lunes, mayo 30, 2011

#Cuba - Nudos Gordianos o ¿dónde dejaron el portaaviones?

"Alejandro cortando el nudo gordiano"/ Jean-Simón Berthelemy (1743–1811)
¨…buscar la verdad en los hechos"
Deng Xiaoping

“Dueños de sus destinos son los hombres. La culpa, querido Bruto, no está en las estrellas, sino en nuestros vicios”.

William Shakespeare

En la más reciente encuesta del Instituto Internacional Republicano sobre Cuba se revela que el 78% de los entrevistados votaría por un cambio político fundamental que conduzca a la democracia en el país, mientras un 77% desconfía de la capacidad del gobierno que preside Raúl Castro para resolver los problemas económicos; en tanto un  90,7% de los encuestados apoyaría el paso a una economía de mercado, con propiedad y empresa privada.
En otro significativo resultado, el 93% de los jóvenes de entre 18 y 29 años favoreció un cambio político, en comparación con el 46,8% entre los mayores de 60 años, de acuerdo con el sondeo. Las preocupaciones económicas continúan centrando el interés del 85% de los cubanos. Los entrevistados para el sondeo mencionaron los bajos salarios, el alto costo de la vida, la escasez de alimentos, y la existencia de dos monedas, como los principales problemas.
Con un margen de error del +/- 5%, los resultados de la limitada encuesta del IRI seguramente son equivalentes, con mínimas desviaciones, a las múltiples y sistemáticas realizadas por el régimen de La Habana, aunque estas últimas permiten un mejor rango de confianza, dados el tamaño de las muestras tomadas y las posibilidades de aplicación.
De acuerdo con ello, la transmutación del castrismo en neocastrismo encuentra su “Nudo Gordiano” en la política económica, y por consiguiente en el nuevo paradigma social asociado, a fin de disfrutar de aquella relativa tranquilidad social que le permita al Clan de Birán y sucesores designados no solo perpetuarse como elite en el poder –lo que es por sí mismo una razón suficiente-, sino que además permita reducir al mínimo el empleo de mecanismos colaterales excesivos; porque en última instancia, en la espina dorsal de todo el sistema de control social se encuentra la riqueza social y su base es en sí misma un paradigma. ¿O no es ello lo que nos han venido demostrando desde tiempos inmemoriales todas las “elites”, sean occidentales u orientales, y que apresuradamente imitan a su manera chinos y vietnamitas?
Pero a diferencia de un Alejandro en Frisia, cortando con un solo golpe de su espada el nudo gordiano que le permitiría conquistar el imperio persa, el nudo gordiano del régimen no es posible desatarlo ni cortarlo de un tajo, como simplemente pretenden la mayoría de las personas, sino que requiere abordarlo desde el pensamiento lateral. 
Aunque muchos aun no se hayan percatado, el régimen de La Habana está ejecutando una anti-terapia de choque gradual, previa al programa que se aprobará en el VI Congreso del Partido Comunista que esta discurriendo en estos mismos momentos, con el fin de conformar un nuevo paradigma que renueve el contrato social a asumir por la nomenclatura y la población.

En “La sociedad abierta y sus enemigos”, Popper examinaba dos modalidades de reforma, la ingeniería social utópica —proyecto en gran escala para la sociedad, volcado deliberadamente a sus fines, en función de los cuales adapta sus medios— y la ingeniería social fragmentaria, que implica retoques parciales del sistema sin un plan global definido.
Mientras la reforma fragmentaria propugna la búsqueda y lucha contra los males mayores y más apremiantes de la sociedad, la reforma utópica representa la búsqueda y lucha por obtener el máximo bien común. Popper reconocía que el enfoque utópico era convincente y cautivante porque apelaba a la razón, pero insensato porque exigía un gobierno fuerte y centralizado en manos de unos pocos. El enfoque fragmentario podía tener éxito al pretender algo más premeditado que experimentar y equivocarnos en exagerar lo que sabemos del funcionamiento de la reforma.
Contrariamente a lo que podía suponerse, la ingeniería social fragmentaria, en contraposición a la utópica asumida por las elites rusas que condujo al caos social y a la añoranza por los viejos tiempos, es la acertada opción que despliega el neocastrismo, siguiendo discrecionalmente las experiencias chinas y vietnamitas. No cuentan con un acabado plan general, lo que es congruente, pues, ante todo, de lo que se trata es de un mapa estratégico, donde las variantes de acciones concretas se derivan y modifican de acuerdo con aquellos segmentos del entramado social que presentan mayores urgencias potencializadoras o desestabilizadoras.
Más aun porque, como ha revelado la experiencia transicional en Europa del Este, y contrariamente a lo que se suponía teóricamente, las reformas utópicas brindaron mejores resultados macro y microeconómicos con menores costos sociales en los casos de Polonia, los países bálticos y la mayor parte de la Europa ex soviética.
Pero los estrategas cubanos han mostrado más sensatez y sentido común –el menos común de los sentidos- que oleadas de expertos y cubanólogos. Es muy difícil lograr una reforma de gran alcance aun en un entorno favorable, como demostró la experiencia de Nueva Zelanda. Luego de experimentar altas tasas de desempleo y crecimientos negativos por más de una década, cuando aplicó una desregulación radical que redujo los obstáculos al comercio, eliminó los subsidios agrícolas, congeló los impuestos, disminuyó significativamente las regulaciones al mercado financiero, y privatizó un gran número de empresas públicas. Lo sucedido en Nueva Zelanda, país industrial con sólidas instituciones y estables mercados laborales y financieros, enseña que el pronóstico para una reforma explosiva en Cuba es altamente pesimista y solo puede desembocar en el caos social y/o la guerra civil.  
Nadie en su sano juicio puede predecir como articularían directa, indirecta y mediatamente los diferentes subsistemas de un sistema extremadamente complejo para lograr la coherencia y la sinergia esperadas. La creación de un mercado laboral funcional no se logra mediante decreto, como tampoco convertir en empresarios a desempleados, por solo ilustrar con un par de ejemplos del día a día en Cuba. Al parecer la vía utópica es más conveniente en procesos con una clara vocación “capitalista”, en tanto que la fragmentaria favorece experiencias como las de China, Vietnam, y ahora Cuba, en tanto permite la perfectibilidad gradual sin cesión del monopolio político y del control social [Popper y Sachs].
La calle sin dudas es del castrismo y Cuba es del castrismo hasta que se demuestre lo contrario. A diferencia de otras dictaduras autoritarias o totalitarias, el régimen siempre ha hecho un uso preciso y equilibrado de la fuerza represiva, aniquilando puntualmente por medios brutales o asimétricos cualquier elemento con tendencias desestabilizadora: clásico Aikido político inspirado en Sun Tzu y de difícil comprensión para muchos sujetos políticos y observadores.
Bien saben Fidel y Raúl Castro que ninguno de los “socialismos reales” han proporcionado la complacencia social mínima para no pensar en la emigración o la doble moral como salida a sus frustraciones humanas. Casos como los de China y Vietnam, regidos por las dictaduras burocráticas de partido único, han alcanzado cierta prosperidad económica solo a partir de abandonar los esquemas de antaño e incorporar a sus dinámicas las funciones básicas, pero no desestabilizadoras, de las economías occidentales.
Es bien conocida la anécdota de Mijaíl Gorbachov cuando siendo el más joven miembro del Buró Político del PCUS viajó a Canadá a conocer la experiencia agrícola de ese país, y sus encuentros con el apartado Alexander Yakovlev condujeron a la desaparición de un universo aberrado, y a exclamar a un entusiasmado Fukiyama el fin de la Historia.
El Clan de Birán que refleja la realidad ante todo a través del prisma de su supervivencia, recurre hoy al viejo pero efectivo recetario para “actualizar” el modelo cubano y transmutarse definitivamente en neocastrismo, ante los ojos incrédulos o miopes de sujetos políticos y observadores. Hoy el sistema de castas se renueva y la reproducción de la pobreza estructural como método de coerción y represión social ha agotado sus posibilidades extensivas clásicas, por lo que se impone rediseñarla bajo nuevas formas que ahora se “discuten” en forma de “Proyecto de Lineamientos de la política económica y social”.
El contrato social de Rousseau implicaba la renuncia a la voluntad natural del individuo para aceptar la colectiva en función de un supuesto beneficio común. Para la Cuba actual, el “contrato social” está siendo reformulado sin graves dificultades, virtualmente sin alternativas opositoras ni comprometedoras exergias. Conjuntamente con ello se modifica el ADN del castrismo, garantizando la trascendencia sobre sus fundadores para beneficio de sucesores y beneficiarios. 
En un reciente estudio [2] del Cuban Study Group conjuntamente con el Center for Financial Inclusion de ACCION Americas Society, se recomienda al régimen “aprender” de las lecciones de China, Vietnam, Bolivia y Singapur, y apoyar el desarrollo de pequeñas y medianas empresas dentro del sector privado como camino hacia un “crecimiento sostenible”.  Pero por lo mismo que el Clan de Birán ha hecho su tarea al respecto, es que ha ratificado en innumerables oportunidades que la “actualización” del modelo cubano es propio de Cuba. 
El estudio en cuestión centra su atención en cuatro vectores:
  • El papel que la pequeña empresa y el autoempleo pueden desempeñar en la economía cubana.
  • Experiencia de otros países que han llevado a cabo reformas para promover la pequeña empresa. 
  • Iniciativas a corto y mediano plazo para que tanto individuos como Organizaciones No Gubernamentales puedan dar apoyo y fomentar el empresariado y el autoempleo.
  • Pasos que el gobierno de Estados Unidos puede dar para facilitar el esfuerzo privado.

Y considera que la creación de un ambiente favorable para las pequeñas empresas encuentra en estos momentos importantes desafíos, y cito textualmente:
·        Falta de acceso a capital
·        Mercados mayoristas que no funcionan
·        Cuestiones reglamentarias
·        Entrenamiento empresarial insuficiente
·        Demanda interna anémica
·        Sanciones estadounidenses contra Cuba
Se considera asimismo que la garantía de la prosperidad de las pequeñas empresas pasa por la simplificación del proceso de su creación, la reducción de la carga tributaria y la adecuación del sistema legal al nuevo tejido económico. También se considera importante la protección contra la inflación “imprevista” [entrecomillados míos -LG], la promoción al acceso del capital extranjero y los know-how a través de instituciones financieras multinacionales, organizaciones no gubernamentales, bancos de fomento y otros socios internacionales.

Sugieren programas de entrenamiento gerencial e investigación de mercados y la asociación con universidades cubanas para el desarrollo de talleres de entrenamiento y el desarrollo de comunidades en línea y otros recursos basados en Internet. Se considera que a mediano y largo plazo se pueden desplegar portales de financiamiento del tipo “Kiva”, así como cajas de micro-préstamos, entre otros.

No podía faltar en esta evaluación lo que parece ser su verdadero leit motiv, consistente en que el gobierno norteamericano relaje las restricciones comerciales al régimen para no entorpecer una mayor dinámica a la actividad económica privada y al autoempleo, seriamente golpeados, a criterio de los autores, por las mismas.

Encontrándonos en una etapa preliminar, y en cierta forma sorpresiva para algunos, de la evaluación analítica de las reformas socioeconómicas en Cuba, es conveniente subrayar que la aproximación a un sistema complejo en transición, como es el caso, es necesariamente holográfica y refleja diversas concepciones teóricas e intereses de sus autores. El pensamiento tradicional y lineal no es compatible con una realidad extremadamente compleja, incierta, caótica, en estado transicional, y solo una aproximación “difusa” [en referencia a esta lógica] puede desterrar la incongruencia y la indigencia conceptual concreta que comparten espacios de monopolios casi perfectos.

El estudio del Cuban Study Group y el Center for Financial Inclusion de ACCION Americas Society, sin dejar de ser en medio de la aridez analítica una referencia significativa, está sesgado por simpatías difíciles de soslayar, que obnubilan la independencia del pensamiento creativo. 

Uno de los más resonantes éxitos de la estrategia seguida por el General-Presidente ha sido lograr que una buena parte de la población, puesta al bordo del abismo con la amenaza de la reestructuración de la política laboral, reaccionara voluntaria y mayoritariamente entusiasta a seguir la “talanquera” raulista, sin esperar por financiamientos, cursos de management, sistemas logísticos, reformas legales, demandas “anémicas”, o el levantamiento del embargo. Desde sus propios fundamentos, la referida evaluación ha sido rebasada por el plan estratégico-operativo de Punto Uno y por una población que asume y comparte el nuevo paradigma social propuesto desde las cumbres siempre borrascosas del Clan de Birán. 

En particular llama la atención la escasa comprensión existente sobre el mercado interno y en particular sobre las dinámicas oferta-demanda de bienes y servicios. La transición de un mercado cautivo de asignación centralizada con un alto componente de corrupción inevitable, junto con un floreciente y “salvador” mercado negro, no es posible realizarla por vías políticas, administrativas y legales; por el contrario, las necesidades acumuladas durante decenios y reforzadas con la incipiente pero cierta apertura del país al mundo por la vía del flujo turístico y la comunidad cubana que reside en el exterior, unido a la capacidad líquida de convertir esas necesidades en solventes demandas concretas, permite la aparición legal o subterránea de una oferta que la satisface, estructurando así un incipiente, pero en proceso indetenible, mercado interno. El ciclo demanda - ofertas disponibles-demandas satisfechas [o insatisfechas] ejerce un efecto multiplicador exponencial en las condiciones de Cuba.
Salvo un trotskista psicópata o un anarquista gallego, ningún castrista, neocastrista, reformista, liberal o conservador estaría en desacuerdo con la tesis de estimular por todas las vías posibles el desarrollo de las pequeñas [¿y medianas?] empresas en Cuba. Sin embargo, en el enfoque del Cuban Study Group y el Center for Financial Inclusion se condiciona ese proceso a la flexibilización de las restricciones que impone el gobierno estadounidense al régimen, con lo cual, en última instancia, se hace responsable a un factor externo con impacto muy mediato en el proceso.
Se resaltan las medidas dictadas por Raúl Castro para incrementar el sector privado, la reducción de los gastos gubernamentales y el “aumento” de los salarios [nominales, porque como demuestra claramente Carmelo Mesa-Lago, los salarios reales son inferiores a los de 1989, último año en que la economía operó en condiciones “normales”], sin evaluar el real impacto socioeconómico –y político sin dudas- que han tenido en la sociedad cubana ni cuales han sido las causas por las cuales fueron proclamadas.  
Por otro lado, llaman a la liberalización de los precios, el acceso a capital, a una reducción impositiva, a establecer asociaciones con socios extranjeros y a una denominada “consistencia” política no explicada, que entiendo como el sostenimiento de cierta estabilidad sociopolítica que no dé al traste con las “reformas” raulistas en el marco del despliegue del neocastrismo. 
No conocemos el alcance de la liberación de precios propuesta por los autores, toda vez que el estudio no lo refleja, pero es conveniente acotar el tema. 
La liberación de precios como instrumento de la política económica de un país ha formado históricamente parte de la doctrina del Fondo Monetario Internacional [FMI] y la Organización Mundial de Comercio [OMC] para lograr equilibrios macroeconómicos asociados generalmente con elevados gastos y sufrimiento social. En tal sentido, disminuye considerablemente la capacidad del estado para accionar directa o indirectamente en el curso del desarrollo de la economía nacional.  
Sin embargo, debe evitarse confundir el termino liberación de precios con el de desregulación, en tanto este último es un proceso mediante el cual los gobiernos eliminan ciertas regulaciones [como parece estar ocurriendo en el paquete de medidas económicas  que está aplicando el régimen], para conceptualmente estimular una mayor eficiencia en los mercados, siguiendo el criterio que la competitividad y la productividad empresarial operan en dirección contraria al nivel de regulación, y en el medio plazo conduciría a una disminución de los precios. 
Igualmente, una desregulación, y al contrario de la liberalización propuesta, permitiría no solo la entrada al mercado de nuevos sujetos económicos, contrarrestando el monopolio ramal y sectorial que para el caso de Cuba es estatal, garantizar una franja de precios máximos y/o una calidad mínima, con lo cual lo sectores de menores ingresos del país contarían con una protección al menos básica en términos del Índice de Precios al Consumidor [IPC], como acaba de explicar a su manera el presidente del país en la inauguración del Congreso del Partido al referirse a la desaparición de la libreta de abastecimientos. 
Por otro lado, el Índice de Precios Industriales [IPI] en un contexto donde se expresa la voluntad de estimular la pequeña iniciativa privada adquiere una importancia difícil de sobreestimar. En un mercado donde las necesidades insatisfechas se acumulan por decenas de años y en un franco proceso de estructuración de una demanda solvente, los precios de los insumos para las pequeñas producciones industriales, artesanales y de servicios, cobran relieve de primer orden en el éxito o fracaso de las reformas económicas, por la vía de contener la espiral inflacionaria que desata cualquier liberación o desregulación de los precios.
La curva de Phillips que relaciona los niveles de inflación y desempleo, es explicita al respecto:
Por otra parte, un grupo de empresarios, economistas y expertos cubanos exiliados en España elaboró una propuesta de modelo económico para la isla que se contrapone a la formulada en los “lineamientos” que serán aprobados por el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC): “Los retos de la economía cubana en el siglo XXI: Hacia una economía libre, justa y solidaria. Propuesta a la sociedad cubana ante el congreso del PCC” (Madrid 11 de abril de 2011) [2].
En su “Desideratum” se lee que Para que en Cuba pueda instaurarse una economía libre, justa y solidaria, sana y muy necesaria intención que aspiramos para nuestro país, deben, necesariamente observarse y atenderse con carácter prioritario e ineludible, una serie de principios que en sentido general son ignorados y no atendidos por el régimen socio-político imperante en Cuba: los derechos humanos plenos conforme a la Declaración Universal de los mismos, aprobados por las Naciones Unidas en 1948, y de la que, como todos sabemos, Cuba es signataria…”; peca de un distanciamiento de la realidad y omite incluir los portaaviones dotados con cohetes Tomahawk y tropas especiales de desembarco y ocupación imprescindibles para la verificación de su “Desideratum”. 
La propuesta enfatiza en la carencia de un consenso social incluyente a toda la sociedad y no a un parte de ella por parte de los “Lineamientos”, como si ello fuera un obstáculo a su implementación desde el poder central, y la población, puesta ante la alternativa del suicidio económico y social, fuera a reaccionar masivamente emulando a árabes inconformes. Asimismo se considera que “… los "Lineamientos" lejos de aportar la confianza necesaria en la economía cubana, alejan a ésta de un escenario de certidumbre necesario para el desarrollo de las actividades económicas”.
Por otro lado se cuestiona la supuesta creación de tres estructuras económicas de poder asimétrico que suponen dejar inalterado el sistema que se pretende modificar a juicio de los autores “…sector presupuestado estatal, burocrático e ineficiente, se mantendría en manos del partido y la jerarquía comunista local y territorial; las empresas estatales del conglomerado militar y de seguridad reforzarían su dominio monopólico en la mayor parte de sectores y actividades en las que se encuentren presentes; y se autorizaría el nacimiento de las "nuevas formas productivas" en su mayoría los arrendadores de tierras, los "cuentapropistas", sobre los que recaería una pesada carga fiscal y de control para impedir su desarrollo y crecimiento…”; cuando de hecho y derecho esas estructuras citadas conjuntamente con el sistema empresarial han venido funcionando, ineficientemente es cierto, pero funcionando por casi dos décadas.
Por consiguiente, el presupuesto de que “No puede haber, por tanto, una economía libre, justa y solidaria…”; es cierto, pero tampoco es el propósito del régimen, quien es el que promueve y emprende las reformas que considera necesarias para sobrevivir y cuenta con el poder requerido para ello. El tema cardinal del poder real y concreto, que no es posible examinar en este espacio, es asunto siempre pasado por alto en cuanto análisis e investigación se realice, siguiendo aquello de que lo inmutable, “clásico” e imbatible como el Rolls-Royce Phantom no requiere publicidad, el producto en si es la mejor campaña de marketing posible.
A diferencia de otras propuestas que no suscriben explícitamente una concepción de modelo económico para Cuba, esta se distingue por promulgar las bondades del denominado modelo “Economía Social de Mercado” clásico y superado de Ludwig Erhard [demócrata-cristiano ex ministro de economía de la República Federal Alemana entre 1963 y 1966] y Konrad Adenauer, Canciller federal en aquel entonces.
Los rígidos principios y reguladores que requiere este modelo muy popular en Europa Occidental en la década de los 60, condicionaron su derivación hacia otras plataformas mixtas. Entre las condiciones necesarias se encuentran el control estatal de los monopolios, implementación de políticas redistributivas, garantía jurídica, mercado laboral reglamentado, y salario mínimo.
También un sistema de precios característico de la competencia perfecta, estabilidad de la moneda nacional, acceso libre a los mercados, libertad contractual, y acceso libre a los mercados, así como también políticas fiscales responsables y transparencia económica.
Si alguien es capaz de visualizar en el mediano plazo un modelo de “Economía Social de Mercado”, al margen incluso de la definitiva voluntad política del régimen de moverse en otra dirección, ha sustituido el análisis imparcial y objetivo de la realidad, principios irrenunciables de la actividad científica, por deseos sicóticos que requieren atención médica especializada.
Una tercera propuesta ha sido formulada por el Movimiento Cristiano Liberación con el documento "Todos Cubanos: La Hoja de Ruta para el Cambio", que define mega objetivos universales, pero no formula los procedimientos para alcanzarlos.
Sin embargo, factores cruciales en cualquier proceso de reformas, máxime de la magnitud del que se convoca, están ausentes o son tangencialmente abordados.
La propuesta de una política económica coherente, entendida como aquel conjunto de objetivos, estrategias y acciones que implementan los gobiernos para gerenciar e influir directa o indirectamente sobre el curso de la economía nacional, y concretadas en un cuerpo legal [tal y como ha anunciado por ejemplo la ministra de “justicia” del régimen se acometerá tan pronto concluya el congreso], financiero, tributario, y en un sistema de instituciones públicas con objetivos precisos a cumplir y los medios para hacerlo, entre otros, está aun por formularse en los círculos de pensamiento alternativos al castrismo. 
La formulación de un modelo económico en tanto concepto proposicional o metodológico coherente con el objeto a modelar y que permita la explicación de la operatoria del sistema económico, su estado actual y su prognosis futura, tanto en lo macro como en lo microeconómico, es tarea aun por ejecutar.
La precisión de conceptos evidentes en una lectura apresurada, pero que en el contexto de una reforma transicional adquieren una preeminencia notable a los efectos de definir las políticas adecuadas, tales como el autoempleo, los microempresarios, las microempresas y por extensión las PYMES, así como los criterios para subsumirlas en una u otra categoría, empresas del tipo “startup” y los estímulos y contextos necesarios para su prosperidad y expansión, así como las redes de apoyo real, entre otros, tampoco encuentran una exposición definida en las propuestas de los comités de expertos.
Igualmente, la reformulación de la empresa socialista -publica- en términos de dinámicas de gestión, estrategias competitivas en un marco propuesto de cero subsidios; su estructura organizacional, su definitiva vocación mercantil aunque permeada por ciertos condicionamientos sociopolíticos remanentes provenientes de los intereses de las elites o de las dinámicas socioeconómicas; así como su inserción en un mercado ya no monopolista excluyente sino compartido, no son abordados con el detenimiento necesario, considerando per se, que son las hijas parásitas de un malogrado e imposible perfeccionamiento empresarial castrista y castrado por antonomasia.
Pero mal que le pese a alguien, en realpolitik, tal y como la conocemos hoy, la política es ante todo el arte de hacer posible lo necesario [Ch. Maurras], eso que Rousseau denomino “interés común”, Hegel “bien del estado” y Tocqueville “bien del país”.

Por consiguiente, la posibilidad de la necesidad nos conduce al realismo político, que libera a la política de prejuicios y de un idealismo a ultranza y muchas veces utópico o ilusorio. Si las utopías son validas y necesarias en tanto conforman un imprescindible cohesionador social en las esferas ético-morales y sociales, los utopismos no lo son.

Siguiendo a Max Scheler, la necesidad en política reside en lo que requiere de nuestra acción para ser modificado, entendido como que los problemas constituyen una oportunidad para mejorar. Por tanto, la determinación de los problemas de mayor sensibilidad política adquiere un lugar relevante en la elaboración de los objetivos políticos en cualquier horizonte temporal. Lo demás, lamentablemente, es contemplativismo, tal y como lo expresara Alessandro Campi:

"…no es conservador ni reaccionario, no defiende el status quo y mucho menos añora el pasado. El verdadero realista utiliza la historia no sólo para comprender mejor el pasado sino también, y sobre todo, para representarse mejor el futuro y posee la conciencia de que nada es eterno en política…"  
De ahí que el diagnóstico de la situación concreta en cada momento, cobre especial relieve en la determinación de los objetivos, las campañas y acciones políticas.
En tanto que la cohesión psico-social de una sociedad, y la cubana no es una excepción a pesar del régimen represivo, grosero y totalitario imperante, se regula por la correlación satisfacción-insatisfacción de la población ante el estado de cosas, los sujetos y analistas de la política deben de prestarle especial atención a los elementos más sensibles de esta compleja relación.
La cohesión psico-social interna en Cuba que estaba profundamente fracturada, pero no por consideraciones de derechos humanos [o no fundamentalmente por ello] como se menciona a diario, sino por la disconformidad popular ante la crisis crónica que experimenta la sociedad en todas sus esferas, se está recomponiendo en los marcos del paradigma social propuesto. Y es que el consentimiento social, considerado como la actitud individual con la que los miembros de una sociedad reaccionan ante el poder, está desplazándose de una clara inclinación a la pasividad a un consentimiento activo reactivo. En Cuba como en todas las naciones del mundo, el poder está en manos de una elite minoritaria y/o pequeños grupos altamente organizados, lo que les permite imponer sus reglas sobre la mayoría de la sociedad. Pero el poder tiene que ser aceptado por esa mayoría, de lo contrario sucumbe. Al Clan de Birán le ha costado muchísimo asimilarlo, pero se encuentra en un franco proceso de reajustes proactivos.

Considerar que cierta proposición sobre un suceso futuro es verdadera o falsa, la niega per se, incluso si se asume una verdad indeterminada según las leyes del tercero excluido. Es por ello que la mayoría de las teorías y concepciones sociales que hemos elaborado hasta hoy son aceptadas, porque explican formalmente un fragmento limitado de la realidad, pero no son verdaderas, porque solo procesan una versión holográfica de la misma de acuerdo con la posición del observador.

La aplicación de los análisis lineales, a los que estamos acostumbrados, a un mundo “no lineal”, caótico, incierto y difuso como es el “asunto” Cuba, en tanto parte componente de la realidad global, solo nos conduce a visiones parciales, fragmentadas, y no a la totalidad.
El relato que trata sobre la historia de la mejor ratonera del mundo ilustra vívidamente las reflexiones conceptuales sobre las reformas transicionales que están ocurriendo ahora mismo en Cuba. El “montón” de mijo de Zenón de Elea y el de arena del profesor Bart Kosko, conocidas hoy como las “Paradojas swro’V”, son representativos de ello. ¿Cuantos granos de mijo o de arena debemos retirar para que ya no tengamos un “montón”? O ¿que es un hombre alto? Sencillamente no lo sabemos.
Y es que en Cuba no habrá una “Banda de los Cuatro”, sino que siempre ha existido la “Banda de los Dos”. No hay un Chernenko, pero sí hay ya un Andropov yuxtapuesto con un achinado socarrón Deng Xiaoping. No habrá un Gorbachov, pero próximamente puede aparecer un Jiang Zemin o un Hu Jintao, pero también es altamente probable que el Putin neocastrista ya esté en el estado mayor estratégico, y su presentación como el delfín real, no de Fidel sino de Raúl Castro, puede ocurrir en cualquier momento. 

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