The Associated Press-WASHINGTON (AP)/
Pieza por pieza, en mochilas y maletines, el
estadounidense Alan Gross se aseguró de introducir computadoras,
teléfonos celulares, discos duros y equipos de telecomunicaciones en
Cuba. El artículo más sensible, según los reportes oficiales de los
viajes del contratista estadounidense, fue el último: un "chip"
informático para teléfonos móviles que, según expertos, suele ser usado
por la CIA y el Pentágono para evitar la detección electrónica de
señales telefónicas.
El objetivo, según un análisis hecho por la
AP de los reportes de Gross, era darle a la pequeña comunidad judía de
Cuba acceso irrestricto a la internet.
El operativo fue financiado
por la Agencia de Desarrollo Internacional, conocida como USAID por sus
siglas en inglés, la entidad del gobierno estadounidense fundada en
1961 para proveer asistencia económica, humanitaria y de desarrollo
alrededor del mundo en apoyo a los objetivos de la política exterior
estadounidense. Gross, sin embargo, se identificó como miembro de un
grupo judío humanitario y no como un representante del gobierno de
Washington.
El presidente cubano Raúl Castro calificó a Gross de
espía y el estadounidense fue sentenciado en marzo a 15 años de cárcel.
Funcionarios norteamericanos insisten en que no hizo nada ilegal y que
sólo llevaba a cabo las funciones regulares de USAID.
Imagen de funcionamiento del wifi |
Durante el
juicio, Gross se declaró un "tonto inocente" que fue engañado. Pero los
reportes de su viaje indican que él sabía que sus actividades eran
ilegales y que temía las consecuencias, incluyendo la posible expulsión
del país.
Uno de los documentos afirma que uno de los líderes comunitarios "dejó absolutamente claro que estamos 'jugando con fuego'''.
En otra ocasión Gross comentó: "No cabe duda, esto es un asunto muy riesgoso".
Y, finalmente: "La detección de señales de satélite sería algo catastrófico".
El
caso ha agravado las tensiones entre Estados Unidos y Cuba, que ya
llevan décadas, ha suscitado inquietudes sobre esos programas de
asistencia para el desarrollo, y sobre si las actividades encubiertas
deben ser territorio exclusivo de los agentes de inteligencia.
La
empresa de Gross, JBDC Inc., que se especializa en establecer conexiones
de internet en lugares remotos como Irak y Afganistán, había sido
contratada por Development Associates International Inc. (DAI) de
Bethesda, Maryland, que había logrado un contrato multimillonario con
USAID para romper el bloqueo informativo impuesto por el gobierno
cubano, mediante "innovaciones tecnológicas como conexiones telefónicas,
internet por satélite y telefonía celular".
Funcionarios de USAID
revisaron los reportes oficiales de los viajes de Gross y fueron
enterados periódicamente sobre el proceso, dijo el portavoz de DAI
Steven O'Connor. Los reportes fueron suministrados a la AP por una
persona enterada del caso que pidió no ser identificada debido a la
sensibilidad de la información.
Los reportes abarcan cuatro
visitas en un período de cinco meses en 2009. Otro reporte, redactado
por un representante de la empresa de Gross, cubría su quinto y último
viaje, que culminó con su arresto el 3 de diciembre de 2009.
En su conjunto, los documentos revelan todos los esfuerzos de Gross para evadir la detección de las autoridades cubanas.
A
fin de evitar los registros aeroportuarios, Gross reclutó la ayuda de
otros judíos estadounidenses para poder traer los equipos electrónicos,
pieza por pieza. Dio instrucciones a sus ayudantes para que metieran los
equipos, algunos de los cuales están prohibidos en Cuba, en el equipaje
de mano en vez del equipaje de carga.
En una oportunidad, viajó en automóvil siete horas para no tener que pasar por la seguridad del aeropuerto.
En
su último viaje, trajo una "discreta" tarjeta SIM — tarjeta electrónica
de identificación de subscriptor — diseñada para evitar que una
transmisión por teléfono satelital sea detectada.
El tipo de
tarjeta SIM que llevaba Gross no se vende en el mercado y se facilita
sólo a gobiernos, según un funcionario de una compañía de telefonía
satelital y un ex funcionario de inteligencia estadounidense que ha
utilizado ese tipo de chip. Los funcionarios, que hablaron a condición
de anonimato debido a la sensibilidad de la información, dijeron que los
chips usualmente son suministrados al Departamento de Defensa y a la
CIA, pero pueden también ser obtenidos por el Departamento de Estado,
que supervisa a USAID.
Preguntado sobre cómo Gross obtuvo la
tarjeta, el vocero de USAID Drew Bailey solamente dijo que la agencia no
desempeñó rol alguno en ayudar a Gross a obtener sus equipos. "Somos
una agencia de desarrollo, no una agencia de inteligencia", dijo.
El
gobierno comunista cubano considera todas las actividades de promoción
de la democracia desempeñadas por USAID como ilegales y una amenaza a la
seguridad nacional. USAID niega que alguna tarea suya sea clandestina.
El
abogado estadounidense de Gross, Peter J. Kahn, se negó a formular
comentarios pero en el pasado ha dicho que las actividades de Gross de
ninguna manera buscaban socavar al gobierno cubano.
Los
partidarios de un mayor acceso a la internet sostienen que puede
debilitar a los gobiernos autoritarios que tratan de controlar el flujo
de la información. Los críticos afirman que ello no sólo pone en peligro
a contratistas como Gross sino a todos los trabajadores de asistencia
de Estados Unidos, inclusive aquellos que no están involucrados en
actividades secretas.
"Ocurre con demasiada frecuencia que la
gente de USAID es percibida como agentes de inteligencia", comentó
Philip Giraldi, un ex oficial de la CIA. "Eso perjudica a USAID,
perjudica a la CIA y perjudica a cualquier otra agencia de inteligencia
que debe operar debajo del radar".
Aun antes de entregar la
tarjeta SIM, Gross reconoció en su reporte que el uso de teléfonos con
conexión satelital de internet sería "problemático si se llegase a
descubrir". Estaba consciente de que las autoridades estaban usando
sofisticados equipos de detección y relató haber visto a empleados de la
empresa estatal cubana de telecomunicaciones realizando un registro el
día anterior al que debía establecer una operación inalámbrica Wi-Fi.
Diplomáticos
estadounidenses dicen creer que Gross fue arrestado para presionar a la
administración de Obama a derogar sus programas de promoción de la
democracia. El gobierno cubano ha alegado, sin presentar evidencias, que
los programas, financiados bajo una ley de 1996 que fomenta medidas
para cambiar el régimen en Cuba, son administrados por la CIA como parte
de un plan mayor para derrocar al gobierno de La Habana.
Aunque
el gobierno estadounidense delinea en términos generales los objetivos
de sus programas de asistencia en documentos públicamente disponibles,
los programas no podrían funcionar en Cuba de una manera que no sea
secreta, pues allí son considerados ilegales. Por razones de seguridad,
las agencias estadounidenses se han negado a suministrar detalles
operativos, incluso a comités del Congreso que monitorean esos
programas.
"La razón por la cual hay menos transparencia en lo que
se refiere a esos programas en países con gobiernos totalitarios es
porque allí la gente ya está arriesgando sus vidas para ejercer sus
derechos fundamentales", dijo Mauricio Claver-Carone, director de Cuba
Democracy Advocates, una institución en Washington.
USAID rechaza la idea de que sus empleados realizan tareas clandestinas.
"Nada
de los programas que USAID realiza en Cuba es clandestino o reservado
en manera alguna", dijo Mark Lopes, un viceadministrador de la agencia.
"Simplemente llevamos a cabo nuestras actividades de una manera discreta
a fin de resguardar la seguridad de todos los involucrados".
La
Ley de Seguridad Nacional de Estados Unidos define "encubierto" como
toda actividad del gobierno destinada a influenciar las condiciones en
otro país "de tal manera que la participación del Gobierno de los
Estados Unidos no sea aparente o públicamente reconocida".
La
actividad de USAID para la promoción de la democracia en Cuba fue
estimulada por un fuerte aumento de la financiación bajo la
administración Bush, y en una nueva estrategia que busca facilitarle
tecnología de comunicaciones a los cubanos. El financiamiento
estadounidense para programas relativos a Cuba aumentó de 3,5 millones
de dólares en 2000 a 45 millones en el 2008. Actualmente ascienden a 20
millones de dólares.
Gross recibió medio millón de dólares como
subcontratista de USAID, según fuentes estadounidenses conocedoras del
contrato y que pidieron permanecer en el anonimato porque no tenían
autorización para hablar del caso.
El director de USAID, Raj Shah,
dijo que el fomento de la democracia es "absolutamente central" para el
trabajo de su agencia. La administración Obama sostiene que sus
programas en Cuba buscan ayudar a una población oprimida a ejercer sus
derechos fundamentales mediante la ayuda humanitaria, el desarrollo
democrático y el libre flujo de información.
Funcionarios
estadounidenses insisten en que el trabajo de Gross no era subversivo
porque sólo buscaba dar acceso a la internet a la comunidad judía, no a
los disidentes. Los líderes judíos dicen que no estaban al tanto de los
vínculos de Gross con el gobierno estadounidense y que ya tenían acceso a
la internet, aunque limitado. USAID no ha aclarado porque creía que la
comunidad judía cubana necesitaba una tecnología tan sofisticada.
Preguntado
sobre si tales programas tenían la intención de derrocar al gobierno
cubano, Lopes dijo "para USAID, nuestros programas de fomento a la
democracia en Cuba no son sobre cambiar un régimen en particular. Eso es
decisión del pueblo cubano, y creemos que ellos merecen tener esa
opción".
Otros discrepan.
"Por supuesto, esto es una
actividad encubierta", dijo Robert Pastor, asesor de asuntos
latinoamericanos durante el gobierno de Jimmy Carter y actualmente
director de Centro para la Democracia y Elecciones de la American
University en Washington. "Se trata de buscar un cambio de régimen".
Oriundo
de Potomac, Maryland, Gross era un hombre sociable de 62 años, unos dos
metros (seis pies) de alto y de 113 kilos (250 libras). Era
inconfundible. Había comprado un programa Rosetta Stone de aprendizaje
de idiomas para mejorar su español y poseía escasos conocimientos sobre
Cuba. Pero sabía mucho sobre tecnología. Su empresa se especializaba en
instalar equipos de comunicación en lugares remotos del mundo.
El
primer viaje de Gross para DAI, que concluyó en abril del 2009, se
centró en introducir equipos en la isla y establecer el primero de tres
centros con acceso irrestricto a la internet para la diminuta comunidad
judía de Cuba, que suma unas 1.500 personas.
Para introducir los
equipos, Gross recurrió a grupos humanitarios norteamericanos que
cumplían misiones en la isla. Viajó con esos grupos y le pidió a
distintos individuos que llevaran las piezas, según los reportes de
viajes.
Tres personas conocedoras de las tareas de Gross dicen que
él le dijo a sus contactos en Cuba que estaba ahí representando a una
organización judía, no al gobierno estadounidense. USAID dice que ahora
le pide a la gente que realiza sus misiones que revele su financiamiento
por parte del gobierno estadounidense a la gente que recibe la ayuda,
si le preguntan.
Uno de los reportes de Gross parece indicar que
él se presentó como miembro de uno de esos grupos y que viajó con ellos
de tal manera que pueda interceder con las autoridades cubanas si
surgían suspicacias.
Sus ayudantes debían llevar artefactos
separados en su equipaje de mano. De esa manera, escribió Gross,
cualquier pregunta podría ser respondida en el proceso de rayos X en el
puesto de seguridad, y no en la casilla de aduanas. El material era
luego entregado a Gross en su hotel en La Habana, según los reportes de
viajes.
Desde hace tiempo USAID ha pedido de los visitantes a Cuba
que introduzcan material prohibido en la isla, como libros y radios
onda corta, dijeron funcionarios estadounidenses enterados del programa.
Y funcionarios de USAID han admitido en interpelaciones legislativas
que han empleado a contratistas para llevar programas computacionales
que permitan enviar material codificado por internet, según
participantes de las reuniones.
Una alarma sonó en uno de los
viajes de Gross cuando uno de sus acompañantes intentó salir del
terminal aéreo; el acompañante había colocado el artículo — un artefacto
que puede extender el rango de una red inalámbrica — en su equipaje de
carga.
Gross intervino, asegurando que el artefacto era para su uso personal y que no era un disco duro de computadora ni un radio.
Según
los reportes de viajes, los agentes de aduana intentaron cobrar 100%
del valor del objeto como arancel, pero Gross logró regatear un poco y
se le permitió salir del aeropuerto con el equipo.
"Ese día, más valió ser afortunado que inteligente", escribió Gross.
Gran
parte del equipo que Gross traía es legal en Cuba, pero el volumen de
la carga podría darle a las autoridades cubanas una pista de cuál era la
intención del estadounidense.
En la lista de su cuarto viaje,
bajo "Equipo total", dice que había 12 iPods, 11 teléfonos BlackBerry
Curve, tres MacBooks, seis discos externos de 500 gigabytes, tres
teléfonos satélites vía internet conocidos como BGANs, tres enrutadores,
tres controles, 18 módulos inalámbricos, 13 barras de memoria, tres
teléfonos para hacer llamadas por internet y varios interruptores.
Algunas piezas, como los equipos para redes y para comunicaciones
satelitales, están expresamente prohibidos en Cuba.
Gross escribió
que metió los BGANs en una mochila. Había aspirado a engañar a los
agentes de aduana colocando cinta adhesiva encima de las marcas de los
equipos: "Hughes", el fabricante e "Inmarsat", la empresa que provee el
servicio de comunicación satelital vía internet.
Los BGANs eran
cruciales porque no solamente facilitan acceso a la internet por
satélite sino además una señal que puede servir a varios usuarios de
manera inalámbrica. La ventaja de ello es que la comunicación va
directamente al satélite, sin pasar por los servidores controlados por
el gobierno.
Siempre había la posibilidad de ser descubierto.
El
año pasado, el Comité de Relaciones Exteriores del Senado preguntó
sobre la posibilidad de que misiones clandestinas estén siendo usadas en
algunos de los programas humanitarios estadounidenses, y de que las
autoridades cubanas hayan infiltrado algunos de ellos.
"La posible
infiltración por parte de los servicios de contraespionaje es un riesgo
conocido en Cuba", dijo el Departamento de Estado en una respuesta por
escrito a preguntas de la AP. "Quienes desempeñan nuestras labores están
conscientes de ese riesgo".
El primer viaje de Gross a Cuba
culminó a comienzos de abril de 2009 con el establecimiento de un centro
de comunicaciones en La Habana.
Regresó poco tiempo después, se
quedó unos 10 días mientras se establecía otro centro en Santiago, la
segunda ciudad más grande de Cuba.
En su tercer viaje, de dos
semanas y ocurrido en junio de 2009, Gross viajó a una ciudad en el
centro de la isla, Camagüey, según un funcionario del gobierno
estadounidense. Alquiló un automóvil en La Habana y manejó por siete
horas, en lugar de tener que someterse a revisiones en el aeropuerto.
Gross
escribió que los BGANs no debían ser usados fuera de La Habana, donde
existen suficientes radios y ondas radiales como para ocultar las
emisiones.
El reporte para el cuarto viaje de Gross, que concluyó
ese agosto, fue catalogado como el final y resumía sus éxitos: el
establecimiento de redes inalámbricas en tres comunidades; unos 325
usuarios; "las comunicaciones desde y hacia Estados Unidos han mejorado y
se están usando de una manera regular". Nuevamente se llega a la
conclusión de que "es una misión sumamente riesgosa".
A Gross no le hubiera ocurrido nada si hubiese parado allí.
Pero a fines de noviembre de 2009, regresó a Cuba por quinta vez. Esta vez no volvió. Fue arrestado 11 días después.
Un
reporte adicional fue redactado posteriormente, con membrete de la
empresa de Gross. Fue preparado con la asistencia de DAI, la empresa que
mandó a Gross a Cuba, con el objetivo de cumplir con el requisito
contractual de suministrar un resumen de su trabajo, a fin de cancelar
todas las facturas relevantes, de acuerdo con funcionarios conocedores
del documento.
El reporte afirma que Gross deseaba mejorar la
seguridad en el centro de comunicaciones instalado en La Habana mediante
la instalación de "una tarjeta sin alternativa" en el equipo satelital.
La
tarjeta permitiría que la señal del BGAN pasara desapercibida al
transmitirse al satélite, dificultando la detección del artefacto.
El documento concluye que la seguridad en el lugar fue afianzada.
No
queda claro cómo DAI logró confirmar el trabajo de Gross para el
reporte final aunque un documento, que también presenta el membrete de
la compañía de Gross, establece que un representante de Gross contactó a
la comunidad judía cubana cinco veces después de su arresto.
En una declaración durante su juicio, Gross se declaró inocente y ofreció disculpas.
"Nunca
he hecho algo, ni lo haría ni lo haré, en lo personal o en lo
profesional, para socavar a un gobierno", dijo. "Me arrepiento
profundamente por ser un tonto inocente, fui engañado, me usaron".
En
una entrevista con la AP, su esposa, Judy, culpó a DAI, la empresa que
envió a Gross a Cuba, por no decirle a él toda la verdad sobre los
riesgos. El vocero de DAI O'Connor dijo en una declaración que Gross
"diseñó, propuso e implementó esta tarea" para la compañía.
Entretanto,
Gross permanece en un hospital militar y penitenciario en Cuba. Su
familia denuncia que ha perdido unos 45 kilos (100 libras) y teme por su
salud. Todos los intentos diplomáticos para lograr su libertad han
fracasado y no hay indicios de que Cuba aceptará los pedidos de dejarlo
en libertad por razones humanitarias.
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