miércoles, noviembre 30, 2011

Por la crisis, Cuba se queda fuera de la agenda de Rajoy

Hace ocho años, los cimientos del bello palacio art nouveau de la embajada de España en La Habana temblaron al sentir el jadeo de medio millón de personas encabezadas por un enfurecido Fidel Castro. A la estrategia de mano dura de José María Aznar hacia la isla respondió el comandante con una "marcha del pueblo combatiente" contra el gobernante derechista, a quien ridiculizó como el "führercito con bigotico".
Aquel 12 de junio de 2003 fue el momento culminante de una de las mayores crisis entre España y Cuba, una tormentosa guerra diplomática que no tiene visos de repetirse ahora, tras el inminente regreso del Partido Popular al poder en España.
La profunda crisis que vive España va a condicionar las prioridades políticas de Mariano Rajoy, en su día delfín de Aznar y hoy presidente electo tras su aplastante triunfo en las recientes elecciones generales.
Con la economía en estado comatoso y Europa en el diván de los mercados financieros, la política exterior del nuevo gobierno conservador, que asumirá en diciembre, se canalizará hacia un solo destino, Berlín, donde Angela Merkel espera ya, impaciente, la primera tanda de recortes y ajustes fiscales del PP.
Abrumado por la prima de riesgo, los intereses de la deuda, los cinco millones de desempleados y otras esquirlas que va dejando la Gran Recesión, Rajoy ha sido parco en palabras al referirse a Cuba durante la campaña electoral. La frase más elaborada que llegó a hilvanar fue esta respuesta al diario El País: "En Cuba yo quiero democracia, quiero libertad, quiero derechos humanos. Bueno, yo no, lo quiere todo el mundo".
Esta declaración aséptica, típica del líder gallego, que ha tenido la portentosa habilidad de ganar las elecciones sin aclarar qué piensa hacer para sanear la economía española, la traduce así Susanne Gratius, investigadora de Fride, un think tank europeo con sede en Madrid: "La estrategia más probable del PP hacia Cuba será el mantenimiento de la Posición Común de la Unión Europea" (una iniciativa promovida por Aznar en 1996, que condiciona los acuerdos de cooperación de Bruselas a los avances democráticos en la isla).
Para la experta, España seguirá la línea de países como Alemania, que no desea cambiar la política actual de la UE. Se reforzarán las relaciones con la oposición cubana y Madrid tendrá una actitud más distante y crítica hacia el régimen de Raúl Castro. "Las autoridades cubanas integrarán a España nuevamente en el grupo de potenciales enemigos, algo que les viene bien para justificar el cierre de filas y la falta de apertura democrática, pero las tensiones bilaterales no serán tan graves como en la etapa de Aznar", sostiene Gratius desde Madrid.  Mas >>

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