lunes, abril 25, 2011

#Cuba - Balance del Congreso: Hace falta un Hércules para limpiar los establos criollos/ Eugenio Yáñez, Juan Benemelis y Antonio Arencibia

Balance del Congreso: Hace falta un Hércules para limpiar los establos criollos
Eugenio Yáñez, Juan Benemelis y Antonio Arencibia/ Cubanálisis-El Think-Tank

Las únicas sorpresas que resultaron del Sexto Congreso del Partido son las que se llevaron quienes, contra el sentido común y los anuncios oficiales durante mucho tiempo, estaban esperando sorpresas.
 
Puede decirse que desde el punto de vista formal e institucional el Congreso representó en algunas áreas económicas y sociales un avance respecto a la época de Fidel Castro, si bien sin prescindir del autoritarismo. La estrategia es ir introduciendo variables en la conducta del Estado/Partido y en la economía, sin exponer a riesgos el poder absoluto, pero colectivo, de los sucesores.

No fue un Congreso dirigido a la población, sino a institucionalizar el poder para así preparar una nueva élite y establecer las nuevas reglas de juego de esa elite que irá sucediendo paulatinamente a la actual gerontocracia durante el quinquenio. No fue un Congreso para establecer reformas, sino para reestructurar la división del trabajo entre el Partido, el Estado y el Gobierno, lo que abre la posibilidad de que en un futuro se puedan instituir reformas de fondo. En este sentido los cambios aprobados no fueron de fondo, sino formales, pero en el castrismo ni siquiera las fórmulas clásicas fueron permitidas.

El Congreso que consagró a Raúl Castro tuvo dos elementos de “legitimidad” revolucionaria trasmitidos a la población, al exterior y a la oposición (disidencia y dentro de la nomenklatura): la presencia del Mito-Fidel Castro y el desfile militar-fuerza. Sobre todo en momentos que la rebelión anti-gubernamental recorre velozmente todo el Medio Oriente y el norte de África era necesario consolidar la prolongación de la actual élite y marcar la diferencia con tales eventos. De ahí el señalamiento de Raúl Castro al decir que Cuba estaba en condiciones de transformar su modelo y salir de la crisis sin traumas sociales.
 
Si algo ha caracterizado el estilo de Raúl Castro desde que se hizo cargo del régimen tras la enfermedad de Fidel Castro en 2006 ha sido, precisamente, su aversión a los imponderables.
 
Lo que pretende hacer, y lo que no, lo anuncia claramente, aunque el estilo del discurso y manera de actuar es completamente diferente a como hacía el ahora ya tan físicamente deteriorado hermano mayor.
 
Sin tremendismos ni sobresaltos: con el mismo tono y simple vocabulario ha dicho que la tierra agrícola del país está cundida de marabú, que el país está al borde del abismo y que se hunde si no se rectifica, o anuncia que está dispuesto a discutir “de todo” con el gobierno de Estados Unidos. Parece un guajiro endomingado cuando recibe al expresidente Jimmy Carter o al Cardenal Ortega, o cuando “se le va” en público que ex-funcionarios del buró político tronados siguen siendo sus amigos.  
 
Diciendo lo que se sabía
 
Ahora dijo en la clausura del sexto congreso del partido todo lo que ya se sabía y se debía saber, aunque algunos dentro y fuera de Cuba esperaban -y querían- que dijera otra cosa:
 
  • Fidel Castro sale oficialmente del juego para siempre, tras apoyar la "actualización" neocastrista.
 
  • Su salud no le permite la más mínima intención de mantenerse en el trabajo diario activo (esto no lo dijo textualmente, pero bastó que lo trajeran al Palacio de Convenciones y verlo "caminar" hasta la mesa presidencial y retirarse al final del acto para que toda Cuba y todo el mundo se diera cuenta)
 
  • En el caso de Fidel Castro quedó claro su papel de figura por encima de las instituciones, con facultades máximas. Aunque no tiene cargos oficiales, Fidel Castro seguirá siendo una pesada sombra de consulta y referencia para todas las tareas estratégicas que enfrente la gerontocracia. Como "Fidel es siempre Fidel", los cambios se harán en su nombre.
 
  • La dirección del país no está ni estará en manos del gobierno ni del partido, sino en manos del pequeño y muy selecto comité conocido como "comisión del buró político", integrado por los más cercanos colaboradores de siempre de Raúl Castro, veteranos y guerrilleros todos, con la adición de Esteban Lazo desde el comienzo, principalmente como elemento étnico-folklórico, pues no sería nada elegante que la más poderosa institución del país estuviera compuesta solamente por blancos
 
  • En lo personal, Raúl Castro adquiere todos los resortes del poder del régimen, y José Ramón Machado Ventura le sucede como segundo secretario del Partido. Por primera vez en 52 años una de las dos máximas posiciones de poder en Cuba no están en manos de uno de los Castro, aunque se trata de uno de sus incondicionales. Se evidenció que Ramiro Valdés es la tercera figura del régimen y plausible sustituto de Raúl Castro ante cualquier eventualidad.
 
  • El Secretariado se reduce a funciones meramente administrativas para la dirección de la organización partidista, pero ni traza políticas ni toma decisiones estratégicas en ningún sentido. Algo similar había hecho anteriormente con los cargos de Secretario del Consejo de Ministros y Secretario del Consejo de Estado, que en los tiempos de Fidel Castro eran poderosas oficinas que ejercían su autoridad sobre casi todas las demás
 
  • Se retira a Lazo la atención a las relaciones internacionales del Partido y se le entrega la tarea a José Ramón Balaguer, quien fue sacado del buró político, pero que la llevará a cabo desde el ahora menos poderoso secretariado. De ahora en adelante se ocupará de las relaciones con los tres o cuatro partidos comunistas que están en el poder, así como con partiditos de esa ideología que hacen oposición minoritaria en otros países, y organizaciones no comunistas que quisieran serlo.
 
  • Raúl Castro sigue renuente a aceptar el rango de Comandante en Jefe. Pura formalidad, pues sus cargos le garantizan automáticamente la jefatura suprema de las fuerzas armadas del país

La máxima jerarquía partidista después del sexto congreso
 
Raúl Castro sometió una candidatura “cerrada” para ser sometida a confirmación; asimismo, los miembros del CC fueron pre-seleccionados.

El Buró Político se redujo de 24 a 15 miembros. Se sacó al ministro de Cultura, Abel Prieto Jiménez. Sólo hubo tres nuevos ingresos: Mercedes López Acea, primera secretaria del PCC provincia La Habana; Marino Murillo Jorge, vicepresidente del Consejo de Ministros, y Abdel Izquierdo Rodríguez, ministro de Economía y Planificación. En el Buró Político son catorce hombres y sólo una mujer; igualmente, en el Secretariado del CC sólo figura una mujer. Entre los quince miembros del Buró no hay un solo intelectual.
 
El peso de los militares y la gerontocracia en el “politburó” es evidente: siete son militares en activo, con más de 70 años y de la vieja guardia. El promedio de edad del buró político es de 67 años:
 
(Ex Comandante) José Ramón Machado Ventura, 80 años
General Raúl Castro Ruz, 79 años
Comandante de la Revolución Ramiro Valdés Menéndez, 79 años
General Julio Casas Regueiro, 75 años
Ricardo Alarcón de Quesada, 74 años
General Abelardo Colomé Ibarra, 72 años
General Ramón Espinosa Martín, 72 años
General Leopoldo Cintra Frías, 70 años
General Álvaro López Miera, 68 años
Esteban Lazo Hernández, 67 años
(Ex militar) Salvador Valdés Mesa, 61 años
(Coronel) Marino Murillo Jorge, 51 años
(Coronel) Adel Yzquierdo Rodríguez, 50 años
Miguel Díaz Canel, 50 años
Mercedes López Acea, 45 años

El Secretariado lo conforman: 
José Ramón Machado Ventura
Esteban Lazo
Abelardo Álvarez Gil
José Ramón Balaguer
Misael Enamorado
Abelardo Álvarez,
Víctor Gaute,
Olga Lidia Tapia
Se sacaron 59 miembros del Comité Central, más o menos la mitad, según Raúl Castro. El nuevo Comité Central, de 115 miembros, está compuesto de 36 negros o mulatos (31%) y 79 blancos (69%); el número de mujeres se elevó a 48 (41.7%), y el de hombres a 67 (58.3 %).
  
El único cambio político aprobado en el Congreso se refiere a cambios de forma en el usufructo del poder por el partido único. Fue propuesto por el nuevo primer secretario , -a partir del retiro definitivo del tirano, y con la aprobación de éste-, el fin de la dictadura vitalicia personal o familiar. Ese proyecto supone la auto-perpetuación exitosa del régimen después que Raúl Castro cumpla éste como su último quinquenio en el poder y, a partir de entonces, la cúpula partidista renovaría todos los cargos claves cada diez años. Tras más de medio siglo de autocracia y militarismo, no se conciben nuevos “líderes” que sean efectivos si no profundizan con éxito -por lo menos- en las reformas económicas para lograr el incremento del nivel de vida de la población cubana.
 
Wishful thinking (quimeras)
 
Ha sucedido esta vez igual que hace tres años, cuando las "elecciones" para el Consejo de Estado en el 2008, pues muchos se obnubilaron con eso que los anglos llaman wishful thinking, al enfocar la dirigencia que saldría del VI Congreso del Partido.
 
En aquel entonces se creyó en el espejismo de un posible Delfinado de Carlos Lage como preludio de cambios importantes tras algunos funerales previsibles. Ya sabemos lo que ocurrió. Las mieles del poder, igual que la sopa de los osos que se atrevió a probar Ricitos de Oro, no se tocan mientras los “guerrilleros leales” estén vivos. Y hay que decir que salieron bien, porque ni Lage ni su compañero de “truene”, Pérez Roque, aspiraban al primer puesto en la mesa.
 
Una de las expectativas que se derrumbó fue que no hubo un relevo generacional, parcial o prometedor, en la élite partidista. En una de sus decisiones más incongruentes en el poder, Raúl Castro se quejó de no existir en estos momentos el relevo con talento para dirigir el país y, prometiendo incorporaciones dentro del quinquenio, cierra aún más las filas de la suprema élite con sus viejos guerrilleros. Todo ello luego de eliminar un gran número de figuras jóvenes ascendidas por Fidel Castro al Partido, al Estado, al Gobierno e instituciones de Asesoría (Grupo de Apoyo) y sociales, amén de corrientes y grupos alrededor del ex CEA, de Kaos en la Red, y del Grupo Gaviota.
 
Al pedir una nueva mentalidad, y formar una “reserva de sustitutos” para preparar un relevo de cuadros de nuevas canteras, desechó de un plumazo a los actuales aspirantes que se manejaban como sustitutos de la gerontocracia. Al plantear la formación inmediata de dirigentes y funcionarios administrativos, y criticar la promoción “por helicóptero” de jóvenes, Raúl Castro cierra las puertas a las promociones de la UJC a la alta jerarquía del Estado o a cargos asesores de alto nivel, como sucedía durante la ejecutoria de Fidel Castro. Lo que no se podrá evitar es que en las futuras/nuevas condiciones las pugnas personales y las confrontaciones grupales sean relevantes.
 
Realpolitik
 
En febrero del 2008, cuando Raúl Castro fue nombrado Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, escribimos en Cubanálisis-El Think-Tank:
 
"Piense el lector por un instante en términos de total realpolitik, tratando de dejar de lado momentáneamente emociones, sentimientos y deseos. Gústele o no, hágase la idea por un minuto que usted es Raúl Castro y ha recibido la "papa caliente" de la sucesión con el Comandante vigilando y muriendo a la vez, la tensión social en el país presionada por las necesidades reales y las expectativas de mejoría, el mundo exterior esperando ver avances reales, y usted con 76 años y una salud nada envidiable.
 
Hacerse la idea que es Raúl Castro por un instante no significa de ninguna manera justificarlo, defenderlo o absolverlo. Si el lector alega que por consideraciones morales o ideológicas no puede imaginarse ni por un instante en los zapatos de Raúl Castro, tiene todo su derecho. Pero así no conseguirá entender lo que está sucediendo en Cuba, que es algo muy sui géneris y que se venido forjando por casi medio siglo.
 
Y piense con sinceridad. Si en esas condiciones usted fuera Raúl Castro, ¿A quién quisiera tener a su lado ahora? ¿Advenedizos que dicen que "Cuba tiene dos presidentes" o "renunciaría a su soberanía"?, ¿o los duros que nunca le han fallado?: "Machadito", "Juanito" Almeida, "Julito" Casas, "Furry", Ramiro, Guillermo, Polo, López Miera".
 
Ahora, con el Congreso comunista, muchos colocaron la carreta delante de los bueyes, sin preguntarse, por ejemplo ¿por qué los Castro quitarían a Machado Ventura del aparato partidista, si siempre lo ha manejado a su servicio? Ha quedado claro, a nivel de “bonche” en público, que Raúl Castro le ha asignado a su fiel servidor y flamante segundo en el PCC, la presidencia de las reuniones del Secretariado, advirtiéndole que “se eche a un lado” cuando a él se le ocurra asistir y “asumir”.
 
En la falsa esperanza de un cambio radical en Cuba ahora, no estamos solos los cubanos de dentro y de afuera. Aunque todo indica que su intención ha sido reorganizar (es decir, desmantelar) al Estado-caudillo, ha quedado a mitad de camino, pues no sólo se necesita restablecer la cadena de mando del Estado, del Partido y demás instituciones sociales, sino revertir el modelo económico.
 
Ahí es donde el análisis no permite calificar los Lineamientos de “reforma profunda” o implementación de un nuevo modelo, pues las medidas económicas impiden la ampliación de la propiedad privada, enfatizándose en la dependencia del cuentapropismo a los órganos estatales. En el modelo “actualizado” primará la planificación, pero se tendrán en cuenta “las tendencias del mercado”.
 
Se nos suma el diario El País, de Madrid, con un editorial donde se asegura que, -a diferencia de la sucesión franquista-, con este Congreso el régimen de La Habana deja el futuro “Atado y mal atado”.
 
Habría que recordarle a los socialistas españoles (por su amistad con el régimen cubano deberían estar mejor informados de las realidades de la Isla) que aunque Franco tras su muerte dejó intacto un estado represivo y retrógrado, no dejó bien atado al Rey Don Juan Carlos; que el desarrollo capitalista permitía en España libertades económicas que servirían de base a un rápido surgimiento de la sociedad civil, y que la emigración y regreso de los ciudadanos era mucho más factible y numerosa que en Cuba.
 
A lo Birán
 
Vamos a ver, en cambio, como “se amarran las cosas” en Cuba a lo Birán.
 
Fidel Castro, en consenso con su hermano, mantiene en el nuevo Comité Central -una instancia de dirección que en Cuba es mucho menos importante que lo que era en la Unión Soviética y los países del "socialismo real"- a todos los históricos y veteranísimos supervivientes,  Melba Hernández, Armando Hart, Julio Camacho Aguilera, Faure Chomón, el general Sixto Batista, José Ramón "el gallego" Fernández, y Jorge Risquet, algunos de los cuales ya casi no pueden ni sostenerse en pie por sí solos, ejemplos de "compañeros que, ya por sus años o su salud, no podrían prestar muchos servicios al Partido".
 
Eso es lo de menos para Fidel Castro, lo que le importa es que "sería muy duro para ellos excluirlos de la lista de candidatos", como si fueran miembros de una realeza verde-olivo. Además, así tienen todos un asiento garantizado en primera fila en el Gran Funeral.
 
En cambio Raúl Castro eleva la concentración de sus fieles en la cúpula máxima: en el Buró Político y su Comisión Ejecutiva, que es lo que importa.
 
Ya dijimos que a Balaguer (que es de los suyos, pero está quemadísimo con el grave escándalo de los enfermos mentales muertos en Mazorra), lo bajó al Secretariado y lo cambió de esfera: afortunadamente, ya no atenderá la salud pública.
 
A Ulises Rosales, veterano también de la lucha guerrillera y de las fuerzas armadas, de las que llegó a ser jefe del Estado Mayor General, y que como ministro de la Industria Azucarera cumplió fielmente la orden del Comandante de liquidar la industria y la producción cañera, lo sacó del Buró, pero lo dejó en el Comité Central.
 
También se desembarazó de algunas herencias de su hermano que quedaban en el Buró Político, y no los dejó ni siquiera en el Comité Central: el “joven” Abel Prieto, la Dra. Concepción de la Campa y el inocuo ex-bonzo sindical y embajador en Angola, Pedro Ros.
 
A falta de noticias se inventan. No se sabe a partir de qué criterios, se está diciendo que “el gran perdedor” en el congreso del partido fue Abel Prieto, ministro de Cultura a pesar de él mismo, escritor mediocre que presidió anteriormente la Unión de Escritores y Artistas, y que se dice que no anda muy bien de salud.
 
No hay que sorprenderse. La noticia la lanza el mismo “iluminado” que pocos días antes elevó a más de tres mil el número de muertos de las fuerzas revolucionarias en los combates de Playa Girón-Bahía de Cochinos, de ellos alrededor de mil ochocientos, supuestamente, en un ataque de los B-26 de la brigada invasora sobre una columna de milicianos.
 
Hay quien dijo que el paso de Machado Ventura a segundo secretario evidencia el fracaso de la Sucesión, pero decir eso es confundir la esencia de la cuestión.
 
Machadito
 
La sucesión nunca fue asunto generacional, sino operativo y de “lealtad”, es decir, implicaba la sustitución de quien ya no podía cumplir con la tarea de encabezar la dictadura, por quien siempre fue el segundo hombre del régimen.
 
En el antes mencionado análisis del 2008 en Cubanálisis-El Think-Tank decíamos:
 
"¿Está reinando ahora un Consejo de Ancianos? Por supuesto. En la cultura occidental esto puede ser sacrilegio, pero para la cultura caudillista revolucionaria cubana medio siglo de incondicionalidad vale más que un doctorado o que la percepción que pueda tener un corresponsal extranjero en La Habana sobre eventuales "presidenciables".
 
Y un poco más delante
 
"La promoción de "Machadito" a segundo al mando habrá sorprendido en Madrid o en Miami, porque todos en Cuba conocen su extraordinario poder, además de su carácter despótico y sus "métodos" de ordeno y mando. Baste recordar que solamente tres personas en Cuba son, a la vez, miembros del Buró Político y del Secretariado del Partido: Fidel Castro, Raúl Castro y José Ramón Machado Ventura".
 
Y el nuevo “elegido” para la primera posición requiere en su nuevo cargo rodearse de gente de absoluta confianza y lealtad. Por eso también se equivocan los que piensan que este Machado Ventura va a ser una retranca para las reformas de su líder y amigo.
 
Ya habíamos dicho en el mencionado trabajo:
 
"Por estándares occidentales y humanos, Machado Ventura es un burócrata, arrogante y arbitrario, pero en las evaluaciones cubanas desde el poder, léase Fidel y Raúl Castro, es un cuadro probado, efectivo y con muy buenos resultados. Y más que todo eso: un Lucca Brasi leal, incondicional, "inclaudicable", sin ambiciones personales frente a Big y Little Brother: el hombre nuevo de la nomenklatura".
 
Ya se verá como impulsa la "actualización" con todas sus fuerzas.
 
Sin embargo, estamos atiborrados de tonterías diseminadas por gente que no conocen el intríngulis de las relaciones entre esos viejos guerrilleros.
 
Son los que piensan que fue una broma lo que hizo Raúl Castro cuando, al ser nombrado oficialmente primer secretario, repitió el chiste de "Gracias. Me lo merezco", que hizo Nicolás Guillén en una ocasión en que lo condecoraron.
 
Eso le salió del alma al general, pero con socarronería guajira. Porque lo que pasa es que ahora de verdad "le toca" a él, al segundón siempre preterido y abusado por su hermano, pero su cómplice de toda la vida.
 
Nuevas reglas del juego

Entre las nuevas reglas de juego post Fidel Castro pueden apuntarse las siguientes:

  • Ascensos en el Estado por calificación y no por militancia
  • Periodos limitados de ejercicio de ocupación de cargos
  • Reforma económica, mediatas y futuras, de manera gradual
  • Continuidad política unipartidista y preservación hegemónica del estamento militar
  • Descentralización del Estado y la Economía
  • Separación de funciones del Partido con las del Estado
  • Separación de funciones del Estado con la Economía
  • Una nueva ideología legitimadora. La defensa de la unidad nacional
  • Cierto pluralismo institucional con sectores otrora “antagónicos” como la Iglesia católica
  • Regularización del funcionamiento del Comité Central, del Estado, del Gobierno y de la Asamblea Nacional.
 
Sin embargo, nada nuevo se introduce en el Congreso que no haya sido promovido en el pasado por grupos reformistas de la élite. No hay una visión integrada o modelo de economía alternativa, aunque podría especularse que estas “reformas formales” podrían dar paso a una transición a un modelo de economía mixta, con un rol estatal limitado.

Las referencias en el discurso a los estatutos del PCC y el funcionamiento de comisiones para actualizar las estructuras del Gobierno y el PCC a partir de nuevos sistemas de regulación, planificación e información reflejan una voluntad de institucionalización partidista y ejercicio asertivo de normas constitucionales. Aquí hay una crítica implícita al voluntarismo característico del liderazgo fidelista.
 
El informe del PCC trazó su límite ideológico “socialista” no en la existencia o la promoción de la propiedad privada, sino en el rechazo a su concentración. Tal formulación expresa que las fronteras ideológicas se han movido y que la dinámica desatada por el proceso de reformas puede volver a moverlos. La Comisión Permanente del Gobierno para la Implementación y desarrollo de la reforma, con Marino Murillo a al cabeza, se insinúa como la visionaria estratégica para las reformas. Por primera vez se anuncia que las causas de fallo en el empeño prometido no son externas, sino propias de quienes lo impulsan.

En términos políticos se reproduce el modelo autoritario del Gobierno y se subraya la voluntad continuista de la cúpula al mando. El juego de separar libertades económicas y políticas es posible, pero riesgoso, sobe todo cuando es evidente que están comprando tiempo, a la par que sus tituladas reformas son “de poco calado, insuficientes y tardías”, que no sacan al país de la situación de pobreza en la que vive.
 
El equipo renovado
 
Así las cosas, el nuevo Primer Secretario empezó a organizar el equipo "Sucesores B", (inicio del proceso de cambio generacional), ascendiendo a dos de sus prospectos.
 
Pero se equivocarán nuevamente los que crean que nos referimos a que ahora están en el Comité Central dos yernos de Raúl Castro: Luis Alberto Rodríguez López-Callejas y Lázaro Expósito Canto. Ya mencionamos anteriormente que el peso del comité central en Cuba no es el que tenía en Europa del Este, la URSS o la China de Mao.
 
Se trata de dos nuevos ascensos al Buró Político: un tandem de tecnócratas, formado por el Zar de los Lineamientos y Vicepresidente del Consejo de Ministros, Marino Murillo, anteriormente ministro, y el actual ministro de Economía y Planificación, Idel Yzquierdo, quien hasta hace poco fuera viceministro primero de Murillo.
 
Si logran que la aplicación de ese engendro contradictorio de “socialismo + mercado, sí pero no” no traiga demasiadas grandes sacudidas sociales en el país, pueden llegar algún día hasta la mesa y probar las famosas mieles.
 
La fórmula a aplicar a partir de ahora, va a ser siempre la que establece una proporción entre funerales y retiros, por una parte, y ascensos y demociones por otra. Y, -con perdón-, mucho dependerá del incremento del consumo por parte de la población.
 
El general-presidente-primer-secretario ha oficializado otros cambios que significan la institucionalización del estilo militarista en sustitución de la anarquía disruptiva del déspota en retiro.
 
Esto implica un sistema inviolable de reuniones de control y análisis del Partido, el Gobierno y las llamadas organizaciones de masas, a todos los niveles.
 
Esa militarización de los “cuadros” civiles es la aplicación ahora a nivel nacional de la experiencia entronizada por el Che Guevara en el Banco Nacional y el Ministerio de Industrias a inicios de la década del 60, e irónicamente, es también lo único que va a sobrevivir del fracasado guerrillero argentino en el actual proyecto neocastrista, tan alejado del guevarismo.
 
La economía

Se anunció la creación de un mercado de créditos para los productores privados y la ampliación de las tierras otorgadas bajo el decreto 259. El análisis del fondo de tierras estatales entregadas a privados arrojó que a 143,000 solicitantes se les ha entregado más de un millón de hectáreas, un poco más del 60 % de las tierras sin cultivar. Este punto es controversial, pues los resultados no han sido visibles ante el férreo control de los organismos del Estado sobre estos nuevos campesinos.
 
La reforma tributaria, la unificación de la moneda y el otorgamiento de créditos al cuentapropista centraron el debate, así como el establecimiento de los contratos; la descentralización parcial sigue siendo un punto muy poco claro. Otros temas abordados fueron la flexibilidad en el pago de los tributos decretados a los privados y el control de inventarios en las 3,700 empresas estatales existentes. Aunque existe un gran atraso en el diseño de los contratos, no hay leyes de bancarrota, ni mecanismos de solución de conflictos, ni leyes apropiadas de protección del consumidor.

No es fácil la separación de funciones del PCC con la gestión ejecutiva del Estado y con la economía. Tal dilema se viene planteando desde la década 1970. La incongruencia resulta de la santificación constitucional (articulo 74) del ejercicio fusionado de la presidencia del Consejo de Estado y Consejo de Ministros, a lo que se une la funcion de Primer Secretario del PCC. Y Raúl Castro asume la fusión de funciones en la cúpula, mientras pide su separación en la base.
 
Choques de criterios
 
Se evidenció que tras las bambalinas para el Congreso, previo y durante, tuvieron lugar choques de criterios, posiciones ortodoxas, otras más aperturistas, y negociación de figuras. El Grupo Gaviota de empresas militares, con el ministro del MINFAR Julio Casas Regueiro y el coronel Luis A. Rodríguez López-Callejas, proponía la vía Vietnam, en choque con Machado Ventura, atrincherado en una visión ortodoxa del modelo.
 
Sin dudas, dentro de la elite se han podido identificar tres grandes posiciones; la que pedía reformas profundas tipo Vietnam o China ante el deterioro de la situación, con vistas a galvanizar el descontento y evitar una rebelión; los nomenklaturistas atados a los privilegios del sistema por clanes familiares, lealtad ideológica, clientelismo o simplemente oportunismo, quienes apostaban al inmovilismo; y los que proponían reformas graduales en un sistema político y económico mas coherente con la contemporaneidad, respetando derechos a la población. Sin embargo, los resultados del VI Congreso no dejaron satisfechos a ninguno de los tres grupos.

Los temas controversiales fueron la supresión de la libreta de abastecimientos (optándose al final por una formula gradual), los anunciados despidos, la crisis de la vivienda y del transporte, y el “modelo de gestión económica”. Asimismo, hubo posiciones encontradas respecto al tema de los límites de mandato, la descentralización, la revalorización del mercado como herramienta de desarrollo, la separación de funciones partidistas y estatales, el aumento de la representación de mujeres, negros, mestizos y jóvenes en la dirección del Gobierno, y a favor de balances y contrapesos entre las ramas de Gobierno y el PCC. Esos temas han estado presentes en los debates internos cubanos desde la década de los 80.

Política exterior

Fue notoria la ausencia de referencias a China y Vietnam. El Congreso concedió mayor importancia al estado de las relaciones con Estados Unidos, concediendo que la actual administración había tomado “algunas medidas positivas”, aunque no se mencionó el planteamiento del presidente Barack Obama en Chile de abrir negociaciones haciendo tabula rasa con el pasado.

El congreso ratificó la visión partidista de que la política de embargo está totalmente desacreditada internacionalmente y que en lo esencial el PCC no hará concesiones políticas para cambiarla.

Un símbolo de los nuevos tiempos en la relación del PCC con los actores más relevantes de la sociedad civil fue el elogio al Cardenal Ortega y al presidente de la Conferencia de Obispos, Monseñor Dionisio García, lo que pudiera implicar una ampliación del rol social y nacional de la Iglesia católica y la posible admisión de otros actores supuestamente “controversiales” tanto del país como del exilio

Muchos en la disidencia han lamentado la “oportunidad perdida” por el régimen de Raúl Castro. La situación actual de una economía al borde del colapso y el grueso de los jóvenes desencantados y cuya única realización está en marcharse del socialismo, se unen a un paisaje internacional nada favorable, y una población cada vez más contestataria.

Pero el obstáculo y la crisis más profunda del actual régimen es la gerontocracia de su máxima élite, es el tiempo que no le es favorable a Raúl Castro.
 
El velorio de Fidel Castro
 
En cuanto a Fidel Castro, los cubanos hemos dado pruebas fehacientes de exageración en la valoración de su figura.
 
Primero, la negativa de muchos a aceptar que estuviese vivo y el convencimiento de que estaba en un frigorífico, porque no se podía dar la noticia de su muerte y era necesario “ganar tiempo”, no se sabe bien para qué.
 
Luego, cuando “revive” y hace numerosas actividades públicas, la sospecha de que era un “doble” el que actuaba.
 
Ahora, al cabo de mucho tiempo, el “muerto” hace acto de presencia para la despedida política en la clausura del Congreso y lo que aparece es un fantasma de sí mismo.
 
Para los agoreros y los tremendistas no importan nada sus ridículos anteriores: ya hay quien se aventura a pronosticar, como si tal cosa, que “cuando se muera, aquello se cae”.
 
Asegurando el poder
 
No. De eso nada, no parece que vaya a ser así, tan fácilmente.
 
Ya “todo está bajo control”, como dicen siempre los guardias, que nunca utilizan aquello de “atado y bien atado”.
 
Las bases principales están cubiertas por Julio Casas en las FAR y Colomé Ibarra "Furry" en el MININT.
 
Y con Ramiro Valdés de regreso a una posición estratégica cimera, como el Zar de la Informática Totalitaria y las Comunicaciones, el Petróleo, la Electricidad y la Minería, a pesar de los continuos augurios de quienes se enteraron con casi treinta años de retraso de sus desavenencias con Raúl Castro, que han sido echadas a un lado después del 2006 por conveniencia mutua.
 
El verdadero problema que tiene el ahora Primer-General-Secretario no es el de control político y policíaco, que lamentablemente en ningún momento ha estado en peligro ni mucho menos, sino el de la "actualización", que tiene como primera obligación seguir desmontando la falsa economía del castrismo.
 
Se trata, nada menos, que de acometer una de las tareas de Hércules: la limpieza de los establos del rey Augías criollo.
 
Como cuenta la leyenda, Hércules limpió aquellos establos repletos de estiércol en un solo día, desviando el cauce de dos ríos.
 
Pero el hermanísimo menor, (que ha contribuido demasiado a la suciedad acumulada), no tiene las fuerzas del héroe griego. Y para colmo de males el flamante primer secretario, debido a la sequía prolongada y la falta de mantenimiento y reparación a las presas y los acueductos, no tiene ríos disponibles ni caudal suficiente de agua a la mano, aunque centralice todas las “pipas” y cisternas del país.
 
Y es por eso que, cubo a cubo de agua, de ninguna manera le va a alcanzar el tiempo para hacer un saneamiento tan necesario.

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