El pasado agosto el Corriere della Sera habló del asesinato de Albert Camus a manos de la KGB. El diario italiano citaba al eslavista Giovanni Catelli, este citaba una entrada de los diarios del checo Jan Zabrana, y Zabrana, su encuentro con alguien próximo a la inteligencia soviética. Según esa versión, lo que fuera considerado en 1960 un accidente mortal de tráfico había sido, en el fondo, un asesinato político. Camus pagaba de ese modo su condena de la invasión soviética a Hungría y el apoyo ofrecido a Boris Pasternak para el Nobel.
"Escuché algo sumamente extraño de boca de un hombre que sabía muchas cosas y contaba con fuentes bien informadas", anotó Zabrana en su diario. Aquel hombre confesó que el accidente automovilístico había sido orquestado desde Moscú. Ofreció detalles de la operación (un artefacto segó el neumático que giraba a alta velocidad) y del procedimiento: la orden venía del propio ministro de Exteriores, Shepílov, a quien Camus había acusado de las muertes ocurridas en Hungría. (Acerca de la URSS, Camus escribió en otra ocasión: "Que ese régimen concentracionario sea adorado como el instrumento de la liberación y como escuela de la felicidad futura..., eso es lo que combatiré hasta el fin").
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