Nadie debería sorprenderse porque la mayoría del pueblo en Cuba no se une a las protestas públicas escenificadas por los opositores. Aunque muchos quisieran creer que sí, el pueblo cubano no está listo todavía para reclamar sus derechos. En lugar de acusarlo de cobardía debemos entender su situación y ayudarlo a salir de ella.
La protesta popular es siempre una opción, pero una opción del pueblo y aunque en nuestro caso no se puede descartar ninguna estrategia para el cambio, es probable que éste siga sucediendo dentro del marco de referencia del mundo socialista al que Cuba perteneció y cuya desintegración no fue el producto de rebeliones populares.
Es comprensible entender el entusiasmo de muchos cubanos exiliados ante la ola de revoluciones en los países árabes. Estas han cautivado la imaginación y la preocupación de una buena parte del mundo. Parecería que en Cuba el camino de las protestas debía ser inevitable; sin embargo, las manifestaciones populares son consecuencia de circunstancias particulares en cada país.
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