jueves, julio 21, 2011

Enmienda Diaz-Balart: ¿qué pasa si pasa?/ Emilio Ichikawa


Enmienda Diaz-Balart: ¿qué pasa si pasa?
julio 21, 2011 – 10:59 am |
No esperemos más y situémonos en el siguiente escenario: El “FY 2012 Financial Services Bill”, ya con el párrafo del Rep. Mario Diaz-Balart (R-FL) insertado en la página 128 del documento inicial, pasa el Congreso, pasa el Senado, es firmado por el Presidente Obama y de pronto tenemos las regulaciones de viajes y remeses a Cuba rigiendo en los límites de la era Bush. Ahora convertidas en ley y no solo como decisión presidencial.
Si el asunto es “volver” a la era Bush, entonces, empecemos por recordar: ¿qué pasaba en la era Bush en términos de existencia del régimen castrista, de viajes a Cuba, de intercambio cultural y proyección del exilio respecto a lo anterior? Bueno, pues sucede que bajo Bush las cosas estaban más o menos igual que ahora con Obama; excepto, que entonces se jugaba con la perspectiva del fin inminente del régimen tras la muerte de Castro y hoy se vislumbra la perpetuación de ese régimen incluso tras el referido suceso. En la era Bush la limitación de los viajes a Cuba se inscribía en una estrategia mayor en el plano político (la presencia de Lincoln Diaz-Balart en el Congreso era clave en esto) y hoy apunta más bien a molestar al régimen en el plano “visual” (como sugiere el Senador Kerry) o incordiar con su política económica. Es decir, que ahora se trataría de una “respuesta”, de una “reacción” que ni siquiera contempla el fin del sistema cubano. Pero algo más: en el caso de las argumentaciones que los defensores públicos del texto del Rep. Diaz-Balart esgrimen en Miami, las razones se centran en una querella específica con los empresarios (“mercenarios”, según la denominación al uso) que operan en el circuito de viajes e intercambios culturales con Cuba.
La era Bush, es lo que consta en record, significó otros 8 años de sobrevivencia del castrismo. Una era donde igual se dieron visitas de artistas cubanos a Miami, viajes crecientes de exiliados a la isla, y también protestas-celebraciones por todo lo anterior. El discurso de partidarios y críticos al respecto fue también esencialmente el mismo de ahora. Retóricas que probablemente se conservarán si pasa el Bill con el párrafo del Congresista Diaz-Balart.
Pero sucede que en el texto de la ley estaría también la Enmienda de Jeff Flake (R-AZ); así que el panorama podría contemplar además unas consecuencias diferenciables en términos de cubano americanos residentes en EEUU, norteamericanos y gobierno de Cuba. Es decir, viajes controlados para los primeros, banderín abierto para los segundos y conservación del estatus del régimen, que seguiría en pie y con su tema de reformas. Incluso esto podría implicar un cruce de tendencias que acabaría levantando el embargo y aboliendo la ley de ajuste cubano; o sea: una apertura económica a gran escala hacia La Habana con la menor participación posible de la comunidad cubana en EEUU: la peor de las combinaciones para el exilio y una de las mejores para el régimen de Castro.
Resumiendo: en el supuesto de que la Enmienda pase, el retorno al nivel de restricciones de Bush podría encarecer los precios de los pasajes, porque la «industria de viajes a Cuba» tiene agudo carácter monopólico y propendería, según instintos de mercado, a compensar las pérdidas por reducción del volumen de pasajeros con la oferta de «toma o deja» (¿viajes “por la libreta?”, ¿racionamiento de viajes?). Sería contraproducente que se apretaran las clavijas a los viajeros de origen cubano al punto de que los red necks predominaran en el flujo de visitantes a Cuba; aunque como dijimos este cruce sería posible. En todo caso cambiaría la tendencia: cubanos en baja y americanos en alza, pero sin que estos últimos sobrepujaran en términos absolutos. Más de un millón de cubanos en USA constituyen nicho de mercado estable para las agencias de viajes a Cuba.
Los nuevos aeropuertos autorizados proseguirían abiertos, pero se espaciarían los vuelos charter desde ellos. Tendrían que funcionar del modo que ilustra ejemplarmente aquella película en que Humprey Bogart preguntó cuándo salía el ómnibus para Arizona y la respuesta fue que cuando hubiera en la terminal 12 personas para ese destino. Los intercambios académicos y religiosos son el lado por donde entran más fácil los alfilerazos en contra de los viajes. Sobre todo porque resultan a veces demasiado obvios en el intento de formalizar la continuación del turismo por otros medios.
En términos históricos todo este ajetreo es en definitiva bastante fútil, pues la solución Bush adoleció de la misma falla de toda la política de Washington hacia Castro: medias tintas y, en el fondo, la consideración de que el régimen de la isla no es una posibilidad ideal, pero sí una realidad manejable.
-NOTA: En esta proyección, que solo trata de precipitar metodológicamente los eventos, ha participado -un poco más que eso- el prof. Arnaldo M. Fernández Díaz.

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