domingo, octubre 09, 2011

Comunismo en Cuba: para llegar a orígenes (I)/ Arnaldo M. Fernández

Desde el sitio de Ichikawa
 
Arnaldo M. Fernández
José Martí no sirvió para ñángara. El pregón de Carlos Baliño: Martí me dijo que «todo hay que hacerlo después de la independencia» (La Voz Obrera, agosto 5 de 1906) no se volvió estribillo comunista ni siquiera con la glosa* de Julio Antonio Mella: que Baliño le dijo que Martí le había dicho: «La revolución no es la que vamos a iniciar en las maniguas, sino la que vamos a desarrollar en la república» (América Libre, abril de 1927). Lo rojo apareció de verdad cuando Baliño se apeó (agosto 11, 1922) con que la Agrupación Socialista de La Habana debía afiliarse a «la III Internacional que radica en Moscú». Unos pocos asintieron y terminarían formando (marzo 18, 1923) la Agrupación Comunista de La Habana: Baliño, José Miguel Pérez (El Isleño), Alejandro Barreiro, José Peña Vilaboa, José Rego López y Joaquín Valdés (Revolución, agosto 16 de 1963). Al año siguiente ingresó su mejor activo: Mella.
La Internacional Comunista (Comintern) se había constituido en congreso (Moscú, 1919) sin un solo delegado latinoamericano. Lenin no había escrito —ni escribiría jamás— una sola línea sobre Latinoamérica, pero al II Congreso (Petrogrado-Moscú, 1920) fueron el hindú Manabendra Nath Roy y su esposa Evelyn Trent, quienes se habían avecindado en México hacia julio de 1917 y armado por allá un tinglado comunista. Roy largó la tesis del paso directo del subdesarrollo al socialismo y Lenin se embulló tanto que para el congreso siguiente (Moscú, 1921) fueron invitados hasta cubanos. Ninguno asistió. En este y el próximo congreso (Petrogrado-Moscú, 1922), el portavoz de América Latina distó mucho de ser genuinio: el comunista suizo Edwar Woog posó como Alfred Stirner, líder del Partido Comunista Mexicano (PCM).
Para el V Congreso (Moscú, 1924), la «Nota adicional al Manifiesto del Comintern para los partidos comunistas de los países latinoamericanos» precisaba que el PCM se encargaría de Centroamérica, las Antillas, Panamá y Venezuela (Chile en los Archivos Soviéticos 1922 – 1991, Santiago de Chile: Lom Ediciones, 2005, Tomo I, páginas 125s). La mayor de las Antillas tenía unos 80 comunistas por cuenta propia, que formaban grupúsculos en La Habana, Regla y Guanabacoa, San Antonio de los Baños y Manzanillo. Al efecto de montar un partido como Dios manda, el Comintern mandó al cuadro mexicano Enrique Flores Magón, quien juntó a Mella, Baliño y Barreiro (Habana), Venancio Rodríguez (Guanabacoa), Miguel Valdés y Emilio Rodríguez (San Antonio de los Baños) con los camaradas hebreos Yoshka Grinberg y Yunger Semchovich. Estos últimos usaron a un tal Vasserman como traductor, porque aún no hablaban español con fluidez. Así tuvo lugar el I Congreso Nacional de Agrupaciones Comunistas de la Isla de Cuba (agosto 16-17, 1925). Siendo ya Fabio Grobart, Semchovich escribió (XV años de lucha, La Habana: Ediciones Sociales, 1940, página 3): ¡Qué pequeño y aparentemente insignificante era aquel congreso!
Foto: Colina Lenin (2008) © Sam Kelly. Al morir Lenin (enero 24, 1924), el alcalde de Regla, Antonio Bosch (Partido Liberal), tuvo la ocurrencia de plantar un olivo en la Loma Fortín, que desde entonces (enero 27, 1924) se llamó Colina Lenin. Este habría sido el primer homenaje a Lenin fuera de la URSS y en el acto habló el militante comunista Francisco Escudero.

* La desconexión prevaleció hasta el punto en que el líder comunista Juan Marinello, al estudiar a Martí, subrayó que «sin saber ni desearlo, fue el defensor de los poderosos. Admirarlo como tal, y solo dentro del contexto del valor permanente de su vida personal como hombre, es tan importante como finalmente virar nuestras espaldas a su doctrina» (Repertorio Americano [San José de Costa Rica], Volumen 30, Número 4, enero 26 de 1935, páginas 58s).

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