Emilio Salgado |
Por Andrés Pascual
¿A qué condujo la desaparición por decreto dictatorial de la pelota profesional en Cuba; si no a la más absoluta orfandad del reconocimiento de la memoria histórica legítima en los tiempos que corren?
Y no hablo del beisbol castrocomunista, jugado en la Isla desde 1962 y alejándose a pasos agigantados de la clase histórica criolla de tal forma que, hoy, no solo es “crítico” su estado ; sino de hazmerreír internacional.
Con aquella medida le escamoteó a Cuba la dictadura el estandarte que era de la Confederación de Países del Beisbol Profesional del Caribe, organismo que relaciona entre sí a las naciones reconocidas como miembros y los proyecta como una supuesta, (mentira moderna desde hace mas de 15 años), unidad monolítica de intercambio de mutuo beneficio con el Beisbol Organizado, que se copió de las exitosas relaciones de Cuba con la pelota americana y que logró, también como evento exitoso durante 12 años, la única y real era de grandeza y esplendor de la Serie del Caribe.
Con el beisbol profesional se perdió la participación de la prensa cubana del sector en el organismo regional.
Entonces la pelota cubana, su historia de influyente poderío, se encontró a merced de lobos emborronadores de cuartillas no cubanos que se dedican a omitir y descalificar la auténtica superioridad del juego criollo durante el periodo pre-1960.
¿No hay prensa cubana en la Confederación? No hay voto para el rosario de entidades tipo Salón de la Fama, coordinados algunos con empresas de consumo americanas, que beneficie y coloque en su justo lugar al imprescindible jugador isleño; entonces tampoco hay opiniones que contribuyan a la forma de cómo hacer estos nuevos recintos más nobles, más justos y verdaderos exponentes de la huella histórica significativa de la pelota en el área; a fin de cuentas, todo confluye con anuencia, apoyo y evidente indiscreción de la tiranía antillana que, ya se puede decir, liquidaron el ex pasatiempo nacional con toda intención.
Pero una prensa de la Cuba de hoy, representando a los libelos de la tiranía, sería el peor remedio que pudiera aplicársele a una enfermedad que requiere desmontar absolutamente el imperio político-ideológico que asola al país; porque no habría ningún tipo de soberanía ni de voluntad individual para hacer las cosas en bien del beisbol en el organismo; sencillamente, estarían a merced y a favor del viento que sople desde el Buró Político del CC del Partido, bien como amanuenses hastiados; o como militantes rancios que apoyan semejante crimen de lesa humanidad para los que el beisbol nacional, como todo el país, es una creación del dictador y así se le inocula a sus generaciones que, cuando llegan aquí, con facilidad y desconocimiento que ofende, consideran “todos los tiempos” en la historia del beisbol cubano a partir de 1962.
Desconocer el único estado de gloria y grandeza de la pelota cubana; es decir, el pasado, esconderlo, desparecerlo del manejo diario de la jerga de sus generaciones que no pueden evitar, ante el ridículo de los tiempos actuales, que el fantasma del ayer se haga presente como fiscal soberbio contra los únicos responsables de la tragedia de la pelota y de la nacionalidad, es la primera responsabilidad de la prensa castrocomunista.
De los cuatro jugadores negros que representaron a Cuba por primera vez en el periodo 1939-43, tres de ellos procedían de Pinar del Río y fueron los primeros pinareños en integrar un team Cuba. Jugaban en el poderoso circuito Inter Fuerzas Armadas: el artemiseño Pedro “Charolito” Orta, el guanero Rafael “Villa” Cabrera y el residente en la propia ciudad capital provincial, Catalino Ramos, el cuarto jugador sepia fue Carlos Colás.
El primer jugador vueltabajero en vestir el traje de la selección cubana en nivel juvenil fue el inicialista sancristobaleno Cayetano Páez durante la Primera Serie Mundial de la categoría en Mejico-1956.
En estos días Osvaldo Rojas Garay, del libelo Juventud Rebelde, escribió sobre Emilio Salgado Quesada, “Faro” para quienes lo tratamos, en relación con un torneo que llevará su nombre en Los Palacios; pero se le olvidaron cosas importantes: con solo 14 años, en 1962, reforzó al San Cristóbal a la Serie Nacional Juvenil que se efectuó en Las Villas; que integró un equipo castrista juvenil contra un similar canadiense a una serie “amistosa” jugada en La Habana y en Montreal, en 1964 y 1965, al lado de los hermanos Capiró, de Marquetti, de Oscar Romero, Laffita…y que a su cadáver le robaron la cabeza con propósitos de santería después de sepultado. Salgado fue uno de los mejores tres pitchers de Cuba en el periodo 1968-72, hasta que eol el tumor cerebral que le llevo a la tumba, tres años después, le obligó a dejar el juego.
La mala idea político-ideológica mezclada con conocimiento insuficiente fue presentar a Faro como “el primer pitcher pinareño que integró un equipo Cuba”, dicho indudablemente para ahondar más en el divorcio entre “los pichones” de hoy y la identidad cultural nacional, a través de la proscripción total de nombres del ayer.
Porque, el primer vueltabajero que integró un equipo Cuba como pitcher fue el consolareño Virgilio “Roque” Contreras, en 1950, a los Centroamericanos de Ciudad Guatemala, selección que integraron también Edmundo Amorós y Angel Scull y en la cual el serpentinero ganó un juego.
Contreras se hizo profesional y jugó en Ligas Menores y en el “champion cubano” hasta su traslado a la Mejicana, donde se retiró. Falleció hace algunos años en Monterrey.
¿Qué le hubiera costado decir lo anterior al plumífero? Aparentemente nada o todo, pero puesto en función del cristal a través del cual se vea; o se imponga…
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