Antonio Arencibia/ Cubanálisis-El Think-Tank
Hay que confesar que en el acontecer cubano cuesta trabajo separar el grano de la paja, es decir saber diferenciar entre la verdad y lo ilusorio. Esto es especialmente así en una semana como la que acabamos de vivir. Empezó con el domingo electoral venezolano y casi cerró con el motín policíaco en Ecuador, y en ambos casos -por supuesto- opinó Fidel Castro. Tenía que hacerlo, porque Caracas es clave para la viabilidad del régimen: manda petróleo y recibe “asesores”. Quito, sin ser clave, también recibe ese contingente oficial, pero no quiere seguir haciéndolo con miles de cubanos que llegaron huyendo del castrismo. Sobre esto último, -por supuesto- ni una palabra de Castro, aunque La Habana ha estado calculando cuanto pudieran enviar esos “emigrantes” como remesas familiares. Lo único que dijo - por ahora- es que creía que “el golpe contra Correa” estaba perdido. Pero pronto se va a explayar sobre el tema.
Aunque casi todo el mundo -U.E., UNASUR, OEA- habla de “golpe de estado” voy a usar el término políticamente incorrecto de “revuelta policiaca de Ecuador”. No es que esa acción no hubiese podido terminar con la muerte de Correa, y el derrocamiento de un gobierno democráticamente electo, pero lo sucedido tiene trazas de espontáneo y se aparta de la norma clásica del coup d´Etat. Si algo sorprendió fue la vocación de martirologio del presidente ecuatoriano que se zafó la corbata, se abrió la camisa y retó a la turba que le disparasen. No está de más señalar en estos momentos que la historia política de Ecuador desde su independencia hasta hoy, está marcada por un rosario de asesinatos de presidentes y de golpes, tanto sangrientos como incruentos, que solo es superado en el hemisferio por la historia de Bolivia. Esa “tradición” está presente en varios países cuyos mandatarios los han incorporado al ALBA chavista y por lo tanto son áreas muy proclives a la inestabilidad política.
En el caso de Venezuela, por el contrario, no se trata de violencia política sino del retorno de la oposición a la escena parlamentaria con un gran respaldo de la ciudadanía. Por eso, Chávez y la plana mayor del PSUV guardaron silencio casi 24 horas mientras preparaban la presentación de los resultados electorales. El problema es que el Comandante habló antes que lo hiciera su discípulo y dijo abiertamente la verdad en una Reflexión: El enemigo logró una parte de sus propósitos: impedir que el Gobierno Bolivariano contara con el apoyo de las dos terceras partes del Parlamento.
Pero Castro escogió mal mensaje para ese artículo titulado, “Lo que quieren es el petróleo de Venezuela”. Le bastaron al profesor Carlos Malamud un par de líneas para demostrar lo desacertado que está el dictador, ya que olvida señalar que para hacerse con el hidrocarburo los norteamericanos no tienen más que comprarlo, y que hace rato Chávez se hubiera quedado sin revolución de no ser por “los miles de millones de dólares anuales con que los gringos pagan el petróleo venezolano”.
Hugo Chávez, fiel a su soberbia, no quiso admitir el revés electoral y desahogó su frustración insultando a una periodista de Radio Francia Internacional y retando a la oposición -en un inglés de pacotilla- a que trataran de revocarlo. Por lo menos, esta vez, no dijo que había sido una “victoria de mierda” como calificó a la obtenida por la oposición en el referendo del 2007. Claro que Chávez, como apunta Mario Vargas Llosa, en El País, “ya ha perdido ese estado de gracia del caudillo mesiánico de que gozó algunos años y ahora no sólo él, también el pueblo venezolano sabe que es falible y vulnerable”.
Como es habitual, el Teniente Coronel golpista, devenido Comandante-presidente va a huir hacia delante y pretenderá ejercer el poder mediante decretazos al no tener ya la mayoría calificada de dos tercios en la Asamblea Nacional. Esto ocurre cuando terminaron los años de altísimos precios del petróleo, el chavismo enfrenta una seria crisis económica, alta criminalidad y gravísima corrupción, por lo que ya no puede actuar en el hemisferio como antes: a puro golpe de billetera. Quizás por eso La Habana se apresura en concluir las obras del puerto petrolero de Cienfuegos.
Hasta un oportunista izquierdoso como el profesor Heinz Dieterich valora de muy difíciles las perspectivas de Chávez en las presidenciales del 2012 y dice que:
En Cuba se perdieron cinco valiosos años antes de emprenderse la necesaria rectificación de un modelo estructuralmente agotado. A Hugo Chávez le quedan para la misma tarea menos que ocho meses”.
Por otra parte entre las noticias que podrían tranquilizar a los jerarcas castristas está la casi segura elección de Dilma Rousseff como presidenta de Brasil. Pero aún así, esto no significará un cheque en blanco a nombre de la ex-guerrillera, y mucho menos para dilapidarlo sin garantías en una Cuba en profunda bancarrota. Tampoco son demasiado halagüeñas las noticias de Nicaragua donde los miembros de la Corte Suprema seguidores de Daniel Ortega, lo autorizan -violando la Constitución- a presentarse a reelección en el 2012. El “orteguismo” en el poder no ha significado otra cosa que otra voz estridente de apoyo a Chávez, a cambio de subvenciones. En esta coyuntura política, y dadas las “simpatías” que despierta en el pueblo nica el matrimonio Ortega-Murillo, la ilegal presencia del Comandante Daniel en las presidenciales equivale a jugar con fuego junto a un polvorín.
Viejos admiradores desilusionados
El problema para propios y ajenos es que el “Papá-de-todos-los-revolucionarios” sigue diciendo cualquier cosa que le pasa por la cabeza, mientras que su hermano “presidente” se mantiene callado. Es verdad que Castro está, -como dice Eugenio Yañez-, “suelto y sin vacunar” pero ahora parece que no conoce a nadie, y le ladra a quien no debe. Si no, ¿por qué le raya la carrocería a su alumno y mecenas venezolano, o le hace una recomendación no solicitada a Ahmadinejad de que se modere, o se le va que “el modelo no funciona“ o revela de pronto que hay que respetar al estado de Israel?
La imprudencia e incoherencia de Fidel Castro tiene tan disgustados a los extremistas de izquierda, que uno de sus más reputados “ideólogos”, el norteamericano Jaime Petras, se ha pronunciado en su contra en la prensa radical de Uruguay, planteando claramente que:
Las declaraciones que Fidel hizo sobre Irán son estúpidas y le hace el juego a los sionistas, cuando critica a Irán diciendo que no deben negar el holocausto (…)
Fidel actúa últimamente en una forma muy confusa y equivocada. Uno puede entender que tiene todo el derecho a pronunciarse pero debe dejar de ocupar puestos importantes en el gobierno. Pronunciarse por ejemplo sobre Italia y Francia mientras el gobierno cubano está tratando de negociar nuevos tratados económicos muy importantes para avanzar en la economía. Y de repente Fidel tira una bomba en el proceso.
Igualmente, y en tono más duro, se suma a las críticas Alexander Cockburn, editor de la publicación liberal norteamericana “Counterpunch”. Indignado porque Castro se niega a reconocer que el ataque a las Torres Gemelas fue un acto terrorista y por asociarse a las teorías conspirativas del ruso Daniel Estulin sobre un “gobierno mundial” secreto, Cockburn. escribió el artículo Autumn of the Driveller, (El Otoño del que habla Tonterías). Las ronchas que ha levantado el editor de “Counterpunch” con este retrato del dictador como un “viejo babeante”, son mayores si se tiene en cuenta que anteriormente había estado reproduciendo algunos escritos de Fidel Castro en su publicación.
Hay que darle la razón a estos críticos extranjeros aunque sean de izquierda, pero más aún hay que preguntarse ¿qué significa dentro de Cuba el protagonismo desaforado del Comandante? En medio de un clima de gravísima inseguridad laboral, Fidel Castro toma por asalto el periódico Granma, y lo suma a la red Cubadebate, como trampolines para su último rol de “conciencia global”.
Ya al líder resurrecto no le bastan las conversaciones a nivel de butaca con visitantes escogidos o visitas al Acuario en horas no laborables. Saltó del Aula Magna a la Escalinata de la Universidad y de ahí al antiguo Palacio Presidencial para recordarse a sí mismo con la lectura de un discurso con medio siglo de atraso en el acto por el aniversario de los CDR.
Nada dijo de lo que preocupa al cubano de hoy en día, a no ser una frase que se le escapó cuando repetía lo dicho en la ONU en 1960:
“…hemos elevado nuestra producción agrícola, hemos elevado el rendimiento en nuestro trabajo…”
Entonces, sin pestañear, hizo un aparte y “aclaró”. Esto era así entonces, claro. porque todavía no había empezado el bloqueo…y los errores que se cometen…
Los “compañeros” encargados de suprimir aclaraciones incómodas, eliminaron estas de la versión oficial publicada al día siguiente.
Si hablamos de campañas mediáticas, la de Fidel Castro en Cuba en los últimos días establece record. Desde el sábado 25 en adelante, la reproducción en tres partes de todo lo que se habló en el encuentro con 600 pacifistas japoneses del crucero Peace Boat. Estas fueron convoyadas con dos Reflexiones sobre Venezuela, una antes y otra después de los comicios parlamentarios. Ahora llegaron las dos partes del acto del 28 de Septiembre, Pero es importante detallar la edición de Granma del miércoles 29 de septiembre, que tuvo -como excepción- 18 páginas. El órgano oficial del PCC dedicó cinco de ellas, incluyendo la primera plana, a la primera parte del acto de los CDR. En esa misma edición, el periódico reprodujo en otras cuatro páginas el capítulo 20 del libro del Comandante “La victoria estratégica”. Es decir Fidel Castro ocupó la mitad de las páginas del periódico del Partido aquel día, y casi escondido en la página 13, apareció el “Mensaje de las máximas autoridades de China al compañero Raúl en ocasión del 50 Aniversario de las relaciones bilaterales”.
La semana afortunadamente concluyó el viernes con otras dos Reflexiones: una sobre los sucesos de Ecuador y otra donde defendía a la senadora Pilar Córdoba y a los líderes de las FARC, Manuel Marulanda y el “Mono Jojoy”. Pero hay que seguir preparados porque el anciano déspota, amenaza con “reconstruir” [sic] el discurso pronunciado en la ONU, aunque tenga que dividir el análisis -dice- en tres o cuatro partes, porque “tiene 128 páginas”. Los ambiciosos planes “pedagógicos” de Fidel Castro incluyen nuevas tareas para todos los cubanos, desde pioneros hasta cederistas: el estudio del invierno nuclear, conocer la masa crítica para una bomba atómica y saber la versión oficial de los crímenes de Harry Truman, aunque han transcurrido casi 70 años de Hiroshima y Nagasaki.
La cancillería china no puede haber olvidado que un mensaje de su presidente Ju Hintao donde dice estar dispuesto a trabajar “para reforzar y ampliar sin cesar la cooperación amistosa y mutuamente beneficiosa entre China y Cuba” haya sido relegado como noticia de segunda categoría. También deben estar esperando por la respuesta agradecida del general- presidente, Raúl Castro, que hasta hoy no se conoce.
En medio de una situación nacional de incertidumbre habría sido conveniente por parte de algún vocero del régimen el comentario detallado de qué significa ese compromiso chino y si se traducirá en algún tipo de inversión industrial que ayude a mitigar el masivo desempleo anunciado.
Pero no, lo que hace la nomenclatura es seguir un libreto del teatro del absurdo, como ocurrió en el acto en el Instituto Nacional de Ciencias Agrícolas donde se envía un “reconocimiento especial al Comandante en Jefe Fidel Castro, por su constante apoyo al desempeño de ese centro científico en sus 40 años de labor”, y donde el ministro de Educación Superior dice sin sonrojarse que:
Las ideas fundacionales de Fidel, hace 40 años, mantienen su vigencia. Su adecuación a los tiempos actuales y su implementación práctica están llamadas a desempeñar un papel de importancia estratégica en el desarrollo de la agricultura cubana en los próximos años.
Ante tales desatinos, los observadores internacionales dudan, algunos piensan que los “raulistas” trabajan seriamente en la sombra y dejan actuar a Fidel Castro como elemento de distracción. Pero otros concluyen que en la cúpula del régimen no hay pantalones, ni seriedad y que nadie es capaz de gritarle al Octogenario en Jefe que se siente y no siga meneando el bote, porque se vuelca.
Con esa posición coinciden los cubanos de abajo. Saben que el Comandante desvaría y que no puede imaginarse una Cuba distinta y sin él. Que se crea “eterno” o no, nada importa, es el que habla y los demás callan, mientras se acerca la tempestad.
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