Por Andrés Pascual
El miedo siempre ha justificado la apatía y el desgano por el levantamiento que borre violentamente a la tiranía castrista; sin embargo, hay detalles: la disidencia, “mantenida” desde el exterior como cualquier cubano ayuda, tal vez con montos inferiores a su familia, se erige en un muro insalvable al reclamo por la fuerza, porque han sido varias las veces que, casi todos sus dirigentes, más de Europa y del Exilio que del propio pueblo, han frenado el propósito al desacreditarlo a través de cartas y comunicados de sus “líderes”, dirigidas a la opinión internacional, para que no apoyen esos procedimientos.
Sí, hay miedo, pero en la disidencia, a perder el protagonismo, el espacio de relativo brillo que han logrado como “caras visibles” de la oposición y, tanto allá como aquí, miedo a perder el negocio que, cuando están en la Isla, los ampara el manto negro de convivir en peligro por una represión que, los que la sufrimos en carne viva, por los acontecimientos de hoy, nos parece sospechosamente rara por lo consentidora; porque no me acabo de convencer de que exista mucha represión sobre alguien que puede comunicarse con un show de prime-time en Miami para cantaletear contra la tiranía, a pesar de la negación de visas a la Filóloga Yoani que, para regresar a Cuba desde Suecia junto a su esposo, estuvo de acuerdo en firmar un compromiso de renuncia a volver a salir bajo ninguna opción; o la del ex matador de negros buenos en África, Guillermo Fariñas, como miembro de las Tropas Especiales de la dictadura castrocomunista; en ambos casos, a buscar un pergamino y un cheque suculento para el nivel de vida en la Cuba actual.
No voy a seguir enumerando casos; pero, quisiera saber la razón por la que el Dr. Oscar Elías Biscet está fuera de circulación en el obligado titular. A Biscet le han dado un golpe de estado en cuanto a la vanguardia representativa en la lucha contra el castrismo a favor de Yoani y de Fariñas, que hizo un deporte de la huelga de hambre y pretende repetirlo con lo de las detenciones de corto tiempo.
La onda expansiva del peligroso Mediterráneo musulmán no tocará a Cuba, porque, aunque en aquella protesta se demostró (Polonia y Rumania también) que no se necesitan armas si la cantidad de pueblo en la calle es más que generosa, no es menos cierto que, por la espiral que bajo la regla del “efecto dominó” abarcó a todo el área, dio la impresión de que se preparó en otras instancias, acusación que no exime a la Casa Blanca ni al Departamento de Estado, que no han escondido en los últimos tiempos su descontento con Israel y los asentamientos en Gaza.
Pudiera ser este, como para Carter en 1979-80, el próximo y definitivo Irán de esta administración, más peligrosa, más traidora y más antiamericana que la del Manicero de Georgia. De cualquier forma, ya no debe ser sospechoso ni sorpresivo para nadie que estén ocurriendo ese tipo de cosas que lesionarán a Estados Unidos a mediano plazo bajo este gobierno de protección al totalitarismo castrocomunista en el Caribe, o a la recalcitrancia fundamentalista musulmana.
Mientras, la labor con respecto a la dictadura de los Castro de nuestros “aliados fariseos”, aunque lo encubran, es de apoyo, por lo que planes de ayuda a ese levantamiento, para el pueblo cubano, no están permitidos.
En Cuba debe existir un 60 % de apoyo a Castro aún, con un 20 % de apáticos y el otro 20 tan confundidos que, si logran llegar aquí, entonces descubren que no eran anticastristas, por lo de la oposición a la verticalidad del exilio con respecto a sus vicios y concesiones.
En otro orden de cosas, hay un 95 % que le tiene más miedo al capitalismo por lo que les han dicho con respecto al trabajo y a las casas que la dictadura se robó y les entregó, que a una posible muerte en las calles de cualquier pueblo o ciudad tratando de liberarse del yugo opresor. El porciento que falta es la disidencia, que no le gusta la lucha en las calles ni adoctrinar a la juventud para que haga, con carácter heroico, lo que ellos no pueden no saben o no quieren en la hora presente y definitiva.
Cuando a alguien se le selecciona como una de las “personas más influyentes del mundo”, tiene que decir cosas más razonables que las que le dijo Yoani Sánchez a un medio peruano sobre por qué no hay levantamientos en Cuba estilo mediterráneo musulmán, de lo contrario, para no dejar inconclusos algunos segmentos que no están al alcance de sus “análisis de influencia”, quedarse callada hubiera sido la mejor respuesta.
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