Enviado por ei en julio 21, 2011 – 16:19 pm
Belae Pérez-Hailu
Según la curva J propuesta por el sociólogo estadounidense James Chowning Davies (Universidad de Oregón), una revolución estalla cuando la distancia entre la expectativa de satisfacción de necesidades y la realidad frustrante se torna insoportable.
Una vecina del barrio Las Cañas (Cerro, La Habana) aludió sin saberlo a esta herramienta teórica en conversación —junto a un puesto de viandas— sobre la caída de del castrismo: «Fidel no se cae porque haya hambre; para que se caiga tiene que haber hambruna». ¿Y cuál es la diferencia?, repuso su interlocutor en un susurro. La mujer deslizó en otro: «Hay hambre cuando usted viene corriendo al puesto al llegar los plátanos y regresa corriendo a casa para cocinarlos; hay hambruna cuando se los come aquí mismo».
Al filo de la crisis en Somalia (Foto © AFP), las Naciones Unidas han precisado el triple requisito sociocientífico que define oficialmente la hambruna: el 20% de la población no tiene disponibilidad de 2,100 calorías diarias, más del 30% de los niños está diagnosticado de malnutrición severa y mueren por inanición 2 personas diarias cada 10 mil, o 4 niños al día entre 10 mil niños. Habría que preguntarse si aún así, el castrismo no se vendría abajo. Tal es mi propuesta de tema para la próxima simulación del Instituto de Estudios Cubanos y Cubano-Americanos (ICCAS)
-NOTA: Hay otro lance de la anécdota, censurado a propósito de no abusar del gastado “chiste” cubiche, en que el interlocutor, abatido pero digno aún en su dialéctica, le dice a la lógica señora: “¿Y si en lugar de comerte el plátano te lo met…?” Esas salidas chistosas también pudieran explicar un poco la longevidad del castrismo.
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