lunes, marzo 05, 2012

Editorial de Espacio Laical: "Virgen Mambisa: que seamos hermanos"!

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VIRGEN MAMBISA: ¡QUE SEAMOS HERMANOS! 
Muy pronto arribará a nuestra patria el Santo Padre Benedicto XVI. El Papa nos visita en el contexto del Año Jubilar, proclamado por los obispos cubanos para celebrar los cuatro siglos del hallazgo, en aguas de la bahía de Nipe, de la imagen bendita de la Virgen de la Caridad del Cobre, Reina y Patrona de Cuba. Es por ello que el Santo Padre vendrá a nuestra patria como Peregrino de la Caridad. 
Las celebraciones por los 400 años de esta presencia de María de la Caridad constituyen un hecho trascendente para Iglesia en la Isla y para la inmensa mayoría del pueblo cubano. La Virgen de la Caridad del Cobre es un referente espiritual para nuestra sociedad, y bajo su manto han encontrado cobijo muchos, más allá de fronteras geográficas y políticas. Ella, Madre de Jesucristo Nuestro Señor, nos invita a vivir una espiritualidad, a dignificarnos, a reconciliarnos con quienes somos, con los otros y a entregarnos por el bien de todos. Fue posible constatar esta capacidad de convocatoria en las multitudes que, con libertad, espontaneidad y muchísimo entusiasmo, acompañaron su imagen en el recorrido que acaba de realizar por pueblos, barrios, campos y ciudades de nuestro país. Sin embargo, aún queda mucho por hacer para que aquellos que veneran a la Madre de todos los cubanos se encuentren con Jesucristo, crezcan en su espiritualidad y en su dignidad, intenten reconciliarse con quienes han estado enfrentados y se entreguen al quehacer de procurar el bienestar de todos, sin excepciones.
A confirmar a nuestra Iglesia en esta misión, que es propia de su naturaleza institucional, viene el Santo Padre Benedicto XVI a Cuba. Él nos ratificará en ese rumbo y mostrará su apoyo personal, así como el de la Santa Sede y el de toda la Iglesia que peregrina en el mundo. También nos ayudará a perfilar nuestro sendero de renovación nacional y a procurar abrir nuevas puertas para conseguir su consecución. Sin embargo, es bueno precisar que el resultado final dependerá de la capacidad que tengamos todos los cubanos de crecernos a la altura de este gran desafío.
Para ello será imprescindible enrumbarnos hacia la construcción de una sociedad cada vez más justa, más equilibrada y más prospera, en los ámbitos de la familia, de la comunidad, del centro laboral y de todo el tejido social. Todo esto, en nuestra realidad, implica un quehacer político de todas las partes del espectro nacional, marcado por una intensa altura de espíritu. Pues serán difíciles de alcanzar la debida armonía social y el necesario desarrollo económico, sin un nuevo consenso político de toda nuestra diversidad. Para lograrlo, como hemos repetido en otras ocasiones, hace falta tomar el camino patriótico del encuentro, del diálogo y de la re-conciliación entre todos los cubanos.
Tal meta en el momento presente puede parecer un umbral inalcanzable. Los actores mejor instalados en los mecanismos políticos –tanto en la oficialidad como en la oposición interna y en los grupos de nuestra diáspora que más sobresalen- muchas veces dan la impresión de no aceptar esta metodología. Para corroborar esa preocupación bastaría con analizar la recién concluida Primera Conferencia Nacional del Partido Comunista de Cuba (PCC). En tal evento dicha organización partidista aprobó cambios importantes, pero no alcanzó a dar el salto necesario y suficiente para enrumbar a la nación por el camino del cambio que anteriormente sus propios dirigentes habían anunciado.
Los resultados de la Conferencia del PCC han provocado frustración en amplios sectores nacionales. Son muchísimos los que consideran que la actual disposición de cambios por parte de las autoridades no conducirá a la salida de la crisis que vive el país. Otros, un poco más entusiastas, consideran que podrían diseñarse nuevas transformaciones, de cierta importancia, como la pasada modificación de la Ley de la Vivienda , pero que el gobierno no está a la altura del gran cambio que reclama la nación. Pueden existir personas con el criterio de que a pesar de la pequeña trascendencia de este importante evento del partido único, que legalmente dirige y controla a la sociedad y al Estado, las autoridades lograrán, poco a poco, el cambio necesario. Sin embargo, es nuestro deber cívico decirlo con franqueza, hemos encontrado poquísimos compatriotas que opinen de esta manera, y que hayan logrado fortalecer la esperanza con este evento partidista. 
Ante esa realidad, los católicos no podemos dejar de sentirnos interpelados, pues los desafíos que nos imponen el presente y el futuro de nuestro país son realmente muy grandes. La Iglesia , que es Madre y Maestra de misericordia, tiene la obligación de asumirlos, pues debe promover la armonía y el progreso de nuestra nación. Pero además, porque ante la falta de suficientes actores e instituciones capaces de iluminar y apoyar a toda la pluralidad de la nación, muchos esperan grandes cosas de la Iglesia , y le piden ayudar a los cubanos para que puedan aceptarse unos a otros y entenderse en aras de buscar juntos el bien de la patria, de todos y con todos. También le piden, incluso muchas personas sin una fe religiosa, que promueva intensamente la espiritualidad de todo el pueblo cubano, no sólo de los fieles que asisten a los templos, para de esta manera procurar el ascenso continuo hacia una sociedad auténticamente libre, justa y fraterna.
Cuba es un país plural, donde la mayoría de sus ciudadanos, al margen de las diferencias políticas, económicas, sociales y religiosas, abogan por una patria independiente, democrática, desarrollada, con justicia social y sin interferencias externas en nuestros asuntos soberanos. En tanto no se despliegue un quehacer político efectivo que busque construir consensos entre cubanos con posturas diversas, no lograremos el ascenso y el equilibrio que reclama, con urgencia, nuestro presente.
Hacemos votos, además, para que los diferentes actores internacionales, particularmente el gobierno de Estados Unidos y las hermanas repúblicas del hemisferio, contribuyan a los procesos de cambio en Cuba a través del levantamiento de sanciones calificadas por el papa Juan Pablo II como “inmorales, ilegales y contraproducentes”. Llamamos a nuestros compatriotas en la diáspora a visitar la Isla con motivo del Año Jubilar, particularmente durante los días de la visita papal. Pedimos a Dios para que la visita del Santo Padre Benedicto XVI consolide las sendas transitadas por nuestra Iglesia para la consecución de estos profundos anhelos nacionales y contribuya, además, a abrir nuevos horizontes de esperanza para el pueblo cubano.
¡Que María Santísima de la Caridad del Cobre, Reina y Patrona de Cuba, acompañe a nuestro pueblo y a su Iglesia en el camino ineludible de la renovación nacional!

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