadie grite y ponga en su lugar
a esta señora, porque, explicaciones, por supuesto que sobran a estas alturas”
Lo anterior lo escribí para Nuevo
Acción el 28 de julio del 2011 y tenía relación con la firma de casi todos los
disidentes de vitrina de un documento inmoral y concesivo, que se conoció como
La Carta de los 74.
Esta es la 4ta vez que “recae” Martha
Beatriz Roque, está infectada por el virus del oportunismo o, quién sabe si por
otro peor…
No estamos en condiciones de “dejársela
al cielo para que la juzgue”, no a estas alturas y con suficiente experiencia:
somos seres terrenales expuestos al peligro de cualquier reacción negativa y ya
hemos tenido bastante en más de medio siglo de lucha.
Resulta que Martha Beatriz y un grupo
de disidentes, incluyendo a la multipremiada cronista de La Habana Yoani, han
desacreditado la toma de una iglesia por 13 miembros de otras “asociaciones”
con declaraciones que bien pudieran haber sido firmadas en cualquier instancia
de la tiranía.
En apariencias, la ocupación pacífica
del templo (no un motín como publicó el Herald), tiene como objetivo hacer lo
que se debe: crear problemas, crisis, ante la inminente visita de alguien que,
tal vez, sea padre, pero que no tiene, por lo menos para mí, nada de santo,
aunque si mucho de “santurrón”.
“El templo no debe ser utilizado como
tribuna política”, una expresión contra la ocupación; “nadie debe utilizar a la
Iglesia como vehiculo para esas cosas” (¿Para cuáles entonces?) otra…Bien,
además de para proteger el protagonismo evidente de estos disidentes con tan
infame defensa y de recoger una parte del pueblo la limosna que, en carácter
oportunista ha entregado la Iglesia de mutuo acuerdo con la dictadura, ¿Para
qué le sirve la Casa de Dios al cubano de hoy ni la disidencia a la lucha
patriótica? ¿A quiénes responden tanto el cardenal, como los curas y la
“oposición reaccionaria inquisidora de izquierda”, ghandismo militante de línea
dura contra la única forma viable de lucha por la libertad? ¿Cuál es el mensaje
de estos judas de sotana para un pueblo cuya única esperanza es respirar, o la
de estos mambises embusteros de nueva edición, que entregaron el machete a
cambio de un par de dólares y un protagónico en la filmación de una novela cuyo
argumento se mueve entre La Habana, Miami y Europa?
Con esta suma cuatro “lamentables
errores de definición política” Martha
Beatriz; es decir, que si se necesitan tres para tomar medidas, ha sido capaz
de regalarnos otra “de contra”.
Lo declarado por estos
“opositores”, que aprecian y defienden como único interés el billete y el
protagonismo, demuestran a las claras quiénes están torpedeando la unidad
necesaria contra la tiranía, dividiendo en cualquier caso. Algunos son del G-2,
otros, como quiera que se analice responden, por miedo o por lo que sea, a lo
que ellos saben que son los intereses de los criminales en el poder.
Mañana alguien del “exilio
histórico” le sugerirá a Martha Beatriz al oído que debe aliviar lo que dijo y,
tal vez, se aparezca con que “sacaron de contexto” sus palabras. O quizás ni
eso haga falta, a fin de cuentas, para Radio Mambí, Radio Martí, Univisión,
Telemundo, el 41 y lo que cuelga, siempre será “la luchadora” por los derechos
del individuo y la libertad de Cuba. Esta mujer interesa por algo más que su
lucha de mentiras contra Castro, pero ¿A quién o a quiénes?
Yo no defiendo a los que están
dentro de la Iglesia, no sé quiénes son, pero lo que nunca haré es acusarlos de
la manera como hace la tiranía.
A fin de cuentas, volvió a quedar
claro, posiblemente por décima vez que, de esa gente de foto en prensa, pantalla de
televisión y voz a “tutti plen” en radio, no se puede creer en nadie y, nadie
es nadie.
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