Imagen: Cubamatinal
Por Andrés Pascual
[Cortesia del autor]
Castro no necesitó las divisiones del Ejército Rojo para imponer la represión y el hambre en Cuba, se apoyó en tres elementos que, aún, lo sostienen: el pueblo de Cuba (por lo menos una parte importante y sustancial todavía), la poderosa reacción liberal antiamericana de ambos partidos (ahora más que nunca) y el recurso de emplear como garantes y suministros a las clases vivas del país (varios magnates cubanos del exilio apoyan políticas encubiertas favorables al dictador y representan muchos negocios camuflados de la familia Castro y de otras de la Nomenclatura antillana hasta en Estados Unidos), incluso la manipulación de los grupos disidentes u opositores por intermedio de varios de sus soldados de ideas, proyectan nubes negras en el firmamento de la libertad de Cuba, hoy más acorralada que nunca, aunque muchos no lo vean así.
El embargo a Castro, que no se impuso como castigo a un inocente; sino como sanciónes a un ladrón, no era parte de la política de apoyo a los luchadores por la libertad de Cuba en su inicio ni fue un elemento concebido por su utilidad al intercambio acondicionado al respeto de los derechos humanos. No, esto resultó del robo sin indemnización de las inversiones americanas en Cuba; pero el tiempo nos dio la bola: sin apoyo americano a la lucha armada por la libertad; creando una atmósfera muy ajena a lo que se supone sean los ideales de la nación americana a favor del patriota cubano y los casos de Eduardo Arocena, Luis Posada Carriles y varios más ilustran mejor que un mural gigante; abriéndole de par en par las puertas al cubano para que saliera en carácter exiliado, en igual medida que a aquellos que no tienen un ripio de principios patrióticos y bajo ninguna circunstancia se les puede considerar refugiados… ¿Cuál era la contribución única, en contra de su voluntad a estas alturas, por la parte americana, que favoreciera al luchador cubano; sino la política del embargo acondicionada a supuestos intereses de apoyo a la democracia en Cuba?
Más que la justificación por la miseria material y moral que impuso en Cuba, el embargo lo ha entendido el tirano durante los últimos 30 años como el principal elemento de división entre la población cubana, lo mismo dentro de la isla que fuera de ella y entre las dos orillas a la vez.
¿Cómo logró convertir la dictadura el principal, tal vez único arma de los luchadores anticastristas contra ella, en un boomerang favorable a la campaña de propaganda castrocomunista?
Ya quedan pocos cubanos en condiciones ni de hacer el cuento de una Cuba republicana; por lo que las generaciones actuales no ven como “su problema” ni los robos de propiedades ni, mucho menos, es problema de ellos las enormes cantidades de luchadores alzados en armas que fueron presos, con cantidades increíbles de años de sanción y muchísimas de estas cumplidas ni los muertos en combate ni los fusilamientos…la idea del cubano de hoy no va más allá, por desgano, por apatía o por lo que sea, que lo que reflejó “En Silencio ha tenido que ser” o “Julito el pescador” en la lucha más desequilibrada de la historia de América, pero acaso más ferviente, desinteresada, apasionada y larga de esa historia.
Con una oposición que incluye el tratamiento de “disidencia”, que ha sido un altar al pacifismo en los últimos 20 años, dentro de la que existen muchos que deben ser tan patriotas y, muchos más, infiltrados como fichas de disuasión y confusión del quórum necesario, pues Castro ha logrado imponer sus “ordenanzas” de control de grupo empleando, posiblemente, a “su burguesía” nacional aquí a lo Carlos Saladrigas con, quizás, algún amanuense allá.
De tal forma va mal encaminada la confrontación por la parte supuestamente anticastrista, que nació aquella Carta de los 74 en la que pidieron que autorizaran a los americanos a “turistear” en la Isla sin intentar arrancar el derecho a igual placer por su propio pueblo.
La disidencia cubana refleja como nadie el postulado de Arthur Koesler de que “después, la lucha continuará entre comunistas”, porque, acertadamente, los rostros dirigentes de la supuesta oposición interna de hoy, de mayor promoción propagandística, proceden del oficialismo; algunos solo de acuerdo con “cambios o maquillaje”; otros, elementos del DSE y el resto, que nadie sabe cuántos ni quiénes son desconocidos. En resumen, un frente contra Castro promocionado por antiguos elementos del tirano, muchos por la política del “callo pisado”, no va a lograr nunca entre el pueblo la conciencia, el respeto y la confianza que se necesita, porque les desprecian y les temen.
Por razones conocidas y evidentes, pocos en esos grupos hablan de demoler la estructura tiránica; sino de cambios, de conversaciones que ayuden a…desconociéndose que el ghandismo pacifista está en desuso por inoperante e inefectivo y más para un pueblo que guarda en su interior el odio más salvaje concebible de unos contra otros.
La lucha en Cuba necesita una exigencia que no puede ser “cambia esto…”, sino “sal de ahí ya y paga por lo que hiciste…” que supone la única lucha posible, la violenta, en las protestas callejeras que, se sabe, cuestan sangre, pero no hay otra alternativa.
Castro siempre apostó para calmar el rugido reclamante por sus crímenes al efecto del golpe: “hoy se hincha y duele; mañana, se baja y a otra cosa…” Parece que esta política esta en la agenda del hermano, por eso usa a la iglesia, que no la manipula, sino que la posee; porque es su iglesia, a imagen y semejanza de todos los grupos que los apoyan en el mundo financiados por la propia Habana y por otras fuentes, incluso que todos los grupos religiosos en la Isla como, recientemente, los judíos. Todavía hay quienes creen en la buena voluntad de un templo autónomo e independiente inexistente en Cuba y confiaron en la Iglesia, como Carmelo Mesa Lagos que, como otros, ve señales al final del túnel.
A pesar de la división que genera y contra esta, el embargo se debe apoyar por moral de lucha y porque no se puede permitir que un desliz le abra las puertas de par en par al capital americano y criollo en el exterior; para que no sea posible que conozcamos cuántos autos Masserattis puedan comprar libremente unos cuantos allá con ayuda financiera del liberal de aquí; o cuántas mansiones más adquirieron; no, todo eso, si lo hacen, que continúe subrepticiamente en fase de delincuentes, ellos y quienes les provean las condiciones.
Con la avalancha de cubanos hacia allá autorizados por Obama, con lo que lleven y a cualquier hora de cualquier día, nadie necesita del americano para saber lo mal que están ellos y lo bien que pudiéramos estar nosotros: el cubano promedio llegado en los últimos 20 años entiende esto como llevar 10,000 dólares a Cuba, construir o comprar una casa que pondrá a nombre de una hermana y, después que logre 10000 más por cualquier vía, regresar a vivir como un rico de una clase rara y repudiable; o enviar a un hijo menor para que pase un mes, dos o tres de vacaciones a la Isla con todos los gastos, los del niño y los de la familia, cubiertos desde aquí, sin atender en lo mínimo al adoctrinamiento a que lo someten, justificado en el desafinado sonsonete “porque allá puede jugar en la calle a cualquier hora” y, después, quejarse de la escasez de trabajo en el capitalismo como diferencia favorable al comunismo castrista, sin antes analizar que esos miles de millones que se envían son parte causal de la crisis laboral que se sufre aquí, por la fuga de capital que se destina, sin ningún tipo de objetivo de crecimiento por inversión, a pesar del cuentapropismo de reciente y engañosa factura.
Mientras, la dictadura duerme “a pata suelta”, sin temor al golpe militar de un ejército que les pertenece; sin instigaciones serias que conduzcan a la juventud a luchar, a tomar la calle y con algunos “correveidiles”, como curas y cancilleres, haciendo todo lo posible por salvar a la tiranía dictatorial aunque se muera media Cuba.
¡Ah, antes de que se me olvide! Algunos nuevos cuentapropistas de un grupo “disidente”, acaban de habilitar el “ultimo slogan” pro tiranía sin ningún tipo de verguenza: “no al embargo, a las restricciones de viajes o al envío de remesas masivas”, como oposición a una propuesta del congresista Mario Díaz Balart, cuyo objetivo no es suspenderlas, sino recuperar la política regulatoria de George W Bush.
Lo peor del caso es que lo hicieron como un llamamiento al exilio, utilizando la gastada justificación de que “las regulaciones a los viajes y las remesas, ayudan a la dictadura” ¿Qué creen este hato de descarados y vividores que es el exilio?
Yo, personalmente, a ningún elemento de esta categoría le mando un quilo y el que quiera que piense lo que le de la gana.
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