NUEVA GERONA, Isla de la Juventud.— Carlos Yanes Artiles, el pitcher pinero que ha jugado más del 50 por ciento de las series nacionales, dice adiós al montículo con un palmarés de leyenda.
Entre sus mayores logros figuran haber participado en 28 series, con 235 victorias, segundo ganador de por vida en el país, el único lanzador local que ha propinado no hit no run a un conjunto de primer nivel como Villa Clara, en el año 2000, y siempre con la camiseta de Isla de la Juventud, hecho que resalta más su mérito.
Tras su retiro oficial del deporte activo, celebrado este sábado en el estadio Cristóbal Labra, donde sus más fieles seguidores le rindieron tributo, el también conocido por «El Yanero», «El caballo de batalla» y «El brazo de hierro», dialogó con JR.
—¿Por qué el béisbol y cuándo decidiste ser lanzador?
—Jugaba en la calle como todos los muchachos y pedí entrar a la Escuela de Iniciación Deportiva (EIDE), que cuando aquello era un concentrado deportivo; e imagino que por la furia de los cubanos por la pelota, que además me gustaba muchísimo.
«Entonces no existía aquí la llamada pirámide deportiva; no había Escuela Superior de Preparación de Atletas (ESPA) y cuando salí de la EIDE ingresé al preuniversitario normal, pero sin desvincularme de la pelota, jugaba en topes de barrio y en el campeonato provincial.
«No quería ser pitcher; me gustaba jugar en el cuadro; de hecho lo hice en el campo corto y en segunda durante la provincial juvenil, aunque no era bueno al bate; y en uno de esos juegos empecé a lanzar por accidente; los que tenían que hacerlo frente al conjunto de la comunidad de Argelia no vinieron y le dije al director: “Dame la bola que voy”, y ponché a 21. Ahí mismo empezó mi historia en el box».
—¿Cómo fue el debut en series nacionales?
—Entré a la lomita por primera vez en la Serie Nacional el 9 de noviembre de 1983, frente a la antigua provincia de La Habana y lancé dos entradas, pero no sentí nada especial; el partido estaba perdido y no había motivaciones; sin embargo, unos días después gané mi primer juego frente a Las Tunas en su patio, y sentí una sensación extraña, una contentura que no sé hoy y no sabía entonces explicar; hasta llamé por teléfono a los viejos e imagínate lo alegres que se pusieron.
«Aquello me dio fuerzas; vi que podía hacerlo y ese año gané seis y perdí dos, desde entonces entrenaba más duro; un poco más adelante le gané a Industriales y eso me inspiró más».
—¿Tenías entonces algún paradigma como lanzador?
—Siempre he admirado a Braudilio Vinent, quien fue mi inspiración.
—Yanes es una persona ecuánime. ¿Cuánto ayudó ello en el montículo en los momentos difíciles?
—La ecuanimidad, como usted dice, fue una de las cosas que más me ayudó; nunca me desesperé, ni en los momentos más tensos; analizaba la situación, la jugada; trataba de estar emocionalmente por encima de los bateadores, porque eso siempre los desestabiliza.
«Pero no funciona con todo el mundo; para mí Javier Méndez era un “asesino”. Él le daba a lo que le tirara; nunca lo pude ponchar, ni tan siquiera logré que le diera mal a la bola; él y Gabriel Pierre fueron los únicos bateadores difíciles a los que me enfrenté; con los demás era parejo, unas veces para ellos y otras para mí.
«Donde más usé esa capacidad fue en el Latinoamericano contra Industriales; si le ganabas en cualquier estadio pasaba normal, pero si los derrotabas en el Latino era otra cosa; ahí siempre se juega bajo presión y yo lo disfrutaba». Mas >>
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