sábado, julio 30, 2011

Boxeo Cubano: Despaigne no tiene para empenos mayores/ Andrés Pascual

Luis Manuel Rodríguez, hace 49 años que no se ve en Cuba un peleador como este [Knock Down Chico Vejar-1960]

Por Andrés Pascual
[Cortesia del autor]

Desde que Mantequilla Nápoles perdió el campeonato mundial welter en 1975, no ha habido ningún otro peleador cubano que haga recordar la grandeza sin cuentos de un país que, realmente, aunque nunca dominó el boxeo profesional como exageran al decir, se mantuvo en niveles de importancia detrás de Estados Unidos, Inglaterra y México hasta 1961.
       Ayer publicó el periódico el Nuevo Herald una promoción a un supuesto juego-homenaje de softball, con estrellas del beisbol cubano que reunirá, como fanáticos o como jugadores, dice la nota, a ex estelares pre-tiranía y a otros productos de las llamadas series nacionales. Hasta ahí no está mal el arreglo orquestal, pero, cuando desafina Omar Claro, especie de relaciones públicas de estos eventos, es al referirse a uno de los dos beneficiados (el otro, un verdadero inmortal del beisbol criollo “de la historia”, el pitcher Miguel Cuéllar), un ex catcher de la pelota castrista al que trata como “reconocido el receptor cubano más bateador de todos los tiempos”. Después se quejan de que son separados por el exilio y cosas así, ¿Quién le dio ese reconocimiento a un bateador que actuó contra un pitcheo maniguero en el 70 % de lo que enfrentó en toda su carrera en la Cuba comunista? ¿Qué son todos los tiempos para esta gente? ¿Cuánto conocen de la grandeza histórica de ese beisbol para hablar así? ¿Quién les paga para que digan semejante mentira? ¿A quién pretenden beneficiar realmente?
        Pero la dirección del mensaje está bien dirigida hacia un público que, en cualquier momento, empiezan a decir que “se le reconoce como a lo mejor de Cuba de todos los tiempos”, sin saber ni la A no solo del boxeo y el beisbol cubanos, sino del regional o mundial, sobre todo, del circuito profesional.
        Hay un complejo de inferioridad entre los cubanos con respecto a otras nacionalidades que les saca de adentro toda la hiel antideportiva, indecente y revanchista que les inoculó el castrismo al crecer o nacer allá, al amparo solo de consignas y lemas, que se extiende hasta a los atletas, a los que les obstaculiza la decisión de saltar a menos edad. La inseguridad es tal en esta gente que no “se abren al mundo”, pero tampoco se callan, no guardan su frustración para descargarle a la almohada, no, la traen al circo como payasos de 4ta y el mexicano, el boricua…arriba de ellos y con razón, porque no tienen la culpa de que la revolución acabara con todo allá, incluyendo al boxeo, a la pelota y al público honesto y decente que, alguna vez, se consideró por todo el mundo como cubano.
        Edilson Miranda no da más, sencillamente, de un ex campeón de tiempos malos, de relativa buena pegada, a casi corista del ring.
        Conociéndose el nocao que le metió Bute y a pesar de, quizás se pensó que todavía le quedaba gasolina cuando no es así; el boxeador se ha desgastado paulatinamente y, luego de rendir lo mejor en medianos y super-medianos, su pegada no es nada del otro mundo en la división lightheavy, porque ahí se asimila más, incluso un boxeador que no trae nada al profesionalismo como el cubano Yordanis Despaigne, se rió de ella.
        El oriental no pega, menos porque no golpea con combinaciones como se hace entre profesionales que porque escasee de pegada; pero tampoco es un buen peleador: en la anterior le entró todo y, anoche contra Miranda, tampoco pudo quitarse algunos golpes desorganizados. Como todos los cubanos de hoy, retroceden sin tirar, es decir, huyen sin ripostar. Eso es un vicio, como cualquier otro de la revolución, nacido en los gimnasios de la “escuela garmuriana de mal boxeo amateur”
        El mejor peleador que ha llegado de Cuba, por sus resultados y su estilo, ha sido Casamayor, con Gamboa camino a grandes cosas que le coloquen, igual que al Cepillo, en el nivel de los grandes de Fistiana del boxeo cubano.
         Hay un muchacho en Miami, Hyron Socarrás, que tiene condiciones para hacer historia; ahora mismo, pudiera haber otro con iguales facultades en el mundo; pero, con seguridad, nadie tiene más que este joven de 19 años. Otro del establo del Morito Fernández, Salinas, promete y puede ser capaz de llenar las expectativas, pero, en sentido general, muy poco puede esperarse de estos boxeadores que los ponga en plano de competidores mayoritarios, porque ese boxeo, como toda la sociedad, la contaminaron desde 1961, incluyo al fanático, que lo es de verdad: ciego, equivocado y gritón.
      

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