domingo, marzo 13, 2011

Cuba: entre Lampedusa y San Ignacio/ Vicente Botín

Vicente Botín


 Entre Lampedusa y San Ignacio de Loyola anda el Gobierno cubano tan enredado que no sabe si ponerse a servir o coger criada. Su empeño en cambiarlo todo para que todo siga igual, debería complementarse con la máxima ignaciana de no hacer mudanzas en tiempos de tribulación. Y estos lo son, sin duda, para decenas de miles de cubanos que, en aras de la “actualización” del modelo, están asistiendo a un particular trueque por parte del Gobierno de Raúl Castro, que a cambio de las “gangas” del paternalismo de Estado que han “disfrutado” durante medio siglo, les ofrece ahora un “cuentapropismo” capitalista trufado de impuestos, para desarrollar su iniciativa con oficios tan variopintos como “cuidador de baños públicos”, “desmochador de palmas”, “reparador de colchones” o “pelador de frutas naturales”, por citar solo algunos de los 178  trabajos autorizados.
Pero el Gobierno considera que las tribulaciones de los cubanos no son impedimento para realizar mudanzas, sobre todo cuando se trata, una vez más, de sentar en el banquillo de los acusados al enemigo secular, Estados Unidos. En este caso se ha servido de un chivo expiatorio, Alan P. Gross, un ciudadano estadounidense juzgado en La Habana por delitos contra la seguridad del Estado. Gross fue detenido en diciembre de 2009, acusado de introducir ilegalmente en la isla equipos de comunicación por satélite para distribuirlos entre la disidencia. Alan Gross trabajaba para una empresa que presta servicios a la estatal Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID) que desarrolla diversos programas de apoyo a la democracia y que según el Gobierno cubano es una pantalla para financiar actividades antigubernamentales. En un juicio al más puro estilo soviético no podía faltar la autoinculpación del procesado, quien, según la televisión cubana, reconoció que fue utilizado y puesto en peligro por su empresa, a la que acusó de conducirlo a su situación actual y de arruinar su vida y la economía de su familia.

Fidel Castro y Raúl Castro
Raúl Castro ha utilizado el caso Gross para “demostrar” que los intentos de acercamiento a Cuba por parte de Estados Unidos son una cortina de humo para ocultar su apoyo a los disidentes, mercenarios en el lenguaje oficial, que buscan subvertir el orden establecido. Durante los 15 meses que Gross permaneció detenido antes del juicio, se especuló con la posibilidad de que el Gobierno de la isla ofreciera cajearle por cinco espías cubanos que cumplen severas penas de prisión en cárceles de Estados Unidos. Los “cinco héroes”, como se les denomina oficialmente en la isla, son agentes de una red que operaba en Estados Unidos y que fue desmantelada por el FBI en septiembre de 1998.
La Red Avispa, tal era su nombre, contaba con 14 agentes, cuatro de los cuales lograron escapar antes de ser detenidos y los otros 10 fueron juzgados y condenados en enero de 2001. Cinco de los inculpados confesaron su delito y lograron una sustancial reducción de sus condenas. El jefe del grupo, Gerardo Hernández, fue condenado a cadena perpetua, por su implicación en el derribo, en febrero de 1996, de dos avionetas desarmadas de la organización de exiliados cubanos Hermanos al Rescate y de la muerte de sus cuatro ocupantes.  El Gobierno de la isla sostuvo siempre que el ataque se produjo sobre cielo cubano, pero recientemente, Gerardo Hernández, en un intento desesperado por reducir su condena, confirmó que las avionetas fueron derribadas en el espacio aéreo internacional, como establecieron los radares estadounidenses.
Al retractarse, el jefe de la Red Avispa ha dado un duro golpe al Gobierno de Raúl Castro. La fotografía de Gerardo Hernández y de los otros cuatro espías, son parte sustancial de la escenografía de un país que teme al “horror vacui” como al demonio y pinta y repinta vallas y muros con fotos y consignas de héroes y villanos. De momento, Gerardo Hernández permanece en el apartado de héroes, aunque quizás sea sustituido por Carlos Manuel Serpa, el agente “Emilio”, y Moisés Rodríguez, el agente “Vladimir”, dos espías que el Gobierno cubano había infiltrado entre la disidencia. Los dos agentes fueron destapados en un programa de la televisión cubana, bautizado con el significativo título de “Peones del imperio”, donde se mostró a todos los disidentes como un bloque monolítico dirigido y financiado por Washington.  Serpa era un activo periodista independiente muy cercano a las Damas de Blanco, que colaboraba para medios de prensa de Miami, como Radio Mambí, Cubanet y Radio y TV Martí. Rodríguez estuvo vinculado a la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN).
La falta de acciones comunes entre los opositores al régimen se debe en parte a la desconfianza a los posibles topos de la seguridad del Estado. Agentes infiltrados entre la disidencia fueron decisivos para acusar y condenar al “Grupo de los 75” en la primavera negra de 2003, cuyas primeras detenciones se produjeron hace ahora ocho años. Cuatro de ellos permanecen todavía en prisión, después de partir la mayoría de ellos al destierro.
El Gobierno de Raúl Castro quiere lavar su imagen enviando a presos al exilio, pero la represión no ha cesado en Cuba. Solo ha cambiado la forma de ejercerla con detenciones de corta duración y el hostigamiento permanente a los opositores pacíficos. Tan solo en el mes de febrero fueron detenidos cerca de 400 personas, según datos facilitados por la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN), la mayoría de ellos en las manifestaciones convocadas para conmemorar el aniversario de la muerte de Orlando Zapata Tamayo después de una prolongada huelga de hambre. Los “actos de repudio”, sobre todo contra las Damas de Blanco, se suceden con harta frecuencia en Cuba.
Y en ese contexto, Raúl Castro va a sustituir con toda probabilidad a su hermano Fidel como Primer Secretario del Partido Comunista. Será en el VI Congreso que se celebrará el próximo mes de abril donde se van a bendecir las “reformas”, denostadas siempre por Fidel Castro, porque hoy es más necesario que nunca hacer de la necesidad virtud; mañana, ya veremos.  Como escribió Francisco de  Quevedo: “temo/de tus mudanzas, como firme amante/que me has de aborrecer en otro instante”.

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