Eugenio Yáñez/ Cubanálisis-El Think-Tank
Curioso congreso parcial del Partido Comunista cubano el que ha sido convocado: su proyecto económico no menciona a Marx, Lenin ni Che Guevara. Parte de una cita difusa de Fidel Castro, pero nada más que ver con el Comandante en Jefe. Se limita a los temas económicos, y deja la elección de los órganos de dirección para la Conferencia del Partido, a realizarse a finales del 2011: como si estuvieran dando tiempo a que alguien se muriera.
Bastante se ha dicho ya acerca de que tal proyecto económico, donde lo que más abunda es el enfoque del triunfalismo, está totalmente condenado al fracaso absoluto, lo cual es una verdad relativa, en dependencia de los parámetros con que se juzga.
Comparando con la eficiencia que se lograría con una real economía de mercado, es evidente que este proyecto neocastrista es cojo y manco, y una parte de su basamento descansa en experiencias agotadas que demostraron su fracaso en los países del llamado “socialismo real”. Sin embargo, si se mira al estado actual de la economía cubana y su antológico desorden, evidentemente representaría un paso de avance relativo si se lograra materializar todo lo que se propone, lo cual es una cuestión aparte.
Como bien ha dicho desde La Habana la economista independiente Martha Beatriz Roque Cabello, la discusión del proyecto entre la población no resolverá nada, pues lo que se pretende hacer ya ha sido cocinado y decidido en las altas esferas de la gerontocracia, sin tener en cuenta la opinión popular ni los millones de criterios discutidos cuando en el 2007 se pidió a la población discutir sobre los problemas de la economía cubana. El criterio de Martha Beatriz, sustentado con una cruel condena a prisión recibida por haber elaborado con otros tres colegas una propuesta diferente cuando se preparaba el anterior congreso del partido (“La Patria es de todos”), es extremadamente claro.
Que no existan dudas: un proyecto económico a espaldas de las realidades políticas del pueblo cubano, sometido a un régimen totalitario durante medio siglo, con las libertades individuales conculcadas, las cárceles repletas, más de dos millones de cubanos viviendo fuera de su patria, y una total ausencia de un estado de derecho, no puede ser decente ni moral.
Sin embargo, el punto a analizar aquí no es ese, que no necesita análisis ni verborrea: solamente la libertad verdadera de los cubanos permitirá definir el mejor modelo para la economía del país y su prosperidad.
Pero teniendo claro eso, no hay que detenerse en el enunciado. Y limitarse a decir, como han hecho muchos, que ese proyecto no funcionará de ninguna manera, sin estudiarlo a fondo, puede llevar a conclusiones muy alejadas de la realidad, pues se trata de un proyecto donde prima el sentido común y la racionalidad elemental sobre el voluntarismo y la obcecación que Fidel Castro impuso inconsulta y unipersonalmente al país hasta este mismo momento: se impone un análisis del proyecto en el marco de la realpolitik.
No es el inicio de una perestroika cubana que llevará indefectiblemente a la economía de mercado, pero debemos recordar que cuando Mijail Gorbachov lanzó su hoy ya clásica perestroika tampoco pretendía llevar a la Unión Soviética al final abrupto que tuvo. El problema fue que las realidades superaron las pretensiones de aquella nomenklatura; y eso puede ocurrirle también a la del PCC.
El neocastrismo deja claro su escamoteo del análisis que presenta al identificar la causa fundamental del problema como el “bloqueo económico, comercial y financiero que ininterrumpidamente por espacio de medio siglo le ha sido impuesto por los Estados Unidos de América”.
Pero, si la causa es externa, la solución no depende de la voluntad del régimen, y no se entiende la “actualización” del modelo. Lo cierto es, como bien señala la prestigiosa revista inglesa The Economist, que “si el cambio está en camino es a pesar del embargo, no por causa de él”.
El régimen deja muy en claro sus pretensiones cuando se aferra a señalar que “sólo el socialismo es capaz de vencer las dificultades y preservar las conquistas de la Revolución”, afirmación no demostrada por la realidad en ningún lugar del mundo por ningún sistema comunista.
Pero se cubre muy hábilmente diciendo que “en la actualización del modelo económico, primará la planificación y no el mercado”. En última instancia, tal afirmación podría suscribirla el primer ministro sueco o el australiano, pues la planificación, en sí misma, no es un pecado capital, y basta con que se planifique teniendo en cuenta las realidades del mercado y las verdaderas necesidades del país y sus ciudadanos para que tal planificación sea un herramienta útil y no el pesado lastre que siempre constituyó en el “socialismo real”.
Que no se intenta ahora abrir el camino a las realidades capitalistas se dice muy claramente cuando el proyecto señala que “en las nuevas formas de gestión no estatales no se permitirá la concentración de la propiedad en personas jurídicas o naturales”.
Por otra parte, queda claro que se recargan sobre las formas de propiedad “no estatal” los mecanismos fiscales, y se les da tratamiento diferenciado, en su contra, con relación a los costos y posibilidades de desarrollo. Sin embargo, no le ha quedado más remedio a la gerontocracia que aceptar que sin tales formas de gestión “no estatal” el neocastrismo llegaría, en el mejor de los casos, hasta los Grandes Funerales, pero no más allá.
Nada de hacerse ilusiones: se permitirá una subsistencia precaria al margen del estado todopoderoso, pero nunca poder pensar en enriquecerse o de crear un poder económico independiente. Olvídense de Bujarin o Deng Xiaoping… al menos por ahora.
Habría que ver lo que sucede cuando las relaciones mercantiles comiencen a operar en las nuevas realidades económicas cubanas y los burócratas de la nomenklatura totalitaria se den cuenta que no pueden controlarlas. ¿Decidirán cortarlas de un hachazo absurdo, o tendrán que resignarse a que puedan funcionar, muy a su pesar?
Ese fue el mismo dilema que enfrentaron Gorbachov y sus “perestroikos” cuando las cosas comenzaron a escapar de sus manos y proyectos iniciales. Imposible preverlo en este instante.
Por primera vez se habla abiertamente de participación de capital extranjero y de la posibilidad de participación de proyectistas y trabajadores extranjeros en las inversiones que lo requieran, así como de la creación de Zonas Especiales de Desarrollo “que permitan incrementar la exportación, la sustitución de importaciones efectiva, los proyectos de alta tecnología y desarrollo local; y que contribuyan con nuevas fuentes de empleo”.
Evidentemente, hay que reconocer que el raulismo estaría buscando con este proyecto que presentará en el congreso del partido en abril del 2011 la respuesta equivocada al problema correctamente definido, lo cual, como quiera que se vea, es mucho mejor que pretender encontrar una respuesta correcta al problema equivocado. Y absolutamente superior a todas las respuestas equivocadas de Fidel Castro al problema equivocado.
Y la definición correcta del problema por parte del raulismo y el neocastrismo, que es la misma cosa, es muy clara: las políticas económicas de Fidel Castro durante medio siglo resultaron totalmente absurdas y llevaron al país a la ruina y la destrucción, sin ninguna posibilidad de recuperación.
Naturalmente, no lo van a decir de esa manera, nunca, en ninguna circunstancia, porque esa declaración los deslegitimaría de manera absoluta, a todos a la vez. Sin embargo, el resultado que se está viendo es el de un partido llamado “comunista” que prepara un flamante congreso para “fortalecer el socialismo” desmontando completamente la idea y las concepciones ideológicas del fundador del socialismo cubano, cualquier cosa que esto haya sido.
Por ello, el documento divulgado comienza con una frase muy abstracta del Comandante, pero a continuación otra frase de Raúl Castro le enmienda la plana:
“La batalla económica constituye hoy, más que nunca, la tarea principal y el centro del trabajo ideológico de los cuadros, porque de ella depende la sostenibilidad y preservación de nuestro sistema social”.
¿Cómo? ¿Y del hombre nuevo qué? ¿Y del internacionalismo? ¿Y de la batalla de ideas?
Bien, Gracias.
Muy cuidadosamente, el documento señala que “desde el año 2005 se evidenciaron las limitaciones de la economía…”, por lo que “ello condujo a adoptar diversas medidas”.
En el 2005 el Comandante todavía estaba “al bate” y no había enfermado de “secreto de estado”, renunciando “provisionalmente” a parte de sus cargos, por lo que dicho de esa forma parecería que Fidel Castro no es ajeno a las “diversas medidas” que se adoptaron, pero en realidad corresponden al reinado del general, no al del máximo líder.
Lo cual se evidencia perfectamente cuando se detallan las adoptadas, en realidad a partir de agosto del 2006, después de la “Proclama” de renuncia provisional de Fidel Castro:
§ Fortalecimiento de la institucionalidad, incluyendo la reorganización del Estado y el Gobierno. (Desmantelamiento del “Grupo de Apoyo”, funcionamiento del Consejo de Ministros, eliminación de estructuras paralelas).
§ Énfasis en el concepto de que el plan de la economía debe ajustarse a los recursos disponibles. (No a lo que se le ocurra al Comandante cualquier día).
§ Priorizar el crecimiento y la diversificación de exportaciones y la sustitución de importaciones, diseñando programas y medidas especiales para apoyarlos; en lo que se destacan los esquemas cerrados de financiamiento, que permiten hacer uso de las divisas de forma descentralizada. (Fin de las cuentas bancarias exclusivas para el Comandante en Jefe y del manejo del dinero del país como “mi dinero”).
§ Revisión y reorientación de la política inversionista para darle mayor integralidad, evitar inmovilización de recursos y otras ineficiencias. En correspondencia con ello, se redistribuyeron los créditos externos disponibles hacia los objetivos que a corto plazo tuvieran mayor efecto en la balanza de pagos. (Fin de los proyectos faraónicos y los enfocados a la gloria personal, de la “batalla de ideas”, del “protestódromo”, del “museo” de Elián González y otras veleidades).
§ Reprogramación de los pagos de la deuda externa. (La deuda no puede ser impagable y hay que pagarla de todas formas, aunque se renegocien sus términos, si realmente se pretende aspirar a nuevos créditos).
§ Transformaciones estructurales y en el funcionamiento del sector agropecuario. (Las empresas estatales nunca podrán resolver el problema, el acopio centralizado es un absurdo, los mercados campesinos son imprescindibles).
§ Emisión del Decreto-Ley 259 sobre la entrega de tierras estatales ociosas en usufructo, con el objetivo de elevar la producción de alimentos y reducir su importación. (Hay que dar la tierra, de verdad, a quien la trabaja, no como se hizo con las dos leyes de reforma agraria en 1959 y 1963).
§ Medidas adicionales para el ahorro de portadores energéticos, se incluyen las vinculadas con aspectos organizativos, tal como la reorganización del transporte de cargas. (No es la movilización partidista la que resuelve los problemas, sino el sentido común, la tecnología gerencial y la disciplina institucional).
§ Inicio de un importante grupo de inversiones industriales y portuarias de carácter estratégico en cuanto al desarrollo futuro del país. (No lo que se ocurra al Comandante cuando se despierta esa mañana).
§ Con el objetivo de aligerar la carga al Estado en algunos servicios que se prestan, se iniciaron experimentos tales como: sustitución de comedores y transportes obreros por otras modalidades; arrendamiento de barberías, peluquerías y taxis a empleados en esas actividades. (El funeral absoluto de la “ofensiva revolucionaria” de 1968).
Esto es en referencia a las “diversas medidas” establecidas por el gobierno de Raúl Castro sobre la marcha para evitar el descalabro absoluto de la economía.
El resto se puede apreciar cuando se analizan en detalle las diferentes propuestas, aunque las cosas, como siempre, se digan mediante eufemismos y birlibirloques del lenguaje:
§ Fin del igualitarismo absurdo y demagógico:
“Implementar la eliminación ordenada de la libreta de abastecimiento, como forma de distribución normada, igualitaria y a precios subsidiados, que favorece tanto al ciudadano necesitado como al no necesitado, induce a las personas a prácticas de trueque y reventa, y propicia un mercado subterráneo”.
§ Fin del “internacionalismo proletario” en estado puro: para ello se propone
“Considerar, en la medida que sea posible, en la colaboración solidaria que brinda Cuba, la compensación, al menos, de los costos”.
§ Fin de las becas masivas, los internados y las escuelas en el campo: los lineamientos establecen
“Reordenar gradualmente la red escolar, mantener en la enseñanza media y media superior el mínimo indispensable de estudiantes internos y disminuir los gastos por conceptos de transporte, alimentación y base material de vida”.
§ Fin de las microbrigadas: para ello se define que
“La construcción de nuevas viviendas deberá organizarse sobre la base de la adopción de nuevas modalidades que incluyan una significativa proporción del esfuerzo propio, así como, otras vías no estatales. Promover la introducción de nuevas tipologías y el empleo de tecnologías constructivas que ahorren materiales y fuerza de trabajo, y que sean de fácil ejecución por la población. Normar los trabajos a ejecutar en los elementos comunes de los edificios multifamiliares, que por su grado de especialización técnica y complejidad no puedan ser asumidos individualmente por los propietarios, y en todos los casos, deberán ser sufragados por estos”. (Nota: Las imprecisiones gramaticales aparecen en el original).
§ Fin del médico de la familia: lo cual se anuncia sin mencionarlo directamente, en dos párrafos muy específicos:
“Potenciar la calidad del servicio que se brinda, así como el ahorro, la utilización eficiente de los recursos y la eliminación de gastos innecesarios”
“Reorganizar territorialmente los servicios y emplear con eficiencia la tecnología de que se dispone. Potenciar el diagnóstico clínico y utilizar racionalmente los medios de estudios complementarios, en especial la tecnología más costosa. Consolidar exigir el uso de los protocolos por enfermedades”.
§ Fin de las inversiones con sentido propagandístico, así como las de la batalla de ideas, lo que se enuncia, nuevamente, en dos párrafos, sin decirlo directamente:
“Las inversiones fundamentales a realizar responderán a la estrategia de desarrollo del país a corto, mediano y largo plazo; erradicando la espontaneidad, la improvisación, la superficialidad, el incumplimiento de los alcances, la falta de profundidad en los estudios de factibilidad y la carencia de integralidad al emprender una inversión”
“Se orientarán prioritariamente hacia la esfera productiva para generar ingresos en el corto plazo, dirigidas al incremento de las exportaciones de bienes y servicios, y a la sustitución efectiva de importaciones, así como, hacia aquellas inversiones de infraestructura necesarias para el desarrollo de la economía del país. Se deberán priorizar las actividades de mantenimiento antes de invertir”.
§ Fin del “campeonismo” deportivo, lo que se anuncia, otra vez, en dos párrafos:
“Concentrar la atención en la práctica masiva del deporte y la actividad física, a partir del reordenamiento del sistema deportivo y la reestructuración de su red de centros”
“Elevar la calidad en la formación de atletas y docentes, así como en la organización de eventos y competencias con una racionalidad en los gastos”.
§ Ausencia total de mención al trabajo voluntario en todo el documento: aquí llama la atención “el sonido del silencio”. Ni una sola mención al tema en un documento de 32 páginas, elaborado para definir los rumbos económicos del país en los próximos años. No hay que pensar que se renuncia a esta modalidad movilizativa que tiene medio siglo de existencia, pero el hecho de que ni tan siquiera se mencione de pasada permite comprender la importancia real que se le asigna para tratar de resolver los problemas del país, lo cual es una devaluación significativa de un mito elevado a la categoría de axioma revolucionario anteriormente.
No se le puede negar astucia al planteamiento neocastrista de la manera en que se presenta en el documento: ni crucifica al verdadero gran culpable ni lo extraña de las soluciones que se prevén, aunque ambas cosas no sean ciertas.
Mentira histórica piadosa, cuidando no serrucharse el piso ellos mismos. Que lo hayan hecho de esa forma no les otorga legitimidad moral, pero los exime del pedestre enfoque con que tantas veces se critican estas medidas desde tantas posiciones demasiado emocionales.
Para enfrentar lo que viene por delante, los lineamientos generales que se plantean en el documento hecho público se refieren a:
§ Poner en explotación las tierras todavía ociosas, que constituyen cerca del 50 % y elevar los rendimientos agrícolas.
§ Buscar alternativas de fuentes de financiamiento para detener el proceso de descapitalización de la industria y la infraestructura productiva del país.
§ Eliminar las “plantillas infladas” en todas las esferas de la economía y producir una reestructuración del empleo, incluidas fórmulas no estatales, aplicando un tratamiento laboral y salarial a los trabajadores interruptos que elimine los procedimientos paternalistas.
§ Incrementar la productividad del trabajo, elevar la disciplina y el nivel de motivación del salario y los estímulos, eliminando el igualitarismo en los mecanismos de distribución y redistribución del ingreso. Como parte de este proceso, será necesario suprimir gratuidades indebidas y subsidios personales excesivos.
§ Recuperar la capacidad exportadora en rubros tradicionales; incrementar sostenidamente y diversificar las exportaciones de bienes y servicios, así como, reducir la elevada dependencia importadora con vistas a revertir la situación financiera externa.
§ Otorgar mayores facultades, en los marcos del plan, a las empresas, e impulsar con efectividad la iniciativa de los territorios para potenciar de manera sostenible su desarrollo económico.
§ Realizar los estudios para la eliminación de la dualidad monetaria.
Llama la atención este último punto, que siendo uno de los problemas fundamentales de la economía en la actualidad, y uno de los que más disgusto crea en la población, debido a la existencia de un peso cubano sin valor y un peso convertible que resulta inaccesible a buena parte de la población que no consiga recibir remesas del exterior o trabajar en sectores que facilitan el acceso a este tipo de moneda, solamente se mencione con diez palabras en una sola y breve frase, y sin nada concreto más allá de “realizar los estudios”.
Hablemos muy claro: en sentido general, ¿cuál de esas medidas económicas puede definirse como una insensatez para enfrentar la muy crítica situación económica actual? Parecería que ninguna. Lo cual no significa que, al no ser una locura, sean las decisiones más adecuadas para enfrentar una crisis de la magnitud de la presente.
“El cómo hacerlo es lo más complejo”, señaló a la AFP el economista del Centro de Estudios de la Economía Cubana, Omar Everleny Pérez Villanueva. A su juicio, el proyecto “Toca todos los elementos importantes (...). Si se aplican todas esas medidas estructurales podríamos tener en los próximos diez o quince años un país diferente”. Con bastante realismo advirtió que “Se está planteando una apertura de mente también. Se está diciendo que si seguimos pensando como habíamos pensado hasta ahora no se va a lograr lo que está escrito en ese documento”.
Este último criterio expresado por el economista en La Habana es fundamental y decisivo, aunque no se trata de “si seguimos pensando como habíamos pensado hasta ahora”: ¿de quiénes está hablando? Porque de lo que realmente se trata es de que si ellos, los jerarcas del régimen, “siguen pensando como han pensado hasta ahora”, si no cambia la mente de la nomenklatura y la burocracia, no lograrán ni lo más mínimo, y es sabido que el inmovilismo y la resistencia a los cambios caracteriza a esos sectores jurásicos. No se le puede pedir a la orquesta de música popular Los Van Van que interprete a Beethoven, ni tampoco al Royal Ballet de Londres que baile salsa. Si no se le pide al equipo de béisbol de Cuba que juegue fútbol, ni a los cuadros del partido que sean inteligentes, ¿cómo pedirle entonces a esos retrógrados que piensen ahora con una mentalidad diferente?
Sin embargo, aquí no caben, si las pretensiones son realmente serias, las artimañas habituales de la demagogia disfrazada de “trabajo político”, cuya mejor expresión son las permanentes declaraciones incoloras del segundo de a bordo, en términos formales, el burócrata mayor José Ramón Machado Ventura, hablando diariamente en abstracto sobre la calidad, el ahorro y la eficiencia: está claro que en la economía en serio la retórica partidista del siglo pasado no tiene nada que hacer. ¿Cambiarán el discurso, o a los discursantes? ¿O los pasarán al reino de la irrelevancia en la economía? Veremos.
Resumiendo:
¿Es este proyecto una verdadera posibilidad de solución a los innumerables problemas que sufren diariamente todos los cubanos? Naturalmente que no.
¿En el tiempo necesario para implementar las propuestas y poder ver determinados resultados –esos diez o quince años que se mencionan- se podrá retardar o detener la inminente explosión de la olla social? Es algo muy dudoso.
Pero esos son otros temas, que deben verse posteriormente.
Dijo Raúl Castro que el proyecto de lineamientos hecho público había sido previamente enviado a Fidel Castro. ¿Se le envió cómo elemental cortesía “para su conocimiento y efectos procedentes”, o para solicitarle aprobación? No tiene la más mínima importancia, porque la capacidad real del Comandante para oponerse a las decisiones del neocastrismo en el poder es cada día más menguada. Y aunque no le guste lo que se cocina, no está en condiciones de impedirlo, pues el Comandante en Jefe colectivo que constituye el general-presidente aliado con los Comandantes de la Revolución, con el apoyo de los generales, ya dejó atrás la etapa histórica donde Fidel Castro se colocaba por sobre todos en todas las circunstancias, y su criterio era inapelable: más allá del bien y del mal, para decirlo en términos filosóficos.
Independientemente del éxito o fracaso de este proyecto, el neocastrismo está apostando seriamente al desmontaje total del fidelismo-guevarismo para “actualizar” su modelo económico, sin aflojar para nada la férrea mano de la represión y el totalitarismo.
Retórica y eufemismos aparte, el neocastrismo tiene muy claro que para subsistir y lograr una transición post-castrista aceptable a sus propios intereses y los de sus herederos tiene que lanzar por la borda del Titanic tanto al Comandante en Jefe como a sus políticas disparatadas.
Y así lo está haciendo, “elegantemente”, pero sin misericordia. Aunque permanentemente le siga rindiendo pleitesía y supremos homenajes al máximo líder, y lo siga dejando actuar, en la prensa con sus reflexiones, entrevistas, y aisladas apariciones públicas, sea en el acuario nacional con los delfines, la escalinata de la universidad, o en el antiguo Palacio Presidencial, como si realmente mandara o fuera importante lo que dice, aunque forme escándalo por un videojuego que no le hace ninguna gracia, o defina al grupo de países desarrollados conocido como G20, donde se concentra la aplastante mayoría de la creación de la riqueza mundial, como “una colosal olla de grillos”.
Como mismo hicieron y hacen diariamente los modernos chinos y los vietnamitas con el camarada Mao y con el tío Ho: les rinden reverencia, pero los ignoran en las decisiones de cada día.
Al fin y al cabo, para las dictaduras totalitarias en crisis ¿qué importa el color del gato si caza ratones?
¿Podrá cazar ratones el nuevo proyecto económico del neocastrismo? ¿Y en qué tiempo?
No depende solamente del gato… también de los ratones.
Y mientras el gato totalitario está cada vez más viejo, la población cubana se rejuvenece continuamente.
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