miércoles, septiembre 07, 2011

Julio Casas: técnicas de reanimación

Desde el sitio de  Ichikawa
 
Pedro Pablo Bilbao
Los médicos no pudieron sacar del paro cardiorespiratorio al general Julio Casas Regueiro, pero los analistas han conseguido resucitarlo con las técnicas más socorridas de la cubanología: plantear falsos problemas: ¿quién será el nuevo jefe de ejército?, y urdir falsos apremios, como el relevo en el poder y las reformas en Cuba.
El falso problema se plantea hasta de forma desatinada, porque el castrismo tiene institucionalizado en el artículo 93 de su Constitución socialista (1976) reformada (1992 y 2002) que el jefe de Estado y de Gobierno desempeña la jefatura suprema de todas las instituciones armadas, ergo: el jefe del ejército es Raúl Castro. La pregunta atañe a quien será el nuevo ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (MINFAR) y no entraña problema alguno, porque la estructura del MINFAR contempla de cajón un viceministro primero para sustituir automáticamente al ministro en caso de ausencia, enfermedad o muerte.
Así y todo anda por ahí como cosa de expertos que la decisión está pendiente y el viceministro primero Leopoldo Cintra Frías podría no serlo porque no viene del II Frente Oriental. Se trata del estilo de pensamiento que divide ficticiamente al grupo político de Fidel Castro en fidelistas y raulistas. No en balde se pregona que aquella decisión podría revelar si Raúl Castro gobierna solo o se mantiene bajo la influencia de Fidel. Incluso se da por sentado que Fidel será informado, pero no consultado.
Nada tiene de experticia imaginar que los hermanos Castro no hayan previsto de antemano el mecanismo de sustitución en el MINFAR, a sabiendas de que Julio Casas se iría del aire pronto por su diabetes crónica, y designaran a Cintra Frías como sustituto para tener que encarar un problema adicional más adelante. El ejercicio del poder dictatorial incluye también examinar con suficiente antelación las alternativas de sucesión en el MINFAR y otros ministerios clave. Parece ilógico que la decisión crucial (2008) de encumbrar a Machado Ventura no viniera acompañada del examen a fondo de toda la estructura de poder.
Al despiste con respecto a la mecánica institucional se suma otro: darle trascendencia al muerto como advertencia de que se acaba el tiempo para promover el relevo y es preciso rejuvenecer  posiciones, como si el reciente VI Congreso (2011) del único partido no se hubiera enfrascado —al ritmo del grupo político de Castro— en estos menesteres. A todos los efectos prácticos, el general Casas Regueiro estaba muerto hace rato, por la referida diabetes crónica y otros achaques. Su certificado de defunción no aporta nada al decurso crítico del castrismo.
Al parecer los cubanólogos no se acuerdan ya de que dos cuadros del aparato económico del MINFAR, Marino Murillo Jorge (50 años) y Adel Yzquierdo Rodríguez (65 años), llegaron ya al Buró Político y encabezan la dirección económica de Cuba, mientras Luis Alberto Rodríguez López-Calleja prosigue como director ejecutivo del Grupo de Administración Empresarial, S. A. (GAESA) del MINFAR. Así como escogen a los cuadros, los hermanos Castro marcan el paso de las reformas para acomodar el castrismo a las circunstancias y jamás para complacer a la imaginación cubanológica.
Ningún muerto del castrismo —ni siquiera Fidel Castro— demuestra a los sobrevivientes nada por reducción al absurdo ni por otro método lógico. En la preservación del poder los hermanos Castro se atienen a la tradición militar caudillista que Máximo Gómez dejó muy clara al indagar por carta (Dos Ríos, mayo 20 de 1895) al jefe enemigo la suerte de Martí: «Nada importa un cadáver más o menos de tantos que tendrá que haber en la guerra que sostenemos».
-Fotos: Galería (1959) © Nigel Hunt

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