sábado, julio 16, 2011

Historias de balseros/ Calderon de la Canoa

Tomado de  Calderón de la Canoa

Mi primo, encargado de los radares del aeropuerto cuadró con un socio y se metió en el compartimento de equipajes de un avión de Cubana, casi se congelan hasta que cayeron en Canadá y escaparon de los segurosos abrazándose a un guardia del terminal luego de correr por toda la pista hasta verse a salvo. 

Un vecino de mi barrio nadó desde la orilla del muelle de luz hasta un barco anclado en medio de la bahía, escaló por la cadena del ancla y se metió en la caja donde esta se guarda cuando se recoge y que para más resingueta estaba llena de agua. La cadena lo apretó hasta casi matarlo pero pudo escapar porque tenia el cuerpo lleno de grasa de motor para el frío. Después de siete días en ese hueco sin comer se lanzó a la vista de un crucero que lo recogió en medio del mar Caribe.

Un hermano de un compañero de escuela, nadador de fin de semana y deportista extraoficial se amarró con otros dos de unas largas sogas que desde bajo la proa de un yate saldría de la marina Hemingway en el 95. Todos con caretas y snorquels nadaron en silencio muchas horas hasta la ensenada y el atracadero. La idea era aguantar hasta que pasaran las revisiones de los guardias y un poco mar afuera recogerlos. El yate había sido arrendado en Nassau con papeles falsos por un primo de unos de los acuanautas pero no dio tiempo, dos de los tres se ahogaron, uno, enredado en la quilla y el otro casi partido a la mitad por las propelas de la embarcación.

Julito era hombre a toda, pero tenia cara de jeva. Era lindo de nacimiento pero no podía más, lo querían meter al servicio militar después que no lo dejaron terminar química en la Cujae por cuestionar al gobierno. Cambio identidades con una putica que le mandó su hermana desde España y como eran casi iguales solo bastaba un poco de maquillaje, la ropa, unos rellenos y la sonrisa frente a los oficiales del aeropuerto pero había un problema, la putica tenia tetas y Julito no, así que en su desesperación se puso a tomar hormonas como un loco sin salir de su casa en siete meses, llegado el día agarró por Boyeros y aterrizó en Barajas, feliz de huir y de estar con los suyos, pero el tratamiento le baldo la hombría, nunca más pudo tener una erección y termino estéril de por vida, sigue siendo hombre a todas.

Mayito tenia siete hermanos. Vivían en Habana y Paula. En el 94 vendieron todo lo de la casa, se hicieron una balsa que cargó todo el barrio hasta la cama de un camión viejo y se tiraron por la playa del chivo, ninguno llegó, todos se ahogaron en el estrecho buscando el sueño de llegar a Miami.

Rubén no era guapo, de hecho, se comentaba en la calle que le gustaban los hombres. Chisme. Demasiados libros, mucha timidez y el no querer templarse a Zulime, la guaricandilla de la cuadra lo marcaron. Se tiró en una balsa con algunos socios, se perdieron, hubo histeria, miedo, pelea en alta mar, asesinato y hay quien asegura entre chisme que canibalismo. Sobrevivió. Hoy sus días son plácidos pues la pasa empastillado en un manicomio de Nueva Orleans dónde lo metió un tío que no soportaba sus arrebatos y que llorase todo el tiempo.

Arnaldo estuvo en Angola, fue infante y le tocó jamarse lo duro de la guerra, no ascendió ni por asomo y de vuelta su matrimonio se fue a la mierda pues la negra, doctora, federada y militante le vendió por un cuadro con Lada. Depresión, broncas, miseria. Se tiró con un grupito de delincuentones de la cuadra, estuvieron en el agua dos semanas, remando para cualquier lado sin salida, una noche, dos días antes de que los encontraran las avionetas de Hermanos al rescate se dejo llevar por la corriente, voluntariamente, sin decir nada mientras los demás dormitaban entre las ruinas flotantes de la balsa.

La hermana de mi novia de entonces, en pleno 94 había parido gemelos, el marido quería irse de todas todas y vendió la casa, el chevy viejo del padre y las joyas para comprar un bote podrido que revistió con chapapote y un motor adaptado de Ural con propela de lancha rápida. Cuando los cadáveres hinchados de niños comenzaron a aparecer en los roqueríos del malecón el gobierno prohibió la salida de menores de doce años, entonces durmieron a los jimaguas con Diazepam y los metieron en sacos de yute para pasar las postas, ellos llegaron pero Yoel y Yusiel jamás despertaron.

Descansa en paz Adonis.

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