Patricio de la Guardia, ex general y ahora pintor [Tomado de albardach's album]
Desde la www.lanacion.cl
Fidel Castro escogió la noche del 28 de septiembre de 1973 para homenajear la figura de Salvador Allende y de su régimen que, 17 días antes, habían caído derrocados por un golpe militar. El escenario escogido por el Comandante fue la Plaza de la Revolución de La Habana ante una multitud.
En él y ante la versión oficial del suicidio del ex Presidente, optó por presentar su personal (y particular) relato de los hechos. Para esto se basó en el testimonio del GAP, Renato González, quien combatió en La Moneda y que luego de un escape –que incluyó la Asistencia Pública, una casa de seguridad y la Embajada de México- llegó a Cuba para iniciar su exilio.
Esa noche Castro niega la versión del suicidio ya que sólo sirve para ocultar el “comportamiento extraordinariamente heroico del Presidente Allende”.
Por esto, a continuación, detalla momento a momento los instantes finales del mandatario chileno. Dice que tras destruir dos tanques con disparos a bazuca, “avanzando hacia el punto de irrupción de los fascistas, recibe un balazo en el estómago, pero no cesa de luchar, hasta que un segundo impacto en el pecho lo derriba y, ya moribundo, es acribillado”.
El relato, que contradecía casi todos los testimonios de los sobrevivientes del ataque a Palacio, fue respaldado por la familia Allende que sólo en 1990 aceptó el suicidio del Presidente. Beatriz, “Tati”, la hija más política y predilecta de Allende, que esa noche estuvo con Castro en la Plaza de la Revolución, apoyó esa versión.
CALCULO POLÍTICO
Si bien esta teoría del asesinato no fue la única (hubo otra que incluso llegó a tener nombre y apellido para el supuesto asesino presidencial: el capitán de Ejército René Riveros Valderrama, que después pasaría por la DINA), si fue la más importante, en especial por la relevancia política que tenía para Castro.
La muerte de Allende significaba para el comandante el fracaso de la “vía pacífica al socialismo”, alternativa a su “vía insurreccional” que tanto defendió ante el gobernante chileno y ante buena parte de los partidos de la Unidad Popular.
Por esto, en ese discurso de septiembre de 1973 en La Habana, Castro no olvidó pasar la cuenta por el fracaso chileno: “Así muere un combatiente verdadero (…) los revolucionarios chilenos saben que ya no hay ninguna otra alternativa que la lucha armada revolucionaria”, dijo Castro aquella noche.
En segundo plano, aunque no menos importante, está la aversión al suicidio de la cultura comunista cubana por considerarlo una muestra de “cobardía”. No pocos cubanos le enrostraron esto a los exiliados chilenos que llegaron a la isla.
EL OTRO ASESINATO DE CASTRO
A pesar de todos los testimonios que indicaban lo contrario, Castro había decidido “matar” a Allende. Sin embargo, la ficción se hizo realidad hace 5 años con la publicación del libro “Cuba Nostra. Los Secretos de Estado de Fidel Castro”, del periodista francés Alain Ammar, que acusa al Comandante de ordenar (efectivamente) el asesinato del Presidente Chileno.
Esta tesis sostiene que Allende fue ultimado en La Moneda por Patricio de La Guardia, jefe de la misión militar cubana en Santiago, por orden directa de Castro. Esto, para evitar que Allende se rindiera ante las fuerzas rebeldes y se asilara en una embajada.
El mismo destino habría corrido para el periodista Augusto Olivares, asesor y amigo de Allende, ajusticiado por haber tenido conocimiento del plan. Según Ammar, la orden de Castro fue que ambos crímenes pasaran por suicidios.
Esta versión nació de dos ex agentes de la inteligencia cubana asilados en Francia, que se la escucharon al propio de La Guardia.
Un sutil detalle: en ambas versiones el cuerpo de Allende es cubierto con una bandera chilena.
A pesar de esto, ni la justicia ni la familia ha dado verosimilitud a estos relatos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario