Eugenio Yáñez y Antonio Arencibia/ Cubanálisis-El Think-Tank
Pasar gato por liebre es la obsesión actual de Fidel Castro, contando para ello con la complicidad –o al menos la supina ignorancia- de parte de parte de las agencias de prensa internacionales y periodismo de segunda categoría, con posiciones que merecen llamarse “ojalateras”: ojalá que…
Solamente así se puede entender un titular diciendo que “Fidel Castro da espaldarazo a reforma económica de su hermano Raúl”, tomando como base una frase del periódico “Granma”, órgano oficial del Partido Comunista cubano, que señala que el anciano dictador “está contento, porque el país está marchando”.
Quien conozca mínimamente el modus operandi de Fidel Castro durante toda su vida, -y no informe sobre Cuba como hobby periodístico de los últimos tiempos- debería saber que se trata del campeón absoluto de la negación plausible.
Quienes de verdad entienden como son las cosas en el país, y están al tanto de su desmedido ego y obsesión por el protagonismo, saben perfectamente que tal frase lo mismo puede significar lo que señala ese despacho como exactamente lo contrario.
Al fin y al cabo, el Comandante podría estar contento porque el país está marchando… a pesar de todo lo disparatado que está haciendo Raúl Castro. ¿No basta a tales periodistas la reciente declaración-desmentido de que “el modelo cubano no funciona ni para nosotros mismos” que dos días después resultó que se refería a que era el capitalismo en Estados Unidos lo que no funcionaba? ¿Tan pronto se les olvidó?
El tirano mayor sabe perfectamente que el protagonismo en estos momentos está en su hermano menor, el general-presidente, con el llamado al VI Congreso del PCC y los así llamados Lineamientos de política económica y social del partido y la revolución, mientras que sus apocalípticas predicciones sobre la guerra mundial, el invierno nuclear, el calentamiento global o la tiranía planetaria no pasan de la abulia, el desinterés absoluto o la burla de los receptores, sin que nadie se lo tome verdaderamente en serio, más allá de los libelos de la propaganda oficial y un puñado de tarados de la izquierda intransigente en América Latina y Europa.
¿QUE SUCEDIÓ REALMENTE EN NOVIEMBRE DEL 2005?
Por eso, tratando de recuperar el protagonismo que necesita como el oxígeno, que sabe que se le escapa entre las manos, quiso resucitar ahora, cinco años después, su discurso del 17 de noviembre del 2005 en la Universidad de La Habana (que pronunció cuando ya conocía de su grave enfermedad que lo llevó a renunciar pocos meses después) y elevar a categoría de premonición lo que señaló entonces:
“Cuando los que fueron de los primeros, los veteranos, vayan desapareciendo y dando lugar a nuevas generaciones de líderes, ¿qué hacer y cómo hacerlo? Si nosotros, al fin y al cabo, hemos sido testigos de muchos errores, y ni cuenta nos dimos”.
Lo más fácil y sencillo para los mediocres es creerse lo que dice “Granma”, y pretender ver en aquel discurso, donde por primera vez en la historia hizo referencia pública a los verdaderos peligros que, evidentemente, amenazaban a su proyecto totalitario –que no revolucionario- las claves para entender las decisiones que Raúl Castro y la gerontocracia están tomando en estos momentos para tratar de detener el hundimiento del Titanic tropical.
“¿Es que las revoluciones están llamadas a derrumbarse, o es que los hombres pueden hacer que las revoluciones se derrumben? ¿Pueden o no impedir los hombres, puede o no impedir la sociedad que las revoluciones se derrumben? Podría añadirles una pregunta de inmediato. ¿Creen ustedes que este proceso revolucionario, socialista, puede o no derrumbarse? ¿Lo han pensado alguna vez? ¿Lo pensaron en profundidad?”
Aunque la advertencia entonces estaba realistamente fundamentada, no lo estaban, sin embargo, ni el diagnóstico de las causas, ni mucho menos las supuestas soluciones.
Basta releer aquel discurso, en vez de repetir ovinamente la apología de “Granma”, como hace cierta prensa, para darse cuenta que el Comandante en Jefe identificaba entonces los peligros en la falta de “conciencia revolucionaria” y el insuficiente “trabajo político” con las nuevas generaciones, pero nunca en la crisis estructural que se profundizaba por días a causa de sus disparatadas políticas económicas y sociales, que nada tenían –ni tienen- que ver con las realidades del país.
Para nada le preocupaban la falta de motivación de los trabajadores ante los salarios que resultaban absolutamente insuficientes para cubrir las necesidades elementales, el uso caprichoso de los escasos recursos del país por parte del máximo líder, el alto grado de indisciplina laboral, la desidia de los “dirigentes” empresariales, el absoluto descontrol financiero y contable, la ausencia de planes realistas, la antológica ineficiencia del partido y las organizaciones de masas, el descenso en picada de la producción, o cualquier otro aspecto de carácter económico que tuviera que ver con la racionalidad y el sentido común.
Y en su fabuloso despiste, alababa la absoluta centralización del gasto de divisas del país en las máximas instancias del gobierno –o sea, en su persona-, así como la supuesta imperiosa necesidad de desmantelar urgentemente la industria azucarera, que estaría llevando al país hacia la ruina, a la vez que destacaba supuestos “éxitos” que solamente existían en su mente calenturienta.
Por eso salió a buscar las pretendidas soluciones en el lugar equivocado que a él mismo, solamente a él, se le ocurrió. Y en aquel momento apostó por los llamados “trabajadores sociales”, un ejército paralelo de jóvenes sin experiencia laboral ni muchos estudios, encargados, como “guardias revolucionarios”, de llevar la pureza ideológica a los centros de trabajo y las viviendas, mediante inspecciones y controles sin regulación de ningún tipo, para enfrentar tanto la corrupción como el despilfarro, causas fundamentales del problema de acuerdo a los análisis del Comandante.
Y, como es su costumbre, solamente presenta lo que considera el aspecto positivo de este insensato proyecto, desconociendo todo lo demás, como si la voluntad o la testarudez pudieran ser más efectivas que la realidad:
“Como estamos en plena marcha, en plena ofensiva y en plena actividad, no puedo dar todos los datos; pero pienso que la labor de estos jóvenes trabajadores sociales debe aportarle al país, en 10 años, tal vez 20 000 millones de dólares con el ahorro de energía. ¿Ustedes escucharon? Ustedes saben lo que es un millón, ¿verdad?, y 100 millones, y 1000 millones en divisas convertibles”.
La varita mágica en el 2005 para resolver todos los problemas del país serían los 28,000 trabajadores sociales existentes más otros 7,000 que se estaban preparando en esos momentos, como en 1968 había sido la ofensiva revolucionaria, en 1970 la zafra de los diez millones, en 1975 la “institucionalización”, en 1986 el proceso de “rectificación de errores y tendencias negativas”, o en los años noventa el “período especial”.
Y no había límites en el proyecto:
“Si no son suficientes 28 000, parte de los cuales ya están trabajando en la creación de células contra la corrupción, alrededor de cada punto a observar, una célula; allí hay miembros de la juventud, miembros de las organizaciones de masa, combatientes de la Revolución —lo mismo que planteamos en el Coliseo.
Los problemas señalados están siendo atendidos seriamente, no se imaginan ustedes el entusiasmo de los jóvenes trabajadores sociales. Yo jamás en mi vida había visto tanto entusiasmo, tanta seriedad, tanta dignidad, tanto orgullo, tanta conciencia del bien que le van a hacer al país”.
Una de las primeras tareas que el tirano vislumbraba para los trabajadores sociales estaba estrechamente relacionada con la llamada revolución energética y la sustitución de equipos electro-domésticos de las casas de los cubanos por equipos “ahorradores”, que fueron vendidos a crédito y a la fuerza a los cubanos.
“Vamos a realizar un importante experimento, pero vamos a recoger todos los datos, nos vamos a reunir con todos los representantes directos de las cuadras, de los consejos populares, de los sindicatos, de las organizaciones de masa, alrededor de 1 500 de las personas más próximas a los vecinos, para discutir con ellos el experimento que nos proponemos, y estoy seguro de que va a ser un éxito, si usted ahorra de inmediato el gasto energético”. (…)
“Catorce millones de equipos tendremos en diciembre y los iremos distribuyendo: ollas arroceras, ollas de presión eléctrica, calentadores de agua. No incluyo en esta cifra los bombillos ahorradores que van a sustituir los incandescentes”.
Los resultados de ese experimento, como él mismo le llama, se conocen demasiado bien: no es necesario abundar.
Sin embargo, pretender señalar algún tipo de visión de futuro en tal disparatado discurso, más allá de la advertencia de que el castrismo no conducía a nada positivo tal como marchaba –cosa que, por otra parte, todos sabíamos desde mucho antes, aunque no fuera reconocido públicamente por el régimen-, resulta, en el mejor de los casos, ingenuo, y en el peor, pero más probable, cínico o desvergonzado.
Ninguna prueba mejor que la respuesta de las nuevas generaciones al llamado de qué hacer para lograr que la revolución se hiciera irreversible, que ante la conmoción creada por el discurso en la Universidad demoró un mes en aparecer, y solo se llevó a cabo en la Asamblea Nacional el 23 de diciembre, con la bendición del propio Fidel Castro, como sombrío regalo navideño a los cubanos.
Correspondió al hoy defenestrado y entonces canciller Felipe Pérez Roque, quien era considerado en aquellos tiempos como la persona en Cuba que mejor interpretaba el pensamiento de Fidel Castro, responder al llamado castrista con un peregrino y desabrido discurso, calificado de inmediato oportunistamente por Ricardo Alarcón como histórico.
Para Pérez Roque, la solución a las incógnitas planteadas por el Comandante en Jefe se basaba en tres estrategias fundamentales:
“1) Mantener la autoridad moral de la dirigencia, mediante un liderazgo basado en el ejemplo y sin privilegios frente al pueblo;
2) Garantizar el apoyo de la mayoría de la población “no sobre la base del consumo material, sino sobre la base de las ideas y las convicciones”; y
3) Impedir que surja una nueva burguesía que “sería otra vez, si la dejamos salir, pro yanqui, pro transnacional…”
En otras palabras, más de lo mismo. Todo se veía como un problema moral, problemas de “conciencia revolucionaria” y “trabajo político”, en un enfoque místico-religioso de un supuesto liderazgo moral que podría sustituir la ausencia de libertades básicas, el terrible desgarramiento familiar, y la falta de alimentos, ropa, viviendas, transporte y recreación.
Nada de buscar mecanismos económicos, valor real del salario, productividad, eficiencia, controles administrativos, contabilidad, estímulos al trabajo, oportunidades, efectividad, generar exportaciones, cortar el despilfarro y la corrupción, ahorrar importaciones, crear planes realistas orientados a satisfacer las necesidades de la población. Nada de eso. ¿Para qué?
EL AUTISMO DE LA PRENSA EXTRANJERA
Que Raúl Castro y la gerontocracia tambaleante en el poder, obligados por la necesidad y la conveniencia, tengan que decir que “las ideas de Fidel están presentes en cada uno de los lineamientos propuestos”, aunque en realidad resulte exactamente lo contrario, es claramente comprensible para intentar tranquilizar a los más duros y tratar de afianzar la legitimidad entre los castristas de a pie que todavía creen en el proyecto revolucionario.
Sin embargo, tal justificación no es válida para la prensa extranjera, como es el caso, entre otras, de la agencia española EFE, cuando publica un titular señalando que “Fidel Castro apoya las reformas económicas en Cuba”, y dice que:
“En un encuentro con estudiantes cubanos transmitido por la televisión estatal, Fidel Castro leyó partes de su intervención en la Universidad de La Habana en 2005 donde dijo que la Revolución podía destruirse por culpa de los propios cubanos y donde habló de medidas para crear una "nueva sociedad" más justa y con menos desequilibrios.
El líder cubano "ratificó" este miércoles las ideas que expuso hace cinco años y que, según dijo, son hoy "más actuales que entonces, ya que muchas se relacionaban con el futuro, y los hechos se han ido comportando tal como fueron previstos”.
La agencia francesa AFP no se quiere quedar atrás con su titular: “Fidel Castro satisfecho con rumbo de Cuba desde que se alejó del cargo”, y dice enseguida en una peregrina interpretación de las palabras del tirano:
“Avalando las reformas económicas que impulsa su hermano Raúl Castro para "actualizar el modelo económico cubano", Fidel Castro dijo a los estudiantes estar "contento porque el país está marchando, a pesar de todos los desafíos”.
Significativo el titular de la AFP en este otro despacho sobre el tema:
“Fidel Castro da espaldarazo a reforma económica de su hermano Raúl”.
El diario La Jornada, de México, reseña la intervención del dictador señalando, sin ningún tipo de evidencias para demostrarlo, que:
“Fidel no se refirió explícitamente al congreso ni a la línea oficial. Sin embargo, de su discurso original de 115 páginas escogió párrafos que hoy repitió, y que tácitamente muestran puntos de convergencia con la reforma en marcha”.
Absolutamente injustificable resulta el titular del periódico español El Mundo, señalando que “Fidel dice que las reformas económicas son necesarias para 'salvar la revolución'”. No solamente es inexacto, sino que Fidel Castro no dijo eso en ningún momento.
Destaque honorífico merece, en medio de tanto desecho periodístico, el agudo reportaje “Este compañero Fidel…”, sobre la mencionada reunión con los estudiantes, escrito por Miguel Ángel Morales Solís, que aparece en América Económica:
“El momento crucial se produce tras una pregunta de la vicepresidenta de la Federación de Estudiantes Universitarios, Yasmany Fonseca, que pide opinión al líder sobre el recién convocado VI Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC) y las reformas que van a debatirse allí. Entonces, el ex presidente no responde directamente, de hecho duda y parece querer evadirse al asegurar que él no esta en ese auditorio en calidad de Primer Secretario.
Esta respuesta, que podría ser considerada, o no, un modo de desentenderse del asunto, de ni dar, ni no dar su bendición a los cambios en marcha, no tendrá, más bien al contrario, la repercusión que quizás esperasen los organizadores de tan singular acto. La literalidad del suceso es narrado con precisión en la séptima página de la edición del Granma del 18 de noviembre, a la que nos hemos referido ya en párrafos anteriores”.
Y más adelante ese mismo artículo señalaba nuevamente con muy buena puntería:
“Este lunes, el diario oficial Granma publicaba en sus páginas un reportaje sobre el primer Seminario Nacional sobre el Proyecto de Lineamientos presidido por el propio Raúl Castro. De manera secundaria, en tres líneas escasas, el periódico indicaba que se hacía necesario aclarar que “las ideas de Fidel están presentes en cada uno de los Lineamientos propuestos”. Esta ausencia de protagonismo del Comandante, su presencia accesoria en el texto, dan una pista de la posición que el ex presidente ocupa en la toma de decisiones.
Pero los medios de comunicación internacionales no parecen haberse dado por enterados. Estas “escasas tres líneas”, iban a convertirse en titulares en ese mismo día. Fidel, según dichas noticias, habría formado parte de aquellos que han decidido los cambios que son necesarios en la política económica de la Isla. El fantasma del Comandante rondaba nuevamente sobre en el devenir de los cubanos”.
Es mucho más sensato y profesional el anterior enfoque que pretender inventarse espaldarazos o supuestos apoyos a lo que no lo es en absoluto. Es mucho más laborioso comprender que todo eso no es más que un desesperado pataleo de ahogado de Fidel Castro para no quedar, en ninguna circunstancia, fuera de la fotografía.
Habría mucha más tela por donde cortar. Porque en esa misma intervención hace unos días con los estudiantes, Fidel Castro señaló:
“Yo me enfermé e hice lo que debía hacer: delegué mis atribuciones. No puedo hacer algo que no estoy en condiciones de dedicarle todo el tiempo. Si yo mismo no sabía si iba a salir de aquello”.
Traducción inmediata en mucha prensa:
“Fidel Castro anunció su retiro del Partido Comunista”; “Fidel Castro delegó atribuciones como jefe del Partido Comunista por no “estar en condiciones”; “Fidel Castro insinúa que también dejará de ser el «número uno» del PCC”; “Fidel Castro se alejará de jefatura comunista”; “Fidel Castro admite que ya no es el jefe del Partido Comunista de Cuba”; “Fidel deja el último cargo que ostentaba”; “Fidel Castro insinúa su retiro”; Fidel Castro deja la jefatura del Partido Comunista Cubano, su último cargo oficial en la isla”; Fidel Castro deja jefatura del gabinete Partido Comunista”.
Sorprendente capacidad de fantasía, que deja esquelético a Gabriel García Márquez.
Un test para la prensa extranjera
Pero mejor que describir el asunto aquí va un test para corresponsales extranjeros en La Habana
Preguntas:
1.- ¿Quién dijo y cuando?
“…no aspiraré ni aceptaré, el cargo de Presidente del Consejo de Estado y Comandante en Jefe”
2.- Señale el autor de la siguiente frase:
Mi deber elemental no es aferrarme a cargos, ni mucho menos obstruir el paso a personas más jóvenes, sino aportar experiencias e ideas cuyo modesto valor proviene de la época excepcional que nos tocó vivir
3.- ¿Quién dejó de ser Primer Secretario del PCC y cuando delegó?
No soy ni seré nunca jefe de fracción o grupo. No hablo como Primer Secretario del Partido, cargo que delegué hace rato.
Respuestas comentadas:
Pregunta # 1. Muy poco duraron las grandes esperanzas de corresponsales y agencias de prensa ante la “renuncia definitiva” de Fidel Castro en febrero del 2008. Eran puro wishful thinking, y quedaron desmentidas cuando el propio Castro reveló en una de sus inevitables Reflexiones, que el cargo de Primer Vice-Presidente asignado a Machado Ventura, -y para el cual los optimistas consideraban a Carlos Lage candidato seguro-, había sido consultado con él por su hermano.
Y también hizo saber que fue su decisión “solicitar a la Comisión de Candidatura que en la lista de candidatos al Consejo de Estado se incluyera a Leopoldo Cintra Frías y Álvaro López Miera”. A partir de entonces, y a pesar de no ser jefe de estado, Castro, como “Líder Máximo”, siguió entrevistándose con mandatarios como Cristina Kirschner, Lula, Hu Jintao y Dmitri Medvedev y siguió publicando las líneas generales de lo que hablaba con esos visitantes.
Pregunta # 2. También se trata de Fidel Castro, esta vez en diciembre del 2007. Tal parece que está optando por el título de “Renunciante en Jefe”.
Pregunta # 3. Los corresponsales y analistas deben hacer mejor sus deberes, pues Fidel Castro dijo esta frase el 21 de junio del 2008, así que ahora no ha hecho más que repetir lo dicho dos años y medio atrás.
La cuestión no es lo que diga, sino lo que haga el viejo dictador. A veces, parece hacer concesiones, como escribió en enero del 2009:
He reducido las Reflexiones tal como me había propuesto para el presente año, a fin de no interferir ni estorbar a los compañeros del Partido y el Estado en las decisiones constantes que deben tomar frente a dificultades objetivas derivadas de la crisis económica mundial. Yo estoy bien, pero insisto, ninguno de ellos debe sentirse comprometido por mis eventuales Reflexiones, mi gravedad o mi muerte.
¿Palabras? Sí, palabras: en el 2009 escribió 111 Reflexiones, por encima de la media anual desde su enfermedad.
Fidel Castro podría renunciar o no a su cargo de Primer Secretario del Partido, pero sus intenciones, o sus condiciones reales de salud, no pueden deducirse de palabras que se refieren específicamente a un hecho pretérito, que él mismo no necesariamente deja ver que lo interpreta como irreversible.
Como siempre cuando se trata de los proyectos e intenciones de Fidel Castro, habrá que esperar para poder llegar a conclusiones serias.
Hacia el primer Congreso del neocastrismo
Si revisamos las declaraciones de Fidel Castro de julio del 2008 ensalzando a los peloteros cubanos que se entrenaban para las Olimpiadas, vemos que terminan con la siguiente aseveración:
“…nuestros atletas brillan por su calidad humana y patriótica. No llega siquiera a uno de cada diez los que sucumben moralmente a la lluvia de ofertas en un mundo plagado de mercachiflismo, vicios, drogas, doping y consumismo, en el cual nuestra patria brilla como un ejemplo difícil de imitar. No permitamos jamás que los traidores visiten después el país para exhibir los lujos obtenidos con la infamia”.
Era entonces evidente el odio de Castro por los atletas que buscaron su desarrollo como profesionales en otras tierras, mientras él disfrazaba de “aficionados” a los que practicaban deporte selectivo a tiempo completo para enfrentarlos con verdaderos amateurs en Juegos Olímpicos.
Pero ahora, y como parte de los cambios proyectados debido a una verdadera hemorragia de deserciones, es nada menos que su propio hijo, el médico Antonio Castro Soto del Valle, dirigente del béisbol oficial, quien aparece como vocero del reclamo de los peloteros de que se les permita participar en los equipos extranjeros como profesionales.
Este último proyecto de cambio es otra viga que se desmonta del carcomido edificio del castrismo clásico. Se suma a la larga lista que se recoge en el artículo “Congreso del Partido: Desmontando el Fidelismo” recién publicado en Cubanálisis.
Entonces, ¿qué va quedando del castrismo clásico? Solo en esta semana, han desaparecido otros dos “logros” con la revisión de las ayudas económicas otorgadas a enfermos de VIH-SIDA, y el fin de los subsidios a los materiales de construcción que requiere la población para apuntalar o reconstruir cientos de miles de viviendas en ruina.
Mientras tanto, -según la prensa especializada-, ya han sido aprobados catorce proyectos de campos de golf en la Isla, y entre los cinco que se están acelerando está el del grupo británico Coral Capital. Se trata de una inversión conjunta con la empresa Palmares S.A. del Ministerio de Turismo de Cuba, cuya construcción comenzará a principios del 2011, al este de La Habana.
Como se desprende de lo anterior, no importa el “debate” de los lineamientos del VI Congreso, ya todo está siendo decidido sin importar - como es usual en el totalitarismo- las opiniones de los militantes comunistas o de los ciudadanos.
Tras más de trece años de espera el castrismo apesta tanto que se tiene que reinventar en el marco del que realmente es el Primer Congreso del Neocastrismo. Pero, es obvio, que el régimen va a tener que cargar con Fidel Castro vivo o muerto por bastante tiempo, y es por eso que se mantiene el mito de la supuesta continuidad en el VI Congreso. Y allí estará el Comandante, en vivo o en efigie, con o sin discurso, lúcido o incoherente. Y habrá que crearle un cargo especial de consejero o asesor máximo hasta el fin de sus días.
¿Respaldo de Fidel Castro al camino chino?
Por otra parte, volviendo a la actualidad de la reunión de Castro con los estudiantes queda otra frase a la que no se le ha dado todo el tratamiento que merecería:
“Vale la pena estudiar a China”. China no es Estados Unidos, está luchando contra el sistema impuesto por Estados Unidos, pero allí el que rige es el estado, no son las transnacionales”.
Según la información de “Granma” sobre esas palabras de Fidel Castro:
“Recuerda que la gran nación partió de una experiencia comunista, socialista, rectificó lo que tenía que rectificar y actualmente es el país que más y más sostenidamente ha crecido, por encima del diez por ciento por año”.
¿Cómo es esto? ¿Acaso se trata de un espaldarazo fidelista al modelo chino, mientras Raúl Castro asegura continuamente que la comenzada “actualización” del modelo cubano es un proceso autóctono que no necesita copiar ningún modelo extranjero? De ser así, ¿dónde encajaría el supuesto apoyo a las reformas del neocastrismo raulista?
Curiosamente, lo que podría ser el concepto más trascendente y el más evidente cambio de posición expresado por Fidel Castro en la reunión de la semana pasada con los estudiantes ha pasado sin pena ni gloria, ni el más mínimo análisis, para tanto periodismo de pacotilla y tantos vendedores de sensacionalismo diseñado a la medida de sus propias ilusiones.
Pero este cuento chino también requerirá un análisis más detallado posteriormente.
Evidentemente, no podemos, ni es nuestra intención ni nuestro interés tampoco, cambiar las líneas editoriales ni los risibles resultados de tanto periodismo manco, tanto en los medios impresos y digitales como en los de radiodifusión. No es asunto nuestro.
En Cubanálisis-El Think-Tank, donde hacernos ilusiones es un lujo que no podemos ni queremos afrontar, continuaremos tratando de demostrar continuamente la diferencia radical entre reproducir noticias y analizar información.
Y las conclusiones a que hemos arribado hasta el momento no indican que Fidel Castro desee –o que ni siquiera pueda- apoyar o bendecir los proyectos de política económica del neocastrismo contenidos en los Lineamientos. Simplemente, no está en condiciones de influir realmente en el curso de tales acontecimientos.
Pero tampoco se le puede bloquear totalmente. Castro es un lastre que tiene que soportar el neocastrismo para sobrevivirle.
Por eso, el Comandante se conformaría, simplemente, si logra salir en la fotografía, y es lo que está tratando de lograr desesperadamente.
Y los neocastristas no necesitan ni pretenden en estos momentos que Fidel Castro no aparezca en esa foto conmemorativa de la actualización del modelo económico cubano.
Al fin y al cabo, en tiempos de fotografía digital, en cualquier momento bastaría con un clic para desaparecerlo de la imagen cuando se considere conveniente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario