martes, septiembre 07, 2010

El golpe de estado mediático de Fidel Castro/ Eugenio Yáñez

Punto Uno/ La Rinconada

Comulgando con el excelente analisis del Dr. Eugenio Yanez sobre la reaparicion publica in crescendo de Fidel Castro, desearia solo anadir que en tanto el Mesias en Jefe solo aborda de manera incoherente, simplista y errada, temas que por el momento nada tienen que ver con la critica realidad cubana, sus seniles intervenciones al margen de lo que proclamen los medios oficiales y cuanto aliado o tontuelo embobecido anda suelto por el mundo, permite a los reales centros de poder politicos, diplomaticos, economicos y de inteligencia, comprender meridianamente que cualquier asunto serio respecto a Cuba tiene que ser abordado con cualquiera menos con Fidel Castro.

Si su apocaliptica reaparicion esta siendo estimulada por un macabro Plan "Choteo", o es sencillamente un "dejarlo hacer", o una combinacion de ambas alternativas, no es relevante, en tanto el poder ejecutivo y estrategico se ha trasladado definitivamente hacia La Rinconada. ---------------------------------------------
El golpe de estado mediático de Fidel Castro
Eugenio Yáñez/ Cubanálisis-El Think-Tank

Resucitó de entre los muertos, pero ni subió a los cielos ni está sentado a la diestra de nadie.

Primero fueron aparentemente inocuas visitas a centros científicos y el acuario nacional, explorando el terreno, pero poco a poco dejó de ser el compañero Fidel y reclamó sus derechos vitalicios de Comandante en Jefe y Primer Secretario del Partido. Se disfraza de verde olivo, y aunque no se pone grados, tampoco le hace falta: en la cultura caudillista del castrismo, el jefe es jefe aunque esté en calzoncillos.

Habla de cualquier cosa, menos de Cuba y sus interminables problemas, creados por él mismo durante 47 años de poder absoluto. Los “analistas” de pacotilla se preguntan si disputa o no el mando regalado al hermano menor, porque no comprenden que lo hace de manera sutil y tenebrosa.

Con una guerra nuclear al doblar de la esquina y una “tiranía mundial” que se adueñó del planeta, ¿qué importancia puede tener un millón de cubanos que quedará sin trabajo para buscar racionalidad en la economía, o una agricultura que no garantiza ni siquiera boniatos o calabazas para alimentar a la población? Pecatta minuta, simplemente, comparado con la obligación de impedir que Barack Obama apriete el botón.

Porque el Comandante sigue viviendo tiempos de la guerra fría del siglo pasado, y cree todavía que los misiles se lanzan apretando botones: no entiende nada de computación, más allá de los video-juegos: considera que las cosas son como en los tiempos en que él le pidió a Nikita Jrushov dar el primer golpe nuclear al “imperialismo”, aunque ahora jura que él nunca quiso que aquellos misiles se instalaran en Cuba.

Con un despliegue mediático que se cocina inicialmente en Cubadebate, un sitio digital dirigido por un mediocre colaborador sin personalidad ni criterio propio, las noticias del Apocalipsis más que inminente se reproducen de inmediato en toda la prensa escrita, y en radio y televisión: hasta el 75% de “Granma”, órgano oficial del Partido, se ha dedicado en los últimos tiempos a informar sobre las travesuras del Comandante. Seis páginas de ocho giran alrededor de lo que dice el Jefe, y el resto queda para lo demás.

La única ventaja de todo esto es que queda menos espacio para reproducir las siempre mediocres y vacías palabras de José Ramón Machado Ventura mientras recorre el país con cantinelas de hace cuarenta años. Sin embargo, el espacio para los proyectos de Raúl Castro, el general-presidente, se constriñe grandemente.

No es que el hermano menor lo estuviera haciendo bien ni mucho menos, ni tampoco que tuviera nada nuevo que decir desde hace mucho tiempo, pero al menos era una cuestión de formas: se supone que las cosas más importantes de un país las anuncia el Presidente y merecen destaque en la prensa.

En Cuba, sin embargo, no es así: después que la prensa nos cuenta las sabias advertencias del Comandante sobre calentamiento global, la necesidad de salvar a la especie humana de no se sabe que, y nos alerta sobre la guerra nuclear que ya está aquí –en sus últimas versiones pudiera ser el 9 de Septiembre- si queda algún espacio será para la agricultura sub-urbana y las ventajas del empleo de bueyes, la restauración del ferrocarril o el ahorro energético: nada que resuelva nada, pero que se hará parecer como que se está “actualizando el modelo”, cualquier cosa que eso signifique.

Así es como nos enteramos fácilmente que el universo surgió hace 18,000 años, la evolución en la Tierra hace 4,000, y que Osama bin Laden es un agente norteamericano, pero hay que hurgar demasiado en los libelos para comprobar el fracaso absoluto de la entrega de las tierras improductivas en usufructo, el crecimiento gigantesco de la corrupción, el desmontaje de tantos proyectos faraónicos, el despilfarro constante de recursos, el creciente malestar entre la población o la continua emigración, legal e ilegal: la prensa oficial no está para tales tonterías, cuando el máximo líder discute con el fantasioso escritor lituano Daniel Estulin si el futuro de la humanidad sería emigrar a otro planeta o salvar el nuestro.

Tal vez los cubanos podríamos patentar en algún momento, en base a ese debate tan profundo, los balseros-astronautas, porque ya sea en este planeta, o en cualquier otro, lo realmente importante sería poder escapar del manicomio.

Las sutilezas se deslizan en medio del circo sin pan, sin que nadie se preocupe en intentar detenerlas: cuando se grita Comandante en Jefe, Ordene se está desautorizando a Raúl Castro como máxima figura del gobierno. Gritar Fidel, seguro, a los yanquis dale duro deja entrever que el general-presidente quizás no le “da” tan duro a los chicos malos.

A la vez, la historia se tergiversa sistemáticamente, con la complicidad de complacientes “periodistas” de baja moral y ética: Fidel Castro se declara responsable de no haber detenido la campaña homofóbica de las primeras décadas de revolución: homofóbicos eran los otros, los compañeros, no él. Las tenebrosas UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción) se crearon en 1965, pero Fidel Castro dice que él no podía atender esos problemas por estar inmerso en las decisiones de la Crisis de Octubre, que se produjo en octubre de 1962, casi tres años antes.

Al comenzar a conocer Internet en estos tiempos –con enorme retraso respecto al resto del mundo y los propios cubanos- se queja de lentitud y deficiencias de conexión, y acusa al “bloqueo” por esta situación: ignorando olímpicamente que el presidente Obama autorizó el acceso cubano a los cables norteamericanos de banda ancha, y que el régimen no acepta eso por temor al “potro salvaje” de la libertad de información.

Que el Comandante se comporte como un cínico no es noticia, nunca lo ha sido, pero que no haya periodistas con vergüenza para mencionarle el tema cuando dice sus dislates en una entrevista, lamentablemente va dejando también de ser noticia.

Quienes pudimos leer la ya clásica entrevista en los años sesenta del norteamericano Lee Lockwood en “Castro’s Cuba, Cuba’s Fidel”, o la de Barbra Walters en 1977 (no la muy sumisa que realizó muchos años después), sabemos que las recientes “entrevistas” con Telesur o La Jornada no son más que una pala para beneficio del Comandante y su golpe de estado mediático.

Como hace siempre lo que le da la gana, convocó recientemente reunión extraordinaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular, para hablar incoherencias mimadas por sus diputados, y a principios de septiembre leyó un mensaje a los estudiantes universitarios con motivo del inicio del nuevo curso escolar.

Nadie le había pedido que lo hiciera, y a pocos le interesaba realmente, pero Fidel Castro siempre necesita de las candilejas y el protagonismo, ahora con su letanía de la inminente guerra nuclear, como antes fue aquello de que la deuda externa era impagable, la zafra de los diez millones, el absurdo proceso de rectificación de errores y tendencias negativas, los contingentes, el Cordón de La Habana, las vacas F-1, o cualquier otro tema de su hit parade personal.

Fidel Castro, como siempre, manda, pero no gobierna: le parece demasiado vulgar perder tiempo tratando de resolver los problemas de los cubanos, a quienes tanto desprecia, mientras se siente con designios históricos de alcance mundial y más allá de los espacios y los tiempos.

No dijo nada nuevo en la Escalinata de la Universidad de La Habana, como era de esperar, pero seguramente disfrutó bastante esos “maravillosos” versos a cargo de un sicofante-cuadro estudiantil, que también resulta ser diputado por designación –como todos- a la Asamblea Nacional, dirigiéndose a Barack Obama:

Debe escuchar a Fidel
que no está siendo alarmista
tampoco catastrofista
sino que ve que este mundo
puede irse en un segundo
si la paz no se conquista.

Y mucho más la babosa continuación de los mismos:

Aquí estamos, Comandante
aquí está su juventud
que siente la gratitud
de verlo tan rozagante
de escucharlo a cada instante
de leer sus Reflexiones
de conocer las razones
por las que está preocupado
y de haberle acompañado
en estas nuevas misiones.

(La falta de signos de puntuación es autoría de la prensa oficial).

Tierno, sin dudas, ¿no?

¿Quién se preocupa de otra cosa en Cuba mientras el Comandante alerta de la inminente catástrofe nuclear, aunque ni los iraníes, las supuestas víctimas, se lo toman en serio?

¿Quién se interesa por el abrumador exceso de carga ideológica en toda la educación del país, en detrimento de los conocimientos científicos y técnicos? ¿Del déficit de maestros y profesores con una verdadera y sólida formación pedagógica? ¿De las lamentables fallas gramaticales y de ortografía de todos los estudiantes universitarios, de secundaria y primaria? ¿De la absoluta ignorancia de la verdadera historia nacional? ¿Del autismo que impera en todas las carreras de ciencias sociales, de espaldas a la realidad mundial? ¿Del desfase informativo en las carreras de ciencias? ¿Del desfase tecnológico en las carreras de ciencias aplicadas?

Nada de eso importa a la prensa oficial –la única que puede circular en el país sin temor a represalias- que lo más importante que tiene que decir sobre la educación universitaria es que:

“A punto de cumplirse 65 años de su ingreso a la educación superior, el líder cubano regresó a la Universidad de La Habana, donde, como ya ha dicho otras veces y reafirmó esta mañana, se hizo revolucionario y descubrió su verdadero destino, y desde allí volvió a llamar a gobiernos y pueblos a salvar la paz, la vida y el futuro”.

Así están las cosas, y lo más probable es que continúen de esa manera, al menos mientras la salud se lo permita. Fidel Castro busca desesperadamente un Premio Nóbel de la Paz, se cree de verdad que se lo merece, y no faltan alabarderos para hacerle el coro a esta absurda y descabellada idea.

Quienes muchas veces lo habían declarado secretamente congelado en caja de pino, supuestamente con el borroso objetivo de “ganar tiempo” por parte del régimen –y nos decían que tenían esas informaciones de muy buena tinta-, deberán buscarse otro cuento para seguir viviendo del ídem: en realidad, nada grave para analistas de tercera, que consideran el rigor profesional como algo de otro mundo, algo que nunca tiene nada que ver con ellos.

Cubanálisis-El Think-Tank nunca anunció una muerte que no era ni se dejó llevar por los rumores y deseos, y se mantendrá en esta posición todo el tiempo, siguiendo de cerca las veleidades del Comandante, pero solamente para intentar entender cómo afecta a Cuba este resurgir, así como los siniestros proyectos sucesorios del neocastrismo.

El mayor problema después de la resurrección lo tiene el mismísimo Raúl Castro, quien ya, como siempre, ante la intempestiva reaparición del hermano mayor, ha optado por retraerse y no dar la cara, su conducta típica en medio siglo.

¿Cómo podrá hacer creer a la nomenklatura, los cubanos y los gobiernos extranjeros, que es él quien realmente está a cargo del gobierno cubano, mientras el hermano mayor sigue haciendo y diciendo lo que desea, cuando y donde le da la gana, mientras que al mismo tiempo le ignora olímpicamente y le serrucha el piso continuamente?

¿Cómo podrá el general-presidente intentar, en estas condiciones, sacar al país del atolladero sin que peligre su poder y todos los privilegios de la gerontocracia?

¿Cuánto tiempo podrá resistir en medio de este circo de dos pistas, mientras la economía se hunde más y más y el descontento popular continúa creciendo en momentos en que se reduce la credibilidad del régimen y su capacidad de gobernar?

En realidad, no podemos saberlo.

Sin embargo, para decirlo sinceramente, tampoco nos importa, más allá del análisis.

Ese es el problema de Raúl Castro y su camarilla, no el nuestro.

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