Cubanalisis/ Dr. Pablo de Cuba
En 1848, una obra vio la luz dentro de las turbulencias sociales, y con ella, una frase se repetiría en los días venideros al desarrollo histórico de las naciones: Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo. Ahora, más allá de un siglo y medio después, otra cuestión intenta sensibilizar el sentimiento de las naciones, ya no es el fantasma del comunismo en Europa, sino un flagelo que recorre el mundo: la esclavitud moderna.
La dicotomía respecto al género y la condición humana es clara: libres o esclavos. La esclavitud, en cualquiera de sus expresiones, no admite reserva de las naciones. La concordia de los Estados es, en estos instantes, la única capaz de ratificar sus propios principios contrarios a este flagelo, y entablar una lucha desafiante ante lo que acontece hoy en día, y que ya, de forma directa, involucra acciones de corrupción y de tolerancia despótica que, inclusive, emanan de la voluntad concertada en pactos entre Estados soberanos que son, a toda luz, el reflejo de una naturaleza Hostis Humanis Generis subyacente, que existe y actúa desafiante en este Siglo XXI.
Estos profesionales cubanos, si bien provienen del tercer mundo, no son de otro mundo aunque los hechos así lo aparenten.
ACTOS CONTRARIOS A LA DEBIDA TOLERANCIA SOBERANA
Cuando hablamos de tolerancia soberana, no nos referimos a la mera tolerancia como estimulo que utilizó la iglesia por establecer el grado de amor de Dios hacia los hombres, ni tampoco la que los hombre trataron de darle a Dios cuando se promulgó el Decreto de Alhambra en 1492 para expulsar a los judíos de la península ibérica; menos aún la que se enmarca en la tolerancia indebida de las autoridades gubernamentales, sino hablo de aquella que sobrepasa cualquier noción de tolerancia invocada, inclusive, en el liberalismo político, y salta la frontera de lo inadmisible del acto de poder soberano del Estado, que en su desconcordia acepta la práctica abierta de este fustigo.
El Estado que sustente su mal gobierno bajo un manto de soberanía, atenta cualquier basamento jurídico racional de paciencia y desemboca en un ataque directo contra la real y efectiva tolerancia como base de la responsabilidad que sustenta los derechos humanos, el pluralismo (comprendido también el pluralismo cultural y religioso), la democracia y el Estado de derecho. Esta actitud contraria a la voluntad soberana del concepto de pueblo integrado por hombres libres, presupone el rechazo del dogmatismo y del absolutismo sobre la voluntad racional, y afirma las normas establecidas por los instrumentos internacionales relativos a los derechos humanos.
ACTOS CONTRARIOS A LA DEBIDA TOLERANCIA SOBERANA
“No entiendo por qué los gobiernos siguen acaeciendo contrario al libre humano”.
Cuando hablamos de tolerancia soberana, no nos referimos a la mera tolerancia como estimulo que utilizó la iglesia por establecer el grado de amor de Dios hacia los hombres, ni tampoco la que los hombre trataron de darle a Dios cuando se promulgó el Decreto de Alhambra en 1492 para expulsar a los judíos de la península ibérica; menos aún la que se enmarca en la tolerancia indebida de las autoridades gubernamentales, sino hablo de aquella que sobrepasa cualquier noción de tolerancia invocada, inclusive, en el liberalismo político, y salta la frontera de lo inadmisible del acto de poder soberano del Estado, que en su desconcordia acepta la práctica abierta de este fustigo.
El Estado que sustente su mal gobierno bajo un manto de soberanía, atenta cualquier basamento jurídico racional de paciencia y desemboca en un ataque directo contra la real y efectiva tolerancia como base de la responsabilidad que sustenta los derechos humanos, el pluralismo (comprendido también el pluralismo cultural y religioso), la democracia y el Estado de derecho. Esta actitud contraria a la voluntad soberana del concepto de pueblo integrado por hombres libres, presupone el rechazo del dogmatismo y del absolutismo sobre la voluntad racional, y afirma las normas establecidas por los instrumentos internacionales relativos a los derechos humanos.
RELATORÍA FÁCTICA. ANTECEDENTES Y HECHOS
“Estamos en el límite de vivir en un mundo ciego y sordo de su propia dolencia”
Los primeros momentos en que se concibió utilizar la fuerza laboral cubana como fuente generadora de divisas a favor del Estado socialista se remontan al establecimiento de un régimen de control cambiario con la prohibición de la cotización del peso cubano a un “rate” de cambio contra cualquier otra moneda o divisa extranjera de forma libre, para concentrar esta función, de forma exclusiva, en determinadas agencias estatales debidamente autorizadas.
Los primeros resultados se centralizaron en los trabajadores cubanos que laboraban en la Base Naval de Guantánamo, los cuales se vieron obligados a cambiar sus salarios por una contraprestación obligatoria en moneda de curso legal en Cuba, es decir, pesos cubanos. Esta práctica se condujo a todo personal cubano que por sus manos pasare cualquier divisa en función de su cargo u oficio.
Estas medidas se protegieron con una severa sanción penal a todo aquel nacional o residente que, sin la debida autorización, potara moneda libremente convertible (divisa). Con mayor severidad se sancionaba el tráfico de moneda nacional por divisa, así como cualquier intercambio de títulos o valores representados en moneda extranjera. Esta supuesta protección a la moneda nacional cubana se convirtió en un campo de batalla represivo que llegó a tener el triste record de personas sancionadas a tres años de privación de libertad por la mera tenencia de un dólar estadounidense en su posesión, incluyendo recuerdos guardados dentro de su propia vivienda.
La obligatoria continuidad de las relaciones diplomáticas y la demanda de estas propias sedes diplomáticas de mano de obra nacional, así como un incipiente establecimiento de entidades comerciales extranjeras en Cuba, tanto del otrora campo socialista como el capitalista, que igualmente requerían del nativo para realizar sus funciones, llevó al gobierno cubano a prestar servicios a favor de éstas concentrando dicha actividad en la ya desaparecida empresa estatal cubana CUBALSE (Cuba al Servicio del Extranjero).
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