Por Andrés Pascual
[Cortesia del autor]
Mao no solo fue un inquisidor de cualquier espacio que generara atisbos democráticos; no solo fue un ególatra asesino que impuso un bestial culto a su personalidad, sino que fue una figura corrupta, desvergonzada e inmoral, como tirano-dictador del comunismo en China: el camarada organizaba orgías con jóvenes obligadas a participar en todos los actos de sexo decadente que se le ocurrieran; ni más ni menos que un Calígula de corte asiático, que disfrutaba con transmitirle la sífilis a cualquiera de las miles de mujeres que designaba como compañeras de sus estados diarios de lujuria incontrolable.
Cuando Mao falleció, en 1976, alguien dijo que la imponente multitud que desfiló ante sus despojos lo hicieron para cerciorarse de que realmente había muerto.
En 1976, un grupo encabezado por la viuda de Mao, fue encarcelado bajo acusaciones de responsabilidad notoria por los excesos de la Revolución Cultural (1966-1976) y por violar la ética del partido. La Banda de los 4 fueron sancionados a diferentes penas, incluida la pena de muerte conmutada para dos de ellos. Cuando fue puesta en libertad, en 1991, la viuda del Gran Conductor se suicidó
Como figura de transición sobresalió Huang Guo Feng, que no estuvo complicado en los crímenes de la Revolucion y que, desde 1973, presentó y apoyó al artífice de la China moderna, Deng Tsiao Ping. Para 1978, Ping era el hombre fuerte en el gigante asiático.
La vertiginosa conversión al capitalismo se produjo bajo los auspicios de Ping, que entendió que no era posible imponerse en un mundo moderno competitivo con una economía arcaica, forjadora de una sociedad de muertos de hambre bajo reglas feudalistas, incapaces de producir una ración diaria de comida para la enorme población del país.
Sin embargo, las últimos imágenes del comunismo brutal solo se aprecian en algún que otro retrato de Mao en reducidos lugares como Tianamén, la plaza en la que ahogaron en sangre, por efecto de los tanques del ejército, una protesta estudiantil contra el partido todavía en el poder. Pero no hay esfigies ni retratos de Ping que recuerden al creador de la China de hoy, especie de monstruo de Frankestein por el desarrollo increíble de algunas ciudades en niveles hipermoderno (otras rurales en franco nivel de pobreza absoluta), con posibilidades de acumular hasta la conversión en supercapitalistas individuales y con la policía política aún allí, resguardando al Partido Comunista de cualquier contaminación ideológica que trate de cambiar, con lemas democráticos y de derechos humanos, su inmovilismo ideológico.
“Ser rico no es malo” fue la frase más importante de todas las que se han dicho alrededor del capitalismo, posiblemente, en toda la historia de la filosofía y la economía política tratadista y la expresó Deng Tsiao Ping cuando necesitó decirle de frente a la población china, al Partido y al Ejército que, si no se abrazaban a esa política económica, no podrían seguir; fue antes que al grupo de la Perestroika se le ocurrieran cambios estructurales en lo económico y en lo político en la URSS…
Se habla que lo que se pretende para Cuba es una conversión a menor escala de la China comunista de hoy (porque no han abandonado la ideología impuesta como dirección del país) sin embargo, aunque fueran solo intentos de práctica para probar la reacción popular y militar ante el reto, no pudiera ser nunca con los Castro en el poder, lo que quiere decir que, tampoco, con la nomenclatura actual en la escala de dirigencia.
A China la tiene la tiranía castrocomunista para jugar al aliado de nuevo tipo, que puedan exhibir ante el mundo como al protector necesario en niveles inferiores a los que acostumbraron con la ex Unión Soviética y para lograr beneficios económicos que los chinos no están en disposición de cumplimentar fuera de las reglas estrictas de las relaciones comerciales capitalistas; es decir, los chinos no están dispuestos a ser robados por un régimen acostumbrado a pedir prestado y no pagar. Además, existen 40 y tantos años de resquemores, dudas y malos recuerdos contra la misma dirigencia y los propios individuos, en el poder visibles en Cuba hoy, que los acusó, marginó y descalificó en pro de los soviéticos.
No sé de qué modelo chino se habla cuando a Cuba la encabeza una tiranía enquistada, que solo es capaz de seguirle chupando el tuétano a la población y al país bajo el autoritarismo convertido en ley, para su supervivencia en el poder, cuyo postulado es y será que no puede existir algo peor que el rico fuera de ellos mismos.
Una dictadura enemiga absoluta del dinero en bolsillo ajeno solo es capaz de copiar lo represivo que, por supuesto, no necesita hacerlo; los espejismos que vean los miopes ilusos o los voluntarios de libre albedrío, pensando en dividendos personales a través de la monstruosa maniobra de desempleo de los últimos tiempos, con intentos que nadie allá se ha atrevido a llamar nunca “reformas”, porque no lo son, bajo ningún concepto puede confundirse con imposiciones de modelos que, por su esencia, son rechazados cada vez que alguno de aquellos parásitos abre la boca.
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