Por Andrés Pascual
[Cortesias del autor]
José Antonio Zarraluqui Peña, que se graduó a mediados de los 60’s de la antigua Escuela de Letras y Arte de la Universidad habanera, fue “seleccionado” por haber sido seminarista, primero y desafecto, después, para integrar los “honrosos y formadores” destacamentos de las Unidades Militares de Ayuda a la Producción, los mismos sobre los que el tirano le disparó a una publicación comunista mexicana que no estuvo al tanto porque “fue una época de peligro inminente para la Revolución”, que lo necesitaba 100 % en el frente de batalla, uno de los cuales, (no lo dijo) fue, precisamente, la creación de la UMAP.
A principios de los 80’s Zarra, que vivía en el Reparto La Sierra, que es un buen escritor de ideas brillantes y prosa y estilo muy personales y vigorosos; pero que siempre ha sido un elemento de, como decía Andrés Solares Texeiro, “bohemia inclaudicable irreversible”, cometió la imprudencia de someter al criterio de su grupo, también bohemio, una novela o un cuento, no recuerdo bien, que le puso en prisión política por propaganda enemiga 4 años. Con su vieja maquinita Underwood recorrió en guaguas repletas el trayecto desde su casa a los cuarteles de Villa Maristas más de 20 veces; entonces, bueno…de milagro no metieron presa a su esposa Lidya también ¿Quién estuvo al tanto de ese abuso disfrazado de lucha contra conductas de “desafío a la Revolución”?
Por casos como este es que nadie me puede convencer de que la situación es la misma de 25, 30 ó más años atrás. Zarraluqui trabaja en el Nuevo Herald como uno de los pocos que tienen su moral patriótica bien en alto dentro de ese cubil de castrocomunistas.
Mientras, Yoani Sánchez está en su “penthouse” del Vedado (o del Nuevo, ni sé ni me interesa), frente a una laptop, fulltime, haciendo como que se opone, no al tirano, sino a irregularidades materiales que “necesita cambiar ese sistema” con la ayuda de mis dólares y de los suyos para, al decir del increíble Estebita Fernández, continuar su trabajo de zapa cuyo único objetivo es dividir más al exilio. Todos escuchan, leen y nadie se mete con ella ni con Macho Rico, su esposo, a pesar de “los golpes y empujones” que reportaron desde allá y repitieron por acá sus protectores…
Mataron un jovencito porque subió, junto a otros amigos, a una mata de mamoncillos en el Reparto Mantilla, el mismo de Juan Gualberto Gómez (carretera a Managua) y de color de igual raza que el prócer; es decir, negro.
Un crimen, sin embargo, aun ante este tipo de salvajadas hay diferencias: mientras el reciente asesinato del niño en Mantilla le ha dado la vuelta al mundo; mientras en la funeraria Maulines dicen que hicieron acto de presencia cientos, igual que al cementerio de Colón durante su entierro y Elizardo Sánchez Santa Cruz “comentó” desde su cómoda residencia en Miramar al efecto; durante los primeros años de los 80’s un niño de doce, también del reparto Mantilla, saltó la cerca de bloques con otros amiguitos para jugar dentro del estadio Ciro Frías y un CVP, especie de sereno o guardajurado del castrismo, les agredió a tiros e hirió al niño gravemente que, gracias a Dios, logró sobrevivir al intento de asesinato.
La víctima es hijo de Wilbert Marín Madrigal, hermano de Heberto y de Julio, en el momento del intento de homicidio, presos en el Combinado del Este con 10 años de sanción los dos primeros y 5 el tercero por intento de piratería sobre una de las naves Cometa, Batabanó-Isla de Pinos.
Igual que con lo del remolcador Puerto Canímar, donde que un padre, desde la cubierta, levantó al hijo de tres años en brazos para que no dispararan los asesinos de la DSE y se lo partieron en dos, ¿Por qué razón nadie conoce sobre estos acontecimientos? ¿Por qué el agente del G-2 Elizardo Sánchez, que estaba en la calle, no denunció estos casos en los periódicos españoles para los que “trabajaba” por vino, quesos y protagonismo vicioso inoperante?
El que crea que hoy “es igual” la represión, que la situación es la misma, que pida que le devuelvan el dinero ya, que le cambiaron la película…
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