Manifiesto Cívico a Los Comunistas Cubanos
El anuncio informal de la realización del VI Congreso del PCC, a celebrarse en abril de 2011, ha venido acompañado por la publicación de un Proyecto de Lineamientos en el que se resumen los tópicos sobre los que versará la más importante reunión del partido único cubano. Este documento contiene aspectos positivos, especialmente aquellos donde se evidencia la comprensión de la profunda crisis estructural por la que está atravesando el país y los que indican la dirección en que realmente se encaminan las soluciones propuestas, pero sus limitaciones, su carácter unilateral y sectario, y la injustificable omisión de temas de raigal importancia para el presente y el futuro de la nación, nos ha motivado a pronunciarnos sobre fundamentos básicos que no han sido considerados por la máxima dirección del PCC, sin cuya inclusión no parece posible avanzar en la profundidad y a la velocidad requeridas.
Algunos de estos fundamentos son:
- El proyecto es una camisa de fuerza confeccionada inconsultamente, destinada a truncar el debate sobre los problemas que aquejan a todos los cubanos y que abarcan todas las esferas de la vida nacional. Es el esbozo de una agenda que, al no existir las libertades y derechos esenciales de una democracia, excluye la participación ciudadana en sus propuestas.
- No se concibe que un partido político evada el debate político y a la vez intente mantener sometida la economía a la ideología, método que ya demostró su inviabilidad a lo largo de medio siglo.
- La situación actual refleja con toda claridad dos posibilidades: o bien el modelo cubano es irrealizable, o el gobierno ha malogrado su aplicación; por tanto, se impone la imprescindible autocrítica donde se plasme el reconocimiento oficial del fracaso del modelo seguido hasta el momento y la responsabilidad de los gobernantes en su implementación.
- Si el modelo fracasó, no resulta racional actualizarlo, sino cambiarlo, lo que implicaría también someter a consulta popular el cambio de protagonistas.
- Las medidas que el gobierno ha venido proponiendo en los últimos tiempos a fin de revertir la crítica situación socioeconómica nacional resultan atemporales, anacrónicas y a todas luces insuficientes debido a que adolecen de falta de realismo. La crisis cubana no se revertirá en tanto no se reconozca la incidencia que ha tenido en el fracaso del modelo las concepciones aplicadas en el tema de la propiedad y hasta tanto estas no se modifiquen profundamente. Esto deberá venir aparejado de la necesaria inclusión de los nacionales en los procesos inversionistas que se proponen. Mantener el sistema de exclusión de los cubanos –lejos de potenciar la productividad y el avance económico– constituye un freno al desarrollo productivo.
- Cualquier tentativa de mejorar la situación en Cuba pasa por la plena implementación de los Derechos Humanos en su carácter indivisible, cuyos Pactos, firmados en febrero de 2008, aún no han sido ratificados por el Gobierno. La consumación de esta conquista no solo implica la liberación incondicional de todos los presos políticos, sino una profunda modificación jurídica que conlleve la despenalización de la discrepancia política.
- Ya se ha rebasado el tiempo límite para la aplicación de reformas parciales. Ninguna reforma en Cuba puede circunscribirse a la esfera de la economía interna debido a que la crisis abarca todo el sistema en su conjunto. Se requiere, pues, de propuestas de carácter integral que no pueden dimanar exclusivamente del partido gobernante, que ni siquiera se ha propuesto un nuevo Programa para sustituir al anterior -fruto del III Congreso de 1986- incumplido y olvidado.
- Cuba está urgida de superar la filosofía de la supervivencia. Los pueblos aspiran a vivir y a prosperar, no a resistir. Los cubanos tienen derecho a prosperar con el producto de su esfuerzo. Se impone desterrar la demonización de la prosperidad.
- Cualquier nuevo modelo que se proponga debería proclamar enfáticamente la finalización del llamado Período Especial y el inicio de una etapa de normalidad, basada en principios consensuados en los que se pueda confiar, como parte de un nuevo pacto social.
- El gobierno cubano ha reconocido implícitamente que el país depende económicamente del capital exterior. Sin embargo, la colaboración exterior solo debe estar condicionada al cumplimiento de los principios reconocidos internacionalmente de respeto a los derechos y plena participación ciudadana, de los que hasta hoy carecen los cubanos. Ningún inversor puede venir a enriquecerse como consecuencia de la ausencia de derechos en Cuba. Paradójicamente, la violación de estos principios le hace perder sentido a las intenciones de instaurar la justicia social a partir del sistema socialista.
- El modelo actualizado que propone el Gobierno no es “un modelo para el hombre”, sino que propugna “el hombre para un modelo”. El hombre se subordina a los intereses económicos e ideológicos del partido gobernante. Al mantenerse la condición sacrificable de los individuos en este sistema queda sentado que no estamos ante un modelo humanista.
- No es posible lograr avances económicos al margen del intercambio y del libre acceso a la información. El monopolio gubernamental sobre las redes de información niega las potencialidades de un pueblo que alcanzó elevados índices de instrucción y constituye una violación de sus derechos.
- La ausencia de alternancia, el nepotismo, la falta de límite en la permanencia en los cargos públicos se convierten en freno al desarrollo. La responsabilidad ante los fracasos unida a la acumulación de intereses por parte de un grupo instaurado a perpetuidad en el poder, tiende a perpetuar también la crisis cubana y torna irreversible el colapso del sistema. La realidad demanda una reforma en este plano para que la existencia de otras alternativas políticas fuercen al gobierno a cumplir exitosamente su gestión al frente de los destinos de la nación.
Ciudadanos que firman este manifiesto: Dimas Castellanos, Miriam Celaya, Reinaldo Escobar, Rogelio Fabio Hurtado, Eugenio Leal, Rafael León, Rosa María Rodríguez, Wilfredo Vallín
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