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Sakineh Ashtianí, la iraní condenada a muerte por lapidación, obtuvo anoche un permiso para cenar con sus hijos y para arremeter contra los dos periodistas alemanes que pretendieron entrevistar a su hijo y fueron encarcelados por supuesto espionaje . Sus declaraciones revelan la decisión del Gobierno iraní de manipular la suerte de Ashtianí, cuya sentencia desató una enorme campaña intencional de apoyo que ha colocado al régimen de los ayatolás en una difícil situación.
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