Por Andrés Pascual
Los “liberales de izquierda” son maestros en el arte de engañar y en esconder sus verdaderas intenciones: comunismo, socialismo, populismo, nacionalismo, demócratas estadounidense y cualquier ismo que signifique “por los pobres del mundo” cuenta.
Fue un disidente, creo que Eudosio Rabines, quien dijo que a Mella lo había sacrificado en Mexico la dirigencia comunista, empleando a la militante terrorista italiana Tina Modotti como cebo para que lo asesinaran. Hacía unos 4 años que Fabio Grobart era el hombre fuerte del KOMINTERN en La Habana y, según Rabines, el cubano “no era manejable”. Todavía la tiranía castrista y los comunistas del mundo culpan a Machado como artífice del homicidio.
Durante los 60’s, José Zacarías Tallet le dijo a algunos de sus allegados que Rubén Martínez Villena regresó decepcionado-azorado de su viaje por razones de salud a la Unión Soviética y que estaba preparado para romper con el partido. No tuvo tiempo, extrañamente empeoró en el feudo de Stalin y falleció como “activo consecuente con la doctrina de los pobres del mundo” que, lo de doctrina por adoctrinar, es verdad. Tal vez el único y más vibrante Mensaje Lírico Civil quedo en la intención de un gran poeta que aceptó jugar al bueno desde la peor ideología posible.
En 1938, el pacto Molotov-Ribbentrop le permitió a divisiones élite estalinistas infiltrar sin problemas la retaguardia de los nazis y asesinar a miles de cadetes polacos en lo que se conoce como la Matanza de Katyn; a pesar de la glasnot, todavía hay quienes creen que fueron los alemanes. En las inmediaciones de la zona donde se produjo el crimen masivo cayó, (o sabotearon), al avión del gobierno, casi íntegro, de la Polonia post-soviética hace un par de años, no hubo sobrevivientes.
La disidencia son despojos, por regla general, del comunismo; como que el capitalismo no es ideología, sino modo de producción, pues no es visible el desgaje, sino a través de la traición por la vía del espionaje, o apoyando, porque nadie se los impide, a la disidencia ex marxista simulada que atenta directamente contra su propia integridad.
Con el financiamiento de los capitalistas liberales, los socialistas ultra, moderados y lights han creado los premios “por su valor en la lucha por los derechos humanos” (debe ser por el cumplimiento) que solamente se los entregan a la disidencia pacífica dentro de los países comunistas: ni quemar un corte de caña ni matar a Raúl Castro, como hicieron con Somoza en Paraguay, son dignos de ese supuesto mérito artístico (porque nadie sabe cuanto de farsa hay detrás). Para la oposición ghandista y sus padrinos, semejante forma de combatir no solo es violenta, sino criminal; por lo tanto, desacreditable de cualquier calificativo “humano”.
En el caso cubano, siempre he creído que esos premios tienen el objetivo de proteger a algunos de la represión de la tiranía; a veces, en contubernio con la propia dictadura.
Incluso ordenar a Ortega y Alamino como cardenal, me pareció una jugada que al Vaticano le interesó por algo más allá que una tradición eclesiástica cualquiera de alto nivel jerárquico.
El caso es que a las Damas de Blanco les han concedido dos premios, uno de ellos, el Sajarov. Al modo mío de ver las cosas, no les quedó más remedio que considerarlas ante tan demoledora muestra de valor personal y de grupo.
Estas mujeres, único bastión visible que queda en Cuba de la intransigencia y la moral de lucha, están en peligro de muerte por el ataque y el asedio constante del progromo asesino.
Posiblemente dentro de ese grupo ejemplar haya alguna infiltrada, pero ahora no debe tomar lugar semejante conjetura, porque también dentro de ellas alguna o más de una, estén sentenciadas a muerte a la manera que matan mujeres y niños esos criminales: dentro del molote confuso, con armas blancas, se les mata y ya. Después, a acusar a una de sus compañeras como perpetradora del asesinato, que no sería la primera vez que sucede; o de cualquier otra forma que ya han practicado en el pasado.
A pesar de sus dos premios, en el caso de las Damas de Blanco, estos certificados al verdadero mérito ciudadano se han convertido en sentencia firme contra sus integridades; al revés que a Fariñas y a Yoani, quienes tienen una verdadera patente de corso en sus manos para seguir jugando al opositor y viviendo como Carmelina: bien, protegidos y sin miedo.
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