CONTRA EL PINGALISMO CASTRISTA/ "Se que no existe el consuelo que no existe la anhelada tierrra de mis suenos ni la desgarrada vision de nuestros heroes. Pero te seguimos buscando, patria,..." - Reinaldo Arenas
lunes, febrero 14, 2011
Cuba se queda sin pan
Al igual que el aire o el agua, la sanidad gratuita y la educación, el pan subvencionado por el estado se considera un derecho natural en la Cuba socialista. En cada barrio las panaderías a lo largo de toda la isla lo sacan de sus hornos en forma de hogazas blanquecinas y esponjosas o de barras tan rígidas que prácticamente parecen bates de béisbol.
Todos los cubanos tienen derecho a al menos una pieza de pan al día como parte del sistema de racionamiento nacional. El pan es un elemento tan básico en la dieta de los cubanos que es habitual ver largas colas delante de las tiendas del gobierno de gente que quiere comprar más.
Pero con decenas de miles de nuevos pequeños empresarios abriendo paladares, cafeterías y puestos de pizza como parte de las reformas económicas de Raúl Castro, las panaderías estatales de la isla empiezan últimamente a no tener suficiente producto. Las sospechas por la escasez apuntan a esos nuevos empresarios, que quizás estén comprando más y más harina en el mercado negro.
En varias panaderías de La Habana los trabajadores se quejan de la escasez de pan en las tiendas estatales, aunque aseguran que todavía fabrican el mínimo que exige el sistema de racionamiento. “Estamos horneando el 60 por ciento de lo que solíamos hacer”, asegura un empleado de una panadería en el barrio de la Playa de La Habana, donde los clientes que hacían cola hace unos días por la mañana tuvieron que marcharse con las manos vacías. “No tenemos harina”, les dijeron.
La escasez de pan en las tiendas estatales anticipa un problema derivado del plan del gobierno de Castro de despedir a miles de funcionarios y crear una nueva clase de empresarios autónomos. A falta de un mercado formal que pueda abastecer a los nuevos negocios, empleados corruptos con acceso a productos y almacenes del estado se han convertido de hecho en los auténticos mayoristas de la isla.
Aunque el precio del trigo ha aumentado sensiblemente en todo el mundo últimamente, los empleados de varias panaderías dicen que siguen recibiendo la misma cantidad de materia prima, y niegan que se produzcan robos. Lo que ocurre, dicen, es que los nuevos empresarios simplemente están comprando más pan para hacer bocadillos.
“Es por todas estas nuevas cafeterías”, dice una dependienta de una panadería en el barrio del Vedado, que al igual que otros funcionarios a los que se les pregunta sobre el tema no quiere decir su nombre. GlobalPost intentó hablar varias veces sin éxito con algún representante del Ministerio de la Industria Alimenticia, que supervisa las panaderías estatales, pero nadie contestó al teléfono en sus oficinas centrales.
Miembros del gobierno han dicho que establecerán un sistema de suministro al por mayor para los nuevos pequeños negocios, con 130 millones de dólares destinados para ello a lo largo de este año (36 millones para comestibles). Pero advierten que podría llevar años implementarlo. Además, ya que gran parte de los productos tendrán que ser importados, no está claro si el gobierno los venderá al precio de coste o pasará como con el resto de bienes que llegan desde el extranjero, que se venden muy caros en tiendas donde sólo se paga con divisa.
Con el gobierno comprometido a despedir o recolocar a 500.000 funcionarios en los próximos meses, y posiblemente a cientos de miles más después, la estrategia oficial para recortar gastos consiste en reducir el tamaño del estado permitiendo más negocios privados y aligerando la actividad estatal. Desde octubre los funcionarios han emitido unos 80.000 permisos de autoempleo, de los que en torno el 30 por ciento son para actividades relacionadas con la comida o los servicios de restauración.
Si bien las nuevas licencias han generado una sensación de optimismo entre algunos cubanos emprendedores en unos momentos en los que muchos subsidios del gobierno están siendo recortados, estos permisos se reducen realmente a una lista de 178 actividades. El gobierno todavía tiene que autorizar otras actividades, como chapistas, tapiceros o soldadores (que sí se realizan en el mercado negro), pero para las que todavía no hay un suministro de venta al por mayor de materiales.
A finales de 2010, cuando se anunciaron las reformas, el periódico del partido comunista, Granma, pidió paciencia para la creación del sistema de suministro mayorista, explicando que las autoridades no pueden crear esa red de la noche a la mañana. “Pensar que el estado va a permitir nuevos pequeños negocios sin crear un mercado de suministros sería irresponsable, especialmente cuando la planificación sólida ha sido uno de los principios básicos para estos cambios en nuestro modelo económico”, decía el artículo.
“Pero no podemos dormirnos en los laureles, ni esperar a que los materiales aparezcan de un día para otro”, añadía. “El nuevo panorama económico requiere que aumentemos nuestros niveles de producción, que dirijamos nuestros esfuerzos a las tareas más urgentes, y asignemos mejor nuestros recursos. Estos pequeños negocios no pueden absorber lo que está disponible para la gente; deben de hacer lo contrario”.
Pero hasta que esté en marcha ese sistema de ventas al por mayor, los empresarios en ciernes de la isla (vendedores de alimentos, mecánicos, fontaneros…) probablemente seguirán haciendo simplemente lo que ya hacen: depender de los suministradores del mercado negro para mantener sus negocios, aunque los inspectores les puedan confiscar los productos que no tengan su correspondiente recibo.
Si bien algunas tiendas del gobierno venden harina importada y otros productos en divisas, los proveedores ilegales de las panaderías estatales son de momento los que ofrecen a los pequeños empresarios el suministro más fiable y barato.
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