viernes, marzo 23, 2012

La recurva del papa [y el circo kubishe]

 

En el sitio de Ichikawa
Gustavo Silva
En 1998 Juan Pablo II pasó por Cuba (enero 21-25) y largó, por entre homilías en Santa Clara, Camagüey, Santiago y La Habana, un mensaje a los jóvenes cubanos, discursos al mundo de la cultura y del dolor, así como varias alocuciones que terminaron con el presagio de que la lluvia podía ser «un signo bueno de un nuevo Adviento en vuestra historia». Todavía se espera por esa venida del Redentor de la historia de Cuba. En subsidio tenemos de vuelta a otro papa, que da pie a otro episodio más de la continuación de la política simbólica anticastrista por cualesquiera medios —excepto votos o balas— y llena de pasada otra de las lagunas de la cultura provinciana en la Isla de Cuba pintoresca: la llegada del circo.
Los cubanos fueron a ver a Juan Pablo II a poco de concurrir (enero 11, 1998) a elecciones generales. De 8,064,205 electores registrados votaron 7,931,229. Quienes no acudieron a las urnas (132,976) o fueron a votar, pero anularon (130,227) o dejaron en blanco (266,379) su boleta, formaron la contra electoral (529,582), que se irían perfilando como Tea Party sin que las figuras mediáticas y siluetas intelectuales de la disidencia hayan podido capitalizarlos jamás.
Hacia 2002 el Movimiento Cristiano Liberación (MCL) —más cercano a la Iglesia Católica que cualquier otro— tuvo la ocurrencia de recoger firmas para su Proyecto Varela, que pedía cinco peras democráticas al olmo totalitario y a tal efecto recogió 11,020 firmas y 14 mil más en segunda tanda (2004). Entre unos 8 millones de electores, 25 mil y pico no dan ni para haber entrado a la verbena democrática batistiana de 1939, que exigía contar al menos con 2% del electorado para reconocer a determinado grupo como entidad política. Continuar leyendo  Aqui >>

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