Con todo lo que ha llovido desde la Comuna de París a estos tiempos posmodernos es obvio que la frase de Marx sobre el intento del proletariado parisino de “tomar el cielo por asalto” ha dejado de ser un slogan significativo para la toma del poder por la izquierda. Como comentario al margen hay que decir que el estallido de la guerra franco-prusiana en 1870, -tras cuyo desenlace ocurrió la Comuna-, también puso fin al primer Concilio Vaticano presidido por Pío XII.
Durante un tiempo marxistas y algunos anarquistas se valieron del dogma cristiano de la bienaventuranza celeste para resaltar la promesa de que el comunismo era la fórmula para que los proletarios -y con ellos la humanidad- lograse alcanzar “el paraíso” durante la vida terrenal.
Pero lo endeble de aquella utopía se ha puesto de manifiesto porque sin disparar un solo tiro se ha desvanecido y ha sido sustituida por una visión pragmática de la economía. Eso hace mucho se veía venir, pues no en balde, han transcurrido treinta y tres años de reformas chinas y veinticinco años de Doi Moi (renovación) a cargo del Partido Comunista de Vietnam, sin contar el irrecuperable shock de la izquierda hace veinte años cuando ocurrió el derrumbe soviético.
Hoy está claro que el camino hacia la abundancia no pasa por el igualitarismo y que los ideales ecuménicos del comunismo se han visto sustituidos por “la construcción del socialismo de mercado”.
En cuanto a la consecución del paraíso en la tierra, es tema cuyo debate se ha pospuesto indefinidamente, ante la necesidad de aceptar como parte de “la construcción del socialismo”, factores tan ajenos a los dogmas marxista-leninistas como son el desempleo, las ganancias, los impuestos y hasta la propiedad privada. Ese es ahora el sapo que se tienen que tragar públicamente -y sin poner cara de asco- los ancianos guerrilleros castristas decididos, al fin, a “evitar el abismo”.
En honor a la verdad, esta media vuelta de los Partidos Comunistas en el poder se parece, - y lo digo sin intención irreverente - al reajuste por parte de la iglesia Católica Romana, de “creencias” muy enraizadas entre sus feligreses
Como nos apunta en EL PAIS el periodista español Juan G. Bedoya, en el artículo El Papa concluye la reforma de la eternidad:
Todo es metáfora. Donde el Credo enseña que los buenos serán premiados con el cielo eterno y los pecadores castigados con un terrible infierno, en realidad no se refiere a lugares físicos entre las nubes o bajo tierra, sino a estados de ánimo. Vale lo mismo para el purgatorio, que el papa Benedicto XVI acaba de reducir también a un simple "fuego interior".
Entonces el periodista se pregunta el por qué de la tardanza en revisar tan tarde una doctrina “sobre el más allá”, que desde hace tanto tiempo ha sido sometida a crítica, (ya en 1519 Lutero rechazaba el purgatorio), y concluye que :
La Iglesia debe vivir en su tiempo, y ha de actualizar la interpretación que en el pasado se hizo de los textos sagrados. Se trata del aggiornamento, la palabra preferida de Juan XXIII y su Vaticano II.
Por el contexto de este último párrafo, es obvio que el término italiano mencionado significa “actualización” y en el caso del segundo Concilio Vaticano (1962-1965), se trataba de la puesta al día de la Iglesia lo que implicaba también cambiar el obsoleto Código de Derecho Canónigo.
Pero en el caso de Cuba se entra en terreno de dogmas, por ello Raúl Castro se ha visto obligado a decir que “[h]ay que transformar conceptos erróneos e insostenibles acerca del socialismo”.
Ahora bien, la demora de la cúpula castrista en reconocer la incapacidad del sistema de satisfacer las necesidades de la población, ha sido tan dilatada que solo se explica, porque ha debido esperar, y aún espera, por el deceso del Infalible en Jefe.
Por eso recurren al subterfugio de emplear el verbo actualizar, es decir poner al día, cuando de lo que se trata es de derrumbar los conceptos primarios del socialismo de estado, y asumir la entrada en la economía de mercado para poder sostenerse en el poder.
Es interesante que en vísperas del Congreso del PCC, se han empezado a manifestar diferencias entre tradicionalistas y modernistas frente a los Lineamientos Económicos de forma similar a lo que ocurriera al ser convocado el Vaticano II cuando los católicos conservadores manifestaron su defensa a ultranza de la Tradición, el Magisterio Papal y los anteriores Concilios de la Iglesia romana.
Frenados por la reglamentación de la discusión, los militantes del Partido y los trabajadores convocados al “análisis” están obligados a circunscribirse a los elementos concretos de ese libreto como son: el incremento de la producción agrícola, subsidios a los alimentos y “libreta de abastecimiento”, fondos exportables, o cuentapropismo.
Por eso, como ya apuntamos, está ausente la discusión seria de los dogmas, que quedan dinamitados en la práctica con la introducción desde arriba de los nuevos conceptos derivados de la economía mercantil.
De ahí que ortodoxos y aperturistas debatan en publicaciones de minorías y en blogs nacionales y extranjeros en torno a lo que debería ser un nuevo y revisado “catecismo” socialista.
Es en estos lugares donde están apareciendo de forma inusitada propuestas de socialismo de esencia anarquista, trotskista, titoísta, guevarista, “martiana” y hasta einsteniana, que por supuestos no llegan a la mayoría de la población cubana.
Pero, por lo menos en el plano de los procedimientos, todo ya está “atado y bien atado” por los raulistas para que se apruebe en el Congreso comunista su paquete de medidas neoliberales, disfrazadas de aggiornamento del modelo.
Como balance ideológico se mantendrá el culto a las tradiciones “guerrilleras e internacionalistas”, se proclamará una vez más el “Magisterio” de Fidel Castro y se citarán sus palabras (entresacadas de anteriores congresos del Partido), siempre que no contradigan la línea trazada por los nuevos jerarcas comunistas.
Estos que van a menudo de guayabera o de cuello y corbata, como corresponde a los típicos hombres de negocio del Caribe, tienen muy a mano sus uniformes de generales. Por si las moscas.
A Dios no estarán rogando, pero sí están dispuestos a hacer cualquier cosa por seguir en el “mazo” y con el mazo dando.
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