Por lo general, la respuesta a la pregunta sobre el cambio de “soldado” del ejército ideológico de la dictadura a “entrante”, que es como clasifican las agencias que reciben y controlan al cubano que no escoge la opción “exiliado” es, invariablemente: “porque quería probarme en un nivel superior…”, ni millones ni Ferraris ni libertades… esa respuesta, buena para los americanos de ESPN y para los “latinos” que creen que pertenecen a esa cadena porque hay un portal “en español”, es una configuración ideológica hecha para que encaje en el molde de “lo políticamente correcto”, principio y fin del compromiso moral del liberal americano de hoy y de sus socios del área de habla español.
No es posible que uno sea rechazado como lo está siendo Pablo Milanés y persista en la idea de cantar en Miami; sin embargo, no puede hacer otra cosa ni Hugo Cancio, a pesar de toda la mierda que ha dicho con bravuconería de que “no lo voy a suspender”; o el representante de Milanés.
La verdad es que no pueden suspenderlo ni el artista ni los adyacentes porque eso no les compete, es una orden, “una tarea” de La Habana con total apoyo de la Administración Obama.
Si Pablo Milanés fuera independiente y soberano se asilaba, porque, implícitamente, lo que busca la tiranía es que un extremista atente contra la integridad civil de uno de estos elementos para armar el escándalo “sobre sus cuerpo heroico” y desarmar al exilio con todo el peso de la ¿ley? Que no es otra cosa que el apoyo de la Casa Blanca y su partido.
Pero el exilio no maneja su imagen así, nunca lo ha hecho; sin embargo, lo que no sé si conoce el cantante y debería, es que al castrismo le sobran quienes se arriesguen a hacerlo por órdenes directas de la dictadura; es decir, a Pablo Milanés puede meterle un tiro en la cabeza cualquier enviado, como Juan Pablo Roque, regresar a Cuba y asistir a la Tribuna a condenar con todas sus fuerzas el “milanescidio” y, mañana, Max Lesnick, Inmundo y todo el mundo estarán acusando de asesinos a la única, por última, porción de pueblo de Cuba que sostiene la bandera de la vergüenza, del decoro y de la verdad en la lucha por la libertad de la patria.
En lo personal, sueño de todos los engendros castro-comunistas sean artistas, deportistas o limpiabotas, Pablo vino “a probarse” en las Grandes Ligas.
Posiblemente el primer artículo que analizó la actuación del cantante en Miami a partir de un supuesto “valor de uso” para el exilio lo escribí yo: desde mi posición de exiliado, de anti-castrista recalcitrante que no concede nada, que cree que no habrá limpieza en Cuba ni regreso a ningún orden si no se puede “ajusticiar” a una buena parte no solo de allá, sugerí que se debería manejar esa visita para que, como ha tenido algunas fricciones por dinero (que es lo que rompe amistades o filiaciones de la mejor manera), las cosas que le había dicho a una revista española las dijera desde posiciones y en foros que le fueran inaceptables al castrismo, para que lo flagelaran y “lo hicieran tierra” desde Cuba más los que se encargaron de traerlo, para que el público afectado por el binomio, el “entrante migratorio cubano”, se decidiera con alguna razón por el bando que, hasta hoy, es su enemigo, para ver si Pablo podía hacer con esta comunidad interesada lo que hizo con los artistas castro-comunistas como Ana Belén y Víctor Manuel, es decir, que declararan contra los abusos del castrismo a través del apoyo al exilio por medio de la solidaridad con el individuo.
Ya Pablo Milanés ni sabe lo que busca ni lo que es, ahora, lo que si esta claro es que pretende ganarle la competencia por el protagonismo en otro nivel a su rival mucho más beneficiado por la nomenclatura, Silvio Rodríguez quien, como parte de la vitrina en que han convertido la práctica de la “apertura” anunciada por el nuevo-viejo dictador, ha balbuceado bocadillos de “libertad de expresión a nivel de militante” preparados por el departamento del G-2 al efecto.
En definitiva, Pablo tiene algo por dentro que no es un cambio de pensamiento ni para bueno ni para justo ni, mucho menos, patriótico, sino rencor contra quienes lo subestimaron al impedirle “el negocio” grande con lo de la fundación que no le autorizaron, lo que tal vez lo haya analizado, una vez que habló sobre el caso Obama y la tolerancia y aceptación de la sociedad americana de un negro en la presidencia, como un asunto de racismo.
Pero lo que acaba de escribir Carlos Alberto Montaner en (¿dónde si no?) el Nuevo Herald sobre su bienvenida a Pablo es más rechazable y más peligroso que la propia actuación del cantante.
En este tipo no debería creer ningún exiliado, es el mejor ejemplo del soldado mercenario pagado por los americanos de “la transición pacífica hoy”; ayer, por los mismos un poco más encubiertos. Recuerdo cuando se le acobardó y “enanizó” a Max Lesnick en un show de María Elvira de tal forma que repugnó; pero, sobre todo, me asquea la manera como auto-alimenta su ego de protagonista decisivo, de candidato de alto perfil para cuando Raúl llame a elecciones, lo que nadie debe dudar que estén planeando, por un puesto no de presidente, sino de ministro de algo con carácter intelectual que no lesione a Abel Prieto y con Yoani como vice.
“Fulano, alta figura del MNINT o del partido, me dijo…”; o sea, el hijo de Ernesto tiene más comunicación con elementos de la tiranía para chismes de “buena tinta” que el Jefe de de la Seguridad del Estado, pero ¿Qué se cree este tipo?
La bienvenida a Pablo por Carlos Alberto Montaner, en la que ha tenido el atrevimiento de casi sugerir que “a Batista lo pusieron los comunistas” y que este les agradeció con los ministerios para Carlos Rafael y Juan Marinello, más un “capítulo Neruda”, es parte de la conspiración contra el exilio en el afán de dividirlo más hasta destruirlo.
Bajo ningún concepto se puede aceptar como confiable ni por error la posición de Montaner, porque el tipo se proyecta como un mercenario de la CIA de Obama; como una figura a la que le gusta el papel como lo promueve el socialismo europeo: “figura de alto nivel intelectual con proyección universal demócrata” o como lo consideran algunas figuras encubiertas dentro del ghandismo de hoy, tal Yoani Sachez: su padrino político, motor impulsor del dinero tras el pergamino ganado en competencias internacionales hipócritas.
A pesar de lo que diga la dictadura, como hacen ante el Ajuste Cubano, es decir, atacarlo para desviar la atención del objetivo, este Señorón no es exiliado ni busca ni defiende la libertad de Cuba, sino el contubernio que le permita optar por la posición para la que lo entrenaron tanto los liberales y comunistas de Europa, como los americanos y el resto que quede.
Sin dejar nada escondido, si me aprietan, tal vez prefiera a Pablo Milanés a mi lado que a este individuo; porque Pablo, bueno, ya se sabe…pero un tipo que quiere pasar como “tu gente” y lo que hace coincide con la forma como protege sus intereses la dictadura y la ayuda desde posiciones encubiertas de alta traición, son otros cinco pesos.
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